Francisco invita a poner en marcha “una nueva imaginación social” en la Misa del Gallo

  • El pontífice ha centrado su homilía de Navidad en las Familias que, como María y José, se enfrentan a su futuro con incertidumbre, como los migrantes y refugiados
  • El Papa invitó a “transformar la fuerza del miedo en fuerza de la caridad, en fuerza para una nueva imaginación de la caridad”

Por quinto año consecutivo, el papa Francisco ha presido la celebración de la misa de la noche de Navidad en la basílica de San Pedro del Vaticano. En su homilía, el pontífice ha reclamado la atención en los que, como María y José, han tenido “que dejar su gente, su casa, su tierra y ponerse en camino” hacia una nueva tierra. 

En la celebración han participando niños africanos, chinos, indios, chilenos y peruanos en el momento de la adoración del Niño. Juntos han procesional con el Papa, al terminar la Misa del Gallo, hasta el belén situado en el interior de la basílica.

Francisco ha actualizado el relato de Lucas, invitando a sumergirnos en un “acontecimiento que cambia para siempre nuestra historia”. El viaje de la Virgen y José de Nazaret a Belén es, para el Papa, “una travesía nada cómoda ni fácil” ya que “en su corazón iban llenos de esperanza y de futuro por el niño que vendría; sus pasos en cambio iban cargados de las incertidumbres y peligros propios de aquellos que tienen que dejar su hogar”. Llegar a Belén supuso para ellos enfrentarse “a lo más difícil”, “experimentar que era una tierra que no los esperaba, una tierra en la que para ellos no había lugar”.

A los que nadie espera

En esta difícil situación, el Papa señaló que “precisamente allí se enciende la chispa revolucionaria de la ternura de Dios. En Belén se generó una pequeña abertura para aquellos que han perdido su tierra, su patria, sus sueños; incluso para aquellos que han sucumbido a la asfixia que produce una vida encerrada”.

Esta realidad la siguen viviendo “familias enteras que hoy se ven obligadas a marchar”, advirtió Bergoglio. “Vemos las huellas de millones de personas que no eligen irse sino que son obligados a separarse de los suyos, que son expulsados de su tierra. En muchos de los casos esa marcha está cargada de esperanza, cargada de futuro; en muchos otros, esa marcha tiene solo un nombre: supervivencia. Sobrevivir a los Herodes de turno que para imponer su poder y acrecentar sus riquezas no tienen ningún problema en cobrar sangre inocente”, denunció el pontífice.

“María y José, los que no tenían lugar, son los primeros en abrazar a aquel que viene a darnos carta de ciudadanía a todos. Aquel que en su pobreza y pequeñez denuncia y manifiesta que el verdadero poder y la auténtica libertad es la que cubre y socorre la fragilidad del más débil”, sentenció.

Una nueva imaginación social

Los pastores, considerados impuros por la religión de la época, son los que reciben la noticia. “A ellos (paganos, pecadores y extranjeros) –recordó Francisco– el ángel les dice: «No temáis, porque os traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor”.

“Él está en el visitante indiscreto, tantas veces irreconocible, que camina por nuestras ciudades, en nuestros barrios, viajando en nuestros metros, golpeando nuestras puertas”, recordó el Papa. Y es que la “fe nos impulsa a dar espacio a una nueva imaginación social, a no tener miedo a ensayar nuevas formas de relación donde nadie tenga que sentir que en esta tierra no tiene lugar

“Navidad es tiempo para transformar la fuerza del miedo en fuerza de la caridad, en fuerza para una nueva imaginación de la caridad. La caridad que no se conforma ni naturaliza la injusticia sino que se anima, en medio de tensiones y conflictos, a ser «casa del pan», tierra de hospitalidad”, invitó Francisco.

El Niño Jesús, recordó Francisco, “nos invita a hacernos centinelas de tantos que han sucumbido bajo el peso de esa desolación que nace al encontrar tantas puertas cerradas. En este Niño, Dios nos hace protagonistas de su hospitalidad”. Y a él le ha pedido, en un momento de oración que su “ternura despierte nuestra sensibilidad y nos mueva a sabernos invitados a reconocerte en todos aquellos que llegan a nuestras ciudades, a nuestras historias, a nuestras vidas”.

 

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