Clase magistral del Francisco pedagogo: “Hay que reconstruir el pacto educativo”

  • La espontaneidad del Papa sorprende en la audiencia a los escolapios al pedir una escuela “con raíces” que enseñe “el lenguaje de las ideas, del corazón y de las manos”
  • “Educad en movimiento, los jóvenes quietos están en las enciclopedias”, propone a la familia calasancia
  • Bergoglio reivindica además “un salario digno” para los profesores “que dan la vida”

Francisco recibe a los escolapio/LOSSERVATORE

La espontaneidad de Francisco. La que le lleva de vez en cuando a dejar a un lado los papeles, los discursos prefijados y dejarse llevar por el corazón. Esta autenticidad bergogliana que no se dejaba ver en unas semanas atrás. Quizá porque ayer se sentía en familia.

Así se lo hizo sentir a los escolapios, a quienes recibió con motivo del Consejo de Superiores Mayores que celebran estos días en Roma. Y es que el equipo de la orden fundada por San José de Calasanz no llegó solo con quienes llevan las riendas de la congregación, sino que les acompañaron quienes trabajan en el día a día de la Curia, además de un grupo de religiosas escolapias. “Gracias por traer la familia…”, apuntó Jorge Mario Bergoglio que subrayó cómo “una congregación religiosa tiene una familia que rodea, gente que trabaja, laicos, todos… La familia es un signo de fecundidad y humanidad. Gracias por venir así”.

Desde esta calurosa acogida, el Papa argentino se detuvo en su alocución en las tres palabras que están guiando este año jubilar calasancio con motivo del 400 aniversario de las Escuelas Pías: educar, anunciar y transformar.

La armonía de la persona

“Educar es hacer madurar a la persona mediante los tres lenguajes: el lenguaje de las ideas, el lenguaje del corazón y el lenguaje de las manos, y que haya armonía entre los tres, es decir, que nuestros alumnos sientan lo que piensen y hagan lo que piensan y sienten. Esa armonía de la persona, educar a la persona. Yo creo que sí no educamos así, perdemos”, les explicitó el Papa como si se tratara de una clase magistral de pedagogía. No en vano, Bergoglio atesora una impronta de maestro jesuita.

A estas tres coordenadas educativas –“contenidos, hábitos y valores”, las definió después”-, añadió un matiz más, “la clave hoy en día”: “La juventud hay que educarla en movimiento, la juventud quieta, hoy, no existe, y si no la ponemos nosotros en movimiento, la van a poner en movimiento mil cosas, principalmente los sistemas digitales que corren el riesgo, en esta velocidad líquida y gaseosa de nuestra civilización”.

“Busquen las mil maneras, mil maneras de hacerlo, pero siempre en movimiento porque los jóvenes quietos no funcionan”, insistió Francisco, que les expresó cómo “los jóvenes quietos están en las enciclopedias, en la realidad, si vos querés que un joven reciba algo tuyo, tenés que tenerlo en movimiento”.

Fundamentar raíces

Frente a la sociedad líquida, Francisco planteó la necesidad de “fundamentar raíces” en el alumnado. “Los chicos hoy día vienen sin raíces, no tienen raíces porque no tienen tiempo de echar raíces. Perdón, las tienen pero no las asumen, porque no tienen tiempo de asumirlas, no las dejan crecer, no las dejan consolidar porque viven continuamente en esta liquidez de cultura. ¿No es cierto?”, interpeló para reclamar con urgencia la relación entre jóvenes y abuelos.

Con estas premisas, el Papa llamó, no solo a los escolapios, sino a toda la sociedad a “reconstruir el pacto educativo”, o lo que es lo mismo “el diálogo entre la familia y el docente, la familia, la escuela y el chico”. Desde ahí, denunció dos realidades dolientes: “las familias destruidas” y la precaria situación de los docentes, que “en muchos países son los más mal pagados”, frente a lo que pidió un reconocimiento del docente “que da su vida” y, sin embargo, no tiene “tiempo de preparar clases, de pensar…”. “Hay docentes que tienen que trabajar dos turnos para poder tener un sueldo digno”, lamentó.

La bendición de San Faustino

La naturalidad de Francisco cerró este encuentro, con una oración a María, pero solicitando para todos “la bendición de San Faustino”, el escolapio y fundador de las religiosas calasancias Hijas de la Divina Pastora, que canonizó el pasado 15 de octubre.

“Me causó gracia cómo le pidió el milagro el papá del chico recién nacido, el chileno: ‘Hacé algo peladito’”, apostilló el Papa sobre el acontecimiento que permitió elevar a los altares al sacerdote gallego.

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