Puebla despide a su Arzobispo emérito

  • Monseñor Víctor Sánchez: “Don Rosendo, la oración de la Iglesia, pero sobre todo sus buenas obras, lo acompañan”
  • “Amor al pasado, sensibilidad hacia los problemas y una capacidad de abrirse al futuro, marcaron su existencia”, asegura el Arzobispo

Este lunes 27 de noviembre se llevó a cabo en el Seminario Palafoxiano de la Arquidiócesis de Puebla la misa de exequias de quien fuera el séptimo arzobispo de esa Iglesia particular, monseñor Rosendo Huesca Pacheco, quien falleció el pasado sábado 25 de noviembre a la edad de 85 años.

La misa fue presidida por el arzobispo Víctor Sánchez Espinosa, quien estuvo acompañado por el cardenal Norberto Rivera Carrera, arzobispo de México; los obispos auxiliares de Puebla, Felipe Pozos Lorenzini y Tomás López Durán; el obispo de Tlapa Guerrero, Dagoberto Sosa Arriaga, y el obispo de Ecatepec, Oscar Roberto Domínguez Couttolenc.

En su homilía, el arzobispo Sánchez Espinosa recordó a don Rosendo Huesca como formador de muchas generaciones de sacerdotes y laicos en la justicia de Cristo, “prodigándose con humilde disponibilidad en las distintas situaciones en las que le puso la providencia de Dios a propósito de propia vocación sacerdotal”.

El arzobispo aseguró que su antecesor nunca tuvo dudas de su vocación, ni siquiera en los tiempos más difíciles, por lo que su vida se puede resumir en la “fidelidad generosa a la llamada y voluntad del Señor”.

Cualidades reveladas

“Con el equilibrio que le caracterizaba –explicó monseñor Víctor Sánchez– yo descubría en él tres grandes principios fundamentales que guiaban su ministerio episcopal: primero, mucho amor al pasado, a la tradición y al magisterio; en segundo lugar, una sensibilidad especial hacia los problemas, las exigencias, los desafíos del presente donde Dios nos ha puesto, y en tercer lugar, una gran capacidad de mirar y abrirse al futuro sin temor, con esperanza, la que viene de la fe”.

Tras señalar que don Rosendo Huesca mostró siempre un gran compromiso con Dios y con la Iglesia, pero también con el hombre, se refirió a él como un discípulo fiel que el Padre dio a Cristo: “habiendo estado con Jesús en el transcurso de su larga existencia, conoció su nombre, le amó viviendo en íntima unión con él, especialmente en los prolongados intervalos de oración, donde tomaba de la fuente de la salvación la fuerza para ser fiel a la voluntad de Dios en toda circunstancia, incluso en la más adversa”.

Finalmente, elevó sus oraciones: “Quiero dirigirme ahora a Dios, rico en misericordia, para que ahora la fe de don Rosendo en el Señor se convierta en visión, en encuentro cara a cara con él, en cuyo amor supo reconocer y buscar el cumplimento de toda ley. Quiero además encomendarlo a la intercesión de la madre de Jesús, a ella confiamos su alma. Estamos seguros de que ella querrá acogerlo para introducirlo en el cielo de Dios, donde podrá gozar eternamente de la plenitud de la paz. Muy querido don Rosendo, la oración de la Iglesia, pero sobre todo sus buenas obras, lo acompañan. Descanse en paz”.

En su casa

Los restos mortales del Arzobispo emérito fueron incinerados, y serán depositados este mismo lunes, a las 19:00 horas, en la Cripta de los Arzobispos de la Catedral de Puebla.

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