Exponen arte religioso realizado con pigmento proveniente de un insecto

  • Especialista: “El pigmento que daba la grana cochinilla era caro y difícil de transportar a Europa; era un pigmento de muy alta calidad, de mucha belleza por sus tonalidades y variedad de tonos; era un producto precioso como el oro o la plata”.

El Museo del Palacio de Bellas Artes muestra la exposición “Rojo mexicano. La grana cochinilla en el arte”, que está integrada por 49 piezas pertenecientes a 16 colecciones nacionales y 11 acervos internacionales, y cuyo objetivo es resaltar la importancia del pigmento proveniente de este insecto parásito del nopal.

Del total de las obras –que estarán expuestas al público del 10 de noviembre de 2017 al 4 de febrero de 2018–, una veintena tiene que ver con el tema de religión, entre ellas la “Deposición de Cristo”, obra original Tintoretto (1550), procedente de la National Gallery of Scotland, en la cual se observa el pigmento en las ropas de las personas. 

Otra obra proveniente del extranjero es el “Retrato del Arzobispo Fernando de Valdés y Llano” (1645), de Diego Velázquez, en el cual se observa de fondo una suntuosa cortina roja teñida con pigmento de grana cochinilla, el cual también utilizaron los pintores de la Nueva España en muchas obras, como Cristóbal de Villalpando, quien logró alcanzar desde rosas tenues hasta intensos púrpuras en dos diferentes pinturas de la Virgen María.

La Virgen de Guadalupe, Cristóbal de Villalpando (siglo XVII)

Con el tema religioso, la exposición muestra además el Martirio di Santa Giustina (1570-1575), de Veronese; el Martirio de San Lorenzo, del español Andrés de Concha; Magdalena penitente (siglo XVII), del español Francisco de Zurbarán; La Virgen de la leche, del pintor español Luis de Morales y La Virgen con el Niño del también español Sebastián López de Arteaga.

El rojo logrado con el insecto producido y cultivado en México fue símbolo de poder, riqueza y divinidad en la pintura, tanto de carácter religioso como civil.  

Un insecto que trascendió fronteras

La gran mayoría de las obras exhibidas fueron hechas entre los siglos XVI y XIX, y son una muestra del impacto de la grana cochinilla como mercancía mundial de la temprana globalización y manifiestan el valor simbólico, el impacto geográfico y la trascendencia actual de este insecto mexicano.

De acuerdo con las autoridades del museo, todas las obras fueron sometidas a pruebas científicas para comprobar la presencia del pigmento de la grana cochinilla. Los estudios fueron llevados a cabo por científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México y especialistas de varios museos, con diferentes métodos.

Gracias a estas investigaciones ahora se sabe que aquel pigmento que vendían en España como carmín de las Indias, en realidad era un insecto cultivado en una variedad de nopal en los estados de Oaxaca y Tlaxcala.

El color de la divinidad

Las obras están ubicadas en dos salas del museo, dividas en tres secciones: Textil y artes plásticas, La cochinilla, el color del poder civil y La cochinilla en el siglo XIX. Paula Arredondo, del área de Mediación del Museo del Palacio de Bellas Artes, explica a Vida Nueva Digital que las obras de tinte religioso son principalmente del siglo XVI y XVII, y van desde la imagen de la Virgen de Guadalupe hasta personajes importantes para el cristianismo, algunos de ellos en su martirio. En todos se aprecia claramente el uso del pigmento.

“En estas obras, la grana cochinilla se utilizaba para representar la sangre y para darle a las obras una connotación divina, lo mismo que el azul para lo espiritual. Hay una simbología de los colores no sólo en el aspecto de la élite, como se observa en otras obras, sino también en el aspecto divino”.

Arredondo explica que el pigmento que provenía de la grana cochinilla era caro y difícil de transportar a Europa, por eso España tuvo el monopolio del producto; se trataba de un pigmento de muy alta calidad, de mucha belleza por sus tonalidades, mucha variedad de tonos, de tal forma que era un producto precioso, “como el oro o la plata; de hecho, fue el segundo producto de importación más importante para la Nueva España, eso nos demuestra que era algo que sólo las élites podían consumir”.

Desde mediados del siglo XVI hasta mediados del siglo XIX, la grana cochinilla fue uno de los pigmentos predilectos de artistas como Tintoretto, Tiziano, Velázquez, Turner, Renoir y Van Gogh.

Compartir