Pide Arizmendi demostrar el amor a los pobres, “sin publicidad y sin intereses electoreros”

  • Lamenta que la invitación de Francisco a dedicar una jornada a los pobres sea ignorada por algunos católicos, entre quienes no faltan los que la consideran como otra ocurrencia “populista” del Papa

Tras recordar que el próximo domingo 19 de noviembre la Iglesia católica celebrará la primera Jornada Mundial de los Pobres, establecida por el papa Francisco para el penúltimo domingo de tiempo ordinario de cada año, el obispo Felipe Arizmendi Esquivel, actual administrador apostólico de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas, llamó a dar a los pobres la “importancia real que estos tienen en el corazón de Dios”.

El obispo mexicano, a quien el papa Francisco le recibió su renuncia como titular de esa Iglesia particular el pasado 3 de noviembre, lamentó que esta invitación del Santo Padre a dedicar una jornada a los pobres esté siendo ignorada o no se le dé la importancia que merece. “No falta –dijo– quien la considere como otra ocurrencia populista del Papa”.

Sin embargo, consideró que esta iniciativa del pontífice también alienta a muchas personas que, con ocasión de esta jornada o en cualquier otra temporada, hacen algo o mucho por los pobres. Puso como ejemplo a las miles de personas que “se desprendieron de algo y pusieron su corazón cercano a los que sufrieron” durante los recientes sismos.

De gente buena

Arizmendi Esquivel dijo conocer a una persona que, inspirada por lo que pide el papa Francisco para esta Jornada Mundial de los Pobres, construyó una cocina, sencilla, de madera, a una familia pobre, porque la que tenían se encontraba en muy mal estado.

Y añadió: “Conozco a otra persona que, con cariño, se inclina para curar el pie de una mujer pobre, infectada de pus. Otra, organizó una comida para pobres que viven cerca de su casa. Un empresario nos facilita, desde hace meses, su bodega como albergue para migrantes. Una familia nos cobra muy baja renta para que su casa sirva para atender migrantes que pasan entre nosotros. Muchas personas van a las cárceles, a los hospitales, a los asilos, a llevar una palabra de aliento, un alimento, una medicina, alguna ayuda material. Hay grupos de jóvenes que visitan ancianos en los asilos, y les llevan alegría, música, tamales y otras cosas. Hay ministros y ministras de la comunión que semanalmente visitan a enfermos en sus casas y les alimentan con la Palabra de Dios y con la Eucaristía. También lo hacen personas de otras religiones”.

Tras poner estos ejemplos, el obispo reconoció que si bien hay mucha gente indiferente y egoísta, cerrada en sus propios intereses y en su comodidad, también hay mucha más gente buena, que ha demostrado su amor a los pobres, “sin publicidad y sin intereses electoreros”.

Tender la mano al pobre

“Estamos llamados –resumió el obispo Arizmendi a través de su tradicional mensaje semanal– a tender la mano a los pobres, a encontrarlos, a mirarlos a los ojos, a abrazarlos, para hacerles sentir el calor del amor que rompe el círculo de soledad. Su mano extendida hacia nosotros es también una llamada a salir de nuestras certezas y comodidades, y a reconocer el valor que tiene la pobreza en sí misma”.

Aseguró que, con motivo de la Jornada Mundial de los Pobres, es su deseo que las comunidades cristianas se comprometan a organizar diversos momentos de encuentro y de amistad, de solidaridad y de ayuda concreta, y que inviten a los pobres y a los voluntarios a participar juntos en la Eucaristía el próximo domingo 19 de noviembre.

En ese domingo –exhortó– si en nuestro vecindario viven pobres que solicitan protección y ayuda, acerquémonos a ellos: “será el momento propicio para encontrar al Dios que buscamos. De acuerdo con la enseñanza de la Escritura, sentémoslos a nuestra mesa como invitados de honor; podrán ser maestros que nos ayuden a vivir la fe de manera más coherente”.

Finalmente, invitó a los católicos a visitar a los pobres de su comunidad, “regalarles algo, zapatos, ropa; invitarlos a tomar algún alimento en tu casa, llevarles a una consulta con el médico, pagarles la cita y comprarles su medicina, etc. Desde luego, hemos de luchar por que no se les cometan injusticias. Que en el mercado, en los juzgados, en las iglesias, en las calles, en las esquinas, no se les desprecie, sino que reciban un trato justo. Pero ante todo, tener entrañas de misericordia con los que sufren”.

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