Francisco: “No hay persona a la que, por mucho mal que haya hecho, Dios le niegue su gracia y perdón”

  • El Papa concluye su ciclo de catequesis de los miércoles dedicado a la esperanza
  • Recuerda que “el Paraíso no es un lugar de fábula”, sino “un abrazo con Dios”, y que “en nuestra muerte debemos encomendarnos a su misericordia”

papa Francisco en la audiencia general Plaza de San Pedro 25 octubre 2017

En la mañana de hoy miércoles 25 de octubre, en la Plaza de San Pedro, el Papa ha transmitido su última catequesis sobre la esperanza cristiana de este año litúrgico, repasando la Crucifixión de Cristo según el Evangelio de san Lucas.

Francisco ha recalcado la importancia de una de las últimas frases de Jesús, cuando promete la salvación al buen ladrón: “Es muy interesante, es la única vez que la palabra ‘Paraíso’ aparece en el Evangelio. Jesús se lo promete a un ‘pobre diablo’ que en la cruz ha tenido el valor de pedirle humildemente que se acuerde de él cuando entre en su Reino”

“El buen ladrón nos recuerda nuestra verdadera condición frente a Dios –ha continuado Bergoglio–: que somos sus hijos y siente compasión por nosotros (…). No hay persona a la que, por mucho mal que haya hecho, Dios le niegue su gracia y perdón”.

Por todo ello, el Papa ha exhortado a los fieles presentes a hacer como el ladrón y pegarse a la misericordia de Dios, especialmente en el último examen de conciencia antes de la muerte: “Cuando se acerca la muerte y alguien piensa que ha hecho más mal que bien, no debe desalentarse, sino encomendarse a la Misericordia de Dios. ¡Esto es lo que nos da esperanza!”.

“El Paraíso no es un jardín encantado”

Francisco ha avisado, además, de que el Paraíso “no es un lugar de fábula y menos un jardín encantado, es el abrazo con Dios, que es Amor infinito, y entramos gracias a Jesús, muerto en la Cruz por nosotros”.

También ha señalado que Dios siempre se acuerda de nosotros: “En la hora de nuestra muerte, aunque nadie se acuerde de ti, Jesús lo hace, porque Él estará a tu lado. Nos quiere llevar al mejor lugar que existe (…) y llevará también a la Casa del Padre todos los errores y males de nuestras vidas. Esta es la meta, transformar todo esto en Amor”.

“Si creemos esto, dejamos de temer a la muerte, y podemos partir de este mundo serenamente. El que conoce a Jesús, no teme a nada”, ha concluido Francisco, antes de los tradicionales saludos a los peregrinos de distintos países.

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