Ante la violencia “incontenible” el obispo de Tepic exige acciones efectivas

  • Flores Calzada llama a las autoridades a garantizar la seguridad de sus gobernados, y a la sociedad civil a apoyar cualquier iniciativa contra la lucha a la inseguridad.

 

A un mes de concluir el año, el índice de violencia en el estado de Nayarit, al oeste de México, se ha incrementado en un 400 por ciento en relación con el 2016, según datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Al momento, se tienen registrados más de 170 homicidios dolosos, con repuntes entre agosto y octubre, cuando en el mismo periodo del año anterior sólo hubo 42 casos.

Ante esta alarmante situación, el obispo de Tepic, Luis Artemio Flores Calzada, tras manifestar su cercanía a los familiares de las personas que están siendo víctimas de la violencia, no sólo en la entidad sino en todo el territorio mexicano, hizo un llamado a la ciudadanía a apoyar decididamente cualquier acción contra este flagelo.

El obispo consideró que la inseguridad y violencia que se viven en el país “son consecuencia del empobrecimiento del pueblo, de la falta de competitividad, de una economía estancada que favorece a unos cuantos, de la ausencia de oportunidades que provocan que sean muchos los que busquen salidas fáciles, mas no legales ni morales. Todo esto trae como resultado una crisis de seguridad pública” afirmó.

Sin embargo, dejó en claro que aunque detrás de la violencia haya diversas causas, no se puede soslayar que ésta es una conducta que se aprende en casa y en la vida social.

Un flagelo incontenible

Flores Calzada afirmó haber sido testigo de cómo en algunas partes de Nayarit se recrudece la violencia, a tal grado que se parece “incontenible”; una crisis de seguridad pública –dijo– “que está acabando con la tranquilidad de las comunidades: homicidios, feminicidios, levantones, despojos, secuestros, llamadas de extorsión, entre otros delitos, asolan a todo el territorio estatal”.

Por lo anterior, exhortó también a las autoridades gubernamentales a luchar contra este grave mal que afecta a miles y que lesiona a toda la sociedad. “Estoy convencido –añadió– que “juntos podemos edificar una cultura donde se respete la vida humana en todas sus fases, donde aprendamos a descubrir la grandeza de nuestra existencia para vivir con dignidad y donde nos respetemos como seres humanos”.

Recordó que la Iglesia en los estados de Nayarit y Jalisco ya están apoyando las acciones e iniciativas de los gobiernos y de la sociedad civil para cooperar, con una visión humanista, en la búsqueda de soluciones a fin de hacer frente a la violencia, a la impunidad y a la discriminación”.

Dejó en claro que la paz no se logra con la violencia, y pidió a los católicos no autoexcluirse de la realidad que los circunda: “humanicemos nuestras familias, nuestras comunidades, nuestras instancias de procuración de justicia”. Dijo que del creyente se espera la caridad y el perdón, pero también solidaridad y congruencia de vida para poder transformar nuestra sociedad y buscar juntos el bien común.

Responsabilidad ante la violencia

Respecto a las autoridades, el obispo de Tepic dijo que de éstas se espera que hagan uso de las facultades que les otorga la Constitución, “que cumplan con la responsabilidad que el pueblo les ha otorgado, que con estrategias sólidas pongan fin a la ola de violencia; que generen los mecanismos necesarios para crear una cultura que prevenga el delito, entre otras obligaciones que llevan a cuestas desde el momento en que asumieron sus cargos”.

Asimismo, llamó a recapacitar a quienes, “por ambición, codicia y búsqueda de poder, han puesto el dinero por encima de la vida, que es el valor supremo del ser humano. Para que sean conscientes de que la violencia que genera amenaza y afecta a todos, incluyendo a sus propias familias”.

Cabe recordar que el pasado 29 de noviembre, ante el desbordamiento de los homicidios y hechos violentos en el estado, el gobernador, Antonio Echevarría García, presentó la estrategia Nayarit Seguro, con 40 acciones a desarrollar en los 20 municipios, para combatir la delincuencia común y la originada por células criminales.

 

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