El Papa en la Jornada del Migrante: “El pecado es renunciar al encuentro”

  • Francisco ha celebrado esta mañana Misa por la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado
  • “Las sociedades deben abrirse a la riqueza de la diversidad sin prejuicios”, ha aseverado

El Papa ha presidido esta mañana en el Vaticano la Misa de la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado, a la que han asistido migrantes de diferentes países. Su homilía ha girado en torno al Evangelio del día, la elección de Pedro y Andrés como discípulos.

“Dios nos llama por nuestro nombre y nos pide honrar el hecho de que hemos sido creados como seres únicos e irrepetibles”, ha comenzado. En la frase de Jesús “Venid y veréis”, cuando invitó a los discípulos a su casa, el Papa señala que Jesús se abre “a una reunión personal, que incluye el tiempo adecuado para acoger, conocerse y reconocerse”.

Encontrar a Jesús en el otro

Cada extraño que llama a nuestra puerta es una oportunidad para el encuentro con Cristo (…) reflejado en esta invitación, venid y lo veréis”, ha explicado el Papa. Las tres acciones de acoger, conocerse y reconocerse deben darse tanto en el migrante como en la comunidad que lo recibe Esto se plasma en la actitud del recién llegado “respetando las leyes, la cultura y las tradiciones” del país que lo acoge. Por otro lado, para la sociedad que le recibe estas tres acciones significan “abrirse a la riqueza de la diversidad sin ideas preconcebidas”.

Sin embargo, Francisco ha destacado otros tres verbos en su mensaje para esta Jornada que van más allá de ese primer encuentro: proteger, promover e integrar. “¿Podremos reconocer a Jesucristo que pide ser bienvenido, protegido, promovido e integrado?”, ha preguntado. Y es que, como Él mismo dijo, cada vez que ayudamos al necesitado estamos ayudando al propio Jesús. “En ese verdadero encuentro con Cristo está la salvación”, ha recordado Francisco.

El pecado es renunciar al encuentro

El Papa no ha pasado por alto en su homilía que tanto los migrantes como las sociedades a las que llegan tienen dudas, temores. Unos no saben si van a ser acogidos, están lejos de sus hogares y temen ser discriminados o no poder trabajar. Los otros dudan de los que llegan, de que perturben el orden establecido. “Estos temores son legítimos – ha dicho Francisco -. El pecado es dejar que estos miedos determinen nuestras respuestas, (…) el pecado es renunciar al encuentro con el otro”.

Al concluir, el Papa ha pedido una oración recíproca “los migrantes y los refugiados recen por las comunidades locales, y las comunidades locales recen por los recién llegados y por los migrantes”. Finalmente ha encomendado a todos aquellos que han abandonado su tierra de origen a la Virgen María, así como las comunidades que les reciben, para que por medio de su intercesión maternal “todos aprendamos a amarnos , al extranjero, como nos amamos a nosotros mismos”.

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