El Papa en la I Jornada Mundial de los Pobres: “Son nuestro pasaporte al Cielo”

  • Francisco comparte misa y mesa con 1.500 pobres en el Vaticano
  • “En el pobre, Jesús llama a nuestro corazón pidiendo amor”, enfatiza en la homilía

Este domingo 19 de noviembre, I Jornada Mundial de los Pobres, el papa Francisco ha presidido una multitudinaria Misa en la Basílica de san Pedro en Roma. Durante la homilía, ha aprovechado el Evangelio del día (la parábola de los talentos) para explicar la necesidad de acercarse a los pobres. Posteriormente, el Aula Pablo VI se ha convertido en un gigantesco comedor en el que el Papa ha compartido mesa con más de 1.500 pobres

Cada uno de nosotros ha recibido unos talentos de Dios-ha comenzado el Pontífice-y nadie puede considerarse tan inútil que no pueda dar algo a los demás (…) Dios, para el que ningún hijo puede ser descartado, nos confía a cada uno una misión, cada cuál según su capacidad”, señaló el Papa.

Pero donde Francisco ha hecho mayor hincapié ha sido en el pecado de la omisión, algo que muchas veces se olvida: “Muchas veces nosotros estamos también convencidos de no haber hecho nada malo y así presumimos de ser buenos y justos. Pero corremos el riesgo de comportarnos como el siervo malvado: tampoco él hizo nada malo, no destruyó el talento, sino que lo guardó bien bajo tierra. No hacer nada malo no es suficiente”.

La única omisión justa es la del propio beneficio

“El siervo malvado-ha proseguido- ha custodiado el talento. Pero quien se preocupa sólo de conservar, de mantener los tesoros del pasado, no es fiel a Dios. En cambio, la parábola dice que quien añade nuevos talentos, ese es verdaderamente fiel, porque tiene la misma mentalidad de Dios y no permanece inmóvil: arriesga por amor, no acepta el dejarlo todo como está. Sólo una cosa deja de lado: su propio beneficio. Esta es la única omisión justa”.

Sin embargo, el Papa ha advertido de que la omisión contra los pobres es un acto muy actual y muy concreto, tanto que tiene un nombre propio: indiferencia. “es decir: «No es algo que me concierne, no es mi problema, es culpa de la sociedad». Es mirar a otro lado cuando el hermano pasa necesidad, indignarse ante el mal pero no hacer nada. Dios no nos preguntará si nos indignamos, sino si hicimos el bien”.

“¿Cómo podemos complacer al Señor?-se ha preguntado Bergoglio-¿Cómo saber lo que le gusta? La respuesta está en el Evangelio. Él mismo dice ‘Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis’ Esos hermanos son los pobres, hambrientos, enfermos… En el pobre, Jesús llama a nuestro corazón pidiendo amor, podemos imaginar Su rostro sobre el de cada uno de ellos.

“Son nuestro pasaporte para el Cielo”

El Papa ha recordado en la parte final de su homilía que verdaderamente el servicio a los demás es un camino al Cielo “En ellos se manifiesta Jesús, en su debilidad hay una fuerza salvadora. Y si a los ojos del mundo tienen poco valor, son ellos los que nos abren el camino hacia el cielo, son «nuestro pasaporte para el paraíso». Es para nosotros un deber evangélico cuidar de ellos, que son nuestra verdadera riqueza”

Finalmente, ha advertido del peligro de dedicar nuestras vidas a asuntos meramente terrenales, y no a los demás. “lo que verdaderamente cuenta: amar a Dios y al prójimo. Sólo esto dura para siempre, todo el resto pasa; por eso, lo que invertimos en amor es lo que permanece, el resto desaparece. Esta es la elección que tenemos delante: vivir para tener en esta tierra o dar para ganar el cielo” ha sentenciado.

Un Dios que no castiga

Como cada domingo, el Papa ha dirigido el rezo del ángelus en latín en la Plaza de san Pedro, que también ha girado en torno a esta I Jornada Mundial de los Pobres. Antes de la oración, Francisco ha animado a los asistentes y por ende a todos los católicos a no tener miedo “El miedo lleva a refugiarse en soluciones seguras y garantizadas, y así se termina por no realizar nada bueno. Para ir adelante y crecer en el camino de la vida se necesita tener confianza”. Esto ha surgido a raíz del Evangelio de hoy, que ya ha explicado en la Misa pero ha querido recalcar en el ángelus.

“Esta parábola nos hace entender cómo de importante es tener una idea verdadera de Dios. No debemos pensar que es un jefe malvado que quiere castigarnos. Si dentro de nosotros existe esta imagen, entonces nuestra vida no dará fruto porque viviremos en el miedo y no nos llevará a nada bueno. Jesús nos ha mostrado que Dios es un padre lleno de amor y de bondad y debemos tener una gran confianza en Él”.

Ha vuelto a recordar la importancia de compartir los dones de cada uno con los demás siguiendo el ejemplo del propio Jesús “Él atendía a todos, pero especialmente a pecadores y pobres, los más pequeños de sus hermanos.(…) Finalmente el Papa ha pedido que los pobres “sean el centro de nuestra Iglesia, pues Jesús nos llama a través de ellos” y que “las comunidades cristianas se conviertan cada vez más en signo concreto del amor de Cristo por los últimos y los más necesitados”

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