La Conferencia del Episcopado Mexicano dio a conocer este lunes su Informe de Templos Católicos dañados en septiembre pasado, a consecuencia de los terremotos y otros fenómenos climáticos que azotaron al país. El informe es el resultado de las investigaciones hechas por la Secretaría General del organismo, a través del Observatorio Nacional.
El objetivo del trabajo –explicó en conferencia de prensa el Secretario General de la CEM, monseñor Alfonso Miranda Guardiola– es brindar información del número de los templos que sufrieron algún nivel de daño, pero también suscitar la reflexión en torno a la importancia de los mismos en la vida de los mexicanos y las repercusiones que conlleva su daño o destrucción.
Tras señalar que para elaborar el informe fue necesario construir una metodología que incorporó entrevistas e inspección de inventarios existentes tanto de la Iglesia como de otras instituciones, como anuarios estadísticos, compendio de datos por diócesis, etc., Miranda Guardiola detalló que los datos se agruparon en tres segmentos: ubicación geográfica; identificación y clasificación del inmueble afectado y evaluación del daño.
Los datos duros
Con la información organizada y sistematizada por la CEM, se tienen contabilizados 1,850 templos católicos dañados, entendiendo por ello los siguientes tipos de inmuebles: catedral, basílica, parroquia, santuario, capilla, convento, ex convento, espacios de formación (seminarios), oficinas parroquiales, casas parroquiales. Al respecto, Yuliana Navarrete, del equipo de Investigación del Observatorio Nacional de la CEM, advirtió que el número de iglesias podría incrementarse, pues no ha dejado de fluir la información.
La CEM recordó que los templos dañados afectaron a 26 de las 95 diócesis: Arquidiócesis de Puebla, Antequera Oaxaca, México, Tuxtla Gutiérrez, Xalapa; las diócesis de Cuernavaca, Huajuapan de León, Tlaxcala, Tabasco, Tenancingo, Tehuantepec, Chilpancingo-Chilapa, Tehuacán, Toluca, Valle de Chalco, Tlapa, San Cristóbal de las Casas, Texcoco, Ecatepec, Orizaba, Tapachula, Córdoba, Tabasco, Veracruz, Nezahualcóyotl y la Prelatura de Mixes.
Detalló Miranda Guardiola: “Con los datos obtenidos se contabilizó daño a 17 catedrales; 4 basílicas; 44 Santuarios; 76 Conventos y Ex Conventos; 226 capillas; 31 oficinas y/o casas parroquiales; 11 espacios de formación como seminarios; 1411 parroquias y 30 inmuebles en proceso de identificación.
Explicó que la CEM determinó distribuir entre las 16 diócesis afectadas el donativo que envió el papa Francisco para dar asistencia a los damnificados por el terremoto, lo mismo que los recursos que ofrecieron algunas otras conferencias episcopales como la de Estados Unidos, España, El Salvador y Argentina y muchas otras.
Colaboración coordinada
El también obispo auxiliar de Monterrey señaló que por intervención de la Secretaría de Cultura les fue compartido a los obispos el catálogo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y en él se identificaron 1,603 inmuebles históricos de carácter religioso, dañados en 11 estados del país. Destacó el trabajo conjunto que han venido realizando la Secretaria General de CEM y la Dimensión de Bienes Culturales de la Iglesia (DIBEAS) para apoyar la reconstrucción de estos templos considerados monumentos históricos.
La clasificación de los inmuebles en históricos y no históricos –dijo– ha permitido identificar el área de competencia y el actuar de cada institución, a fin de que los esfuerzos y la solicitud de reconstrucción se realicen en forma ordenada, coordinada y apegada a la ley. “Siempre entendiendo que los bienes que son monumentos, artísticos o históricos, propiedad de la nación, y que están bajo el resguardo de la Iglesia, implican una responsabilidad compartida en la preservación de su integridad, y en su salvaguarda y restauración”.
Diferentes tipos de daños
Gracias a este estudio, los obispos del país también han podido identificar no sólo las zonas donde ocurrieron estos desastres, sino también las repercusiones de los daños a los templos.
Por ejemplo –explica Miranda Guardiola– hubo daños a la herencia histórica del país, como por ejemplo las Rutas de Evangelización, signo visible del periodo de evangelización en México por las primeras órdenes mendicantes. También hubo daños en la Pastoral de Turismo, toda vez que con los templos destruidos o dañados, peligran la promoción, la historia, la cultura, las tradiciones y las prácticas religiosas de muchos sitios de gran afluencia turística, y por ende, modos de subsistencia de muchas poblaciones.
Lamentó también la falta de servicios sacramentales y las repercusiones a los usos y costumbres de una comunidad. “La comunidad (católica o no) identifica en su cosmovisión al templo como un espacio sagrado y de grande arraigo, sobre todo en las diócesis con feligresía perteneciente a los pueblos originarios”.
Además dijo que tras los sismos hubo una pérdida de espacio común: “En muchos sitios, el templo es el único lugar físico de encuentro disponible para lograr la armonía y la convivencia, el templo y sus anexos fungen como centro comunitario, dispensario médico, aulas de clase, área de recreación, entre otros”.
“Este informe–catálogo representa un primer acercamiento a la realidad del estado de los templos católicos dañados. Además una de las mayores aportaciones de realizar este inventario, es servir de herramienta para establecer el diálogo con distintos órganos de gobierno, con empresas, universidades, y otros organismos sociales y eclesiales, nacionales e internacionales, todo en favor de la reconstrucción de estos inmuebles, de las casas, del tejido social; y la recuperación de los medios de vida de muchas poblaciones”, concluyó.
