La Escuela Social del CELAM impulsa el compromiso de los laicos en Haití

  • Celebrado en Puerto Príncipe el Congreso Nacional de Laicos
  • Su propósito ha sido “contribuir a que los participantes descubran su identidad y su misión en la Iglesia y en la sociedad”

grupo de fieles en una procesión de Corpus Christi en la catedral de Puerto Príncipe Haití

La capital de Haití, Puerto Príncipe, acogió entre el 31 de octubre y el 3 de noviembre el Congreso Nacional de Laicos, una iniciativa de la Escuela Social del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) que asumió el lema ‘Enviados a ser luz y sal de la tierra’ (Mt 5, 13-16).

Según ha informado el propio CELAM –a través de su portal– el Congreso ha buscado “identificar la misión de los laicos comprometidos en la Iglesia y en la sociedad, para asumir el liderazgo en la vida política, religiosa, económica y social del país desde los principios y valores de la Doctrina Social de la Iglesia”.

Inspiración de la Doctrina Social de la Iglesia

En este sentido, de acuerdo con los organizadores, el Congreso se ha centrado, por una parte, en la identificación de “los problemas cruciales del país y sus causas” y, por otra parte, ha priorizado “que los laicos conozcan más hondamente los valores y principios de la Doctrina Social de la Iglesia”, para “proponer líneas de acción desde el Evangelio”.

“180 laicos comprometidos, procedentes de todas las diócesis del país y algunos laicos de la región del Caribe” han participado en el Congreso, bajo la coordinación del sacerdote colombiano Francisco Niño, director de la Escuela Social y secretario adjunto del CELAM, con el apoyo del Episcopado haitiano.

De acuerdo con la nota publicada por el CELAM, el Congreso ha pretendido que los mismos laicos se “sientan estimulados a participar en la vida pública como un servicio a la comunidad”.

“Los laicos no son cristianos de segunda categoría”

De igual forma, el Congreso ha representado un valioso insumo para que “los obispos, sacerdotes y religiosos reconozcan que los laicos no son cristianos de segunda categoría y que juegan un papel importante en la vida de la Iglesia”.

Se espera que “los participantes se conviertan en multiplicadores en sus diócesis, de la experiencia y conocimientos adquiridos”.

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