Cracovia, destino turístico que responde al corazón humano

Catedral de Cracovia con la imagen de Juan Pablo II

Si el lector ha estado en Tierra Santa y/o en Italia, quizá está pensando en un próximo destino similar, algún lugar donde poder llenarse de espíritu, aprender, descansar y hasta fortalecer su fe. Si es así, ya lo tiene: Cracovia.

Manejable –unos 760.000 habitantes–, monumental –su casco histórico fue declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco en 1978–, emocionante –punto neurálgico de Polonia, capital del país durante varios siglos y todavía hoy lugar de referencia económico, cultural y artístico–. Y sí, ciudad de Juan Pablo II, y por ello, un destino de peregrinación en pleno apogeo.

De Wawel a la Plaza Mayor

Vida Nueva visita Cracovia con motivo del I Congreso Internacional de Turismo Religioso y Peregrinaciones (ICoRTaP) que se celebró el pasado noviembre. Hace una temperatura agradable para este lugar en este momento del año, entorno a los 5 grados centígrados. No es la mejor época para viajar aquí, porque a las 16 h. ya es de noche. Aun así, las vistas desde la colina de Wawel son melancólicamente espectaculares: la ciudad a sus pies y el río Vístula tranquilo, a medida que la niebla va subiendo.

Mientras, en la Plaza Mayor –“una de las mejores plazas mayores de Europa”, se suele añadir–, los turistas pasean, observan los carros de caballos, envidian a los polacos que disfrutan de las terrazas sin apenas abrigarse y recorren las tiendas en los soportales de la Lonja de los Paños rebuscando gorros de lana, bolas de cristal para el árbol de Navidad o pequeñas muñecas rusas para regalar a quien se ha quedado en casa.

Y a las horas en punta –y da igual cuántas veces hayan pasado por allí– se detienen ante el campanario de la basílica de Santa María y averiguan por cuál de las ventanas sale un trompetista –sale realmente, no es una grabación– que rememora los tiempos en que un vigía guardaba la ciudad.

El fenómeno creciente del turismo religioso

Que el turismo religioso es un fenómeno creciente lo aseguran los que se dedican a su promoción. Unas 200 personas de todo el mundo participaron en el ICoRTaP, entre operadores turísticos y agentes especializados. Su impulsor, Ernest Miroslaw, dueño de la agencia Ernesto Travel, aprovechará su presencia en FITUR estos días para presentar la segunda edición del Congreso, del 7 al 11 de noviembre de 2018. De nuevo en Cracovia.

¿Por qué Cracovia está intentando posicionarse como destino principal en este tipo de turismo? En 2016 recibieron 12 millones de visitantes, en gran parte gracias a la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud en julio.

El presidente del voivodato (unidad regional) de Malopolska, Leszek Zegzda, lo explica así: “Las personas necesitan respuestas sobre el sentido de la vida, necesitan paz y silencio. De ahí que el turismo se esté desarrollando de una manera tan dinámica, al servicio de las necesidades del corazón humano”.

La ciudad polaca ofrece una respuesta a este deseo del corazón, gracias a un motor principal: la figura de Juan Pablo II.

Se nota, se siente…

La presencia de Juan Pablo II “persigue” al visitante por toda la ciudad: junto al Castillo de Wawel, en la Catedral-Basílica de San Wenceslao y San Estanislao, donde el joven sacerdote Wojtyla celebró su primera misa y que después sería su sede como arzobispo.

Al subir por la calle Kanonicza (de los Canónigos), en los edificios del número 19 y número 21, donde vivió en varias ocasiones antes y después de la ordenación episcopal. En la citada basílica de Santa María, cuyo magnífico retablo le impresionó desde siempre…

… en el número 3 de la calle Franciszkanska, Palacio Arzobispal y su residencia durante las visitas que hizo ya como Papa. Cualquier guía les contará la misma anécdota: “Cuando se alojaba aquí ya como Papa, los jóvenes venían a saludarle al Palacio, y él salía a esa ventana donde ahora hay una foto suya permanentemente. Hablaba un rato con ellos y se volvía a meter para dentro. Pero los jóvenes insistían, cantaban… él salía de nuevo, les bendecía… Y al final les tenía que decir: ‘Esto es muy bonito, ¡pero el Papa tiene que descansar!’”. A día de hoy, la gente sigue dejando flores y velas en el pequeño parque que está enfrente de esa ventana.

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Todo empezó en Wadowice

“¿Veis el edificio, justo al lado de la basílica? Estaba escrito que iba a ser papa…”, bromea Ernest con los peregrinos. Ahora estamos a unos 50 kilómetros de Cracovia, en la pequeña localidad de Wadowice, “donde todo empezó” –como decía Wojtyla–. La casa donde nació el pequeño Karol es hoy un innovador museo, lugar de visita imprescindible que recibe unos 250.000 peregrinos cada año.

Da igual lo que uno opine del Papa polaco, la valoración que haga de casi 28 años de pontificado o incluso que crea más o menos en Dios; es muy difícil no emocionarse recorriendo las sucesivas salas del museo: arriba, una réplica de lo que fue su piso, el salón, los bordados de la madre que falleció cuando él apenas tenía 9 años, el dormitorio que compartió con su padre cuando su hermano mayor falleció y se quedaron solos, la cocina desde la miraba el reloj de sol en la pared de la basílica contigua…

Y después, una auténtica narración a través de los objetos: su carrera eclesiástica contada a través de sus sotanas, la barca –metáfora de la Iglesia– que fue llamado a dirigir en 1978 y el audio original de aquel momento (“Habemus papam…”), la pistola y las balas que le impactaron aquel 13 de mayo de 1981…

Más adelante, en una larga sala, el suelo son cápsulas con tierra de los 104 países que visitó (atención, peregrinos de España: faltan por representar casi todas las ciudades, así que no dejéis de llevar una cajita para dejarla allí).

Nos guardamos la descripción de las últimas estancias: hay que vivirlas… “Intentamos narrar, para que el visitante pueda reflexionar, pero también sentir emociones”, señalan sus responsables

El Centro ‘¡No tengáis miedo!”

Los padres de Wojtyla vivían en esa casa de alquiler. A los 18 años, él se fue al seminario, y posteriormente fue pasando por diferentes residencias que, en realidad, no fueron suyas. “Él nunca tuvo casa”, dice el P. Jan Kabzinski, presidente del Centro San Juan Pablo II ‘¡No tengáis miedo!’, de nuevo en Cracovia. “Su casa es esta”. Este Centro quiere ser la joya de la corona de los peregrinos wojtylianos.

Está ubicado a las afueras de la ciudad, cerca de lo que fue la cantera en la que Wojtyla trabajó de joven y muy cerca también del Santuario de la Divina Misericordia. El P. Kabzinski lo considera “un lugar excepcional de encuentro con Juan Pablo II”, entre otras cosas porque custodia sus reliquias y, en general, su legado como Papa. Entre otros objetos, una de las vitrinas más admiradas está en el propio santuario y es la que conserva la sotana intacta que llevaba puesta el día del atentado en la Plaza de San Pedro, con las manchas de sangre; ciertamente, impresiona.

El Centro está en continua expansión. A lo largo de 2018 está prevista una casa de peregrinos para dar alojamiento a unas 60 personas, que se irá ampliando progresivamente.

En dos años más, para 2020, toda Cracovia está preparada para los eventos que se organicen en el centenario del nacimiento del polaco más famoso de todos los tiempos.



12+1 imágenes de Wojtyla con las que hay que hacerse una foto

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Otras cosas que ver en Cracovia

Es difícil que algo en Cracovia (en general, en Polonia) no remita a Wojtyla, pero aun así hay otras muchas cosas que hay que ver allí. Por ejemplo:

  • El campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, el lugar que tristemente mejor hace memoria del Holocausto judío, el campo que fue modelo para otros centros similares durante la ocupación nazi, con los barracones y cámaras de gas originales, incluidos los calabozos donde murió, sin ir más lejos, el P. Maximiliano Kolbe.
  • El Santuario de Jasna Gora, en Czestochowa, corazón religioso de Polonia y centro de peregrinación esencial. Aquí se expone el icono de Nuestra Señora, símbolo nacional, adornado con diferentes revestimientos y acompañado, en las paredes del templo, por incontables rosarios, collares y anillos de oro y de ámbar, en un conjunto tan kitsch como fascinante.
  • El Santuario de la Divina Misericordia, desde donde se extendió el culto a la Divina Misericordia iniciado por santa Faustina Kowalska.
  • Las Minas de Sal de Wieliczka, un auténtico prodigio de ingeniería y escultura subterráneas, con una poderosa narrativa, que a lo largo de los siglos ha atraído a visitantes de todo tipo.
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