Josep Torrens: “Nos hubieran gustado unas palabras más comprometidas de los obispos catalanes”

  • Vida Nueva entrevista al portavoz de Cristianos por la Independencia, colectivo miembro de la Asamblea Nacional Catalana (ANC)
  • Este laico comprometido argumenta que, “si la independencia crea una brecha entre los cristianos catalanes, será que no somos cristianos”
  • Entre sus cerca de 300 miembros o colaboradores, la mayoría son laicos, pero también hay sacerdotes y religiosos

Estelada

A solo dos días del 1-O, cada gesto o palabra sobre la situación en Cataluña contribuye a elevar o rebajar la tensión política y social. En este complicado contexto, Josep Torrens, portavoz de la sectorial que engloba a los Cristianos por la Independencia en la Asamblea Nacional Catalana (ANC), busca explicar en esta entrevista con Vida Nueva por qué han dado un paso al frente en su compromiso con la independencia de Cataluña y, concretamente, con un referéndum declarado ilegal y combatido por todas las estructuras del Estado.

PREGUNTA.- ¿Cómo surgió este movimiento y cuántos son sus integrantes? ¿Son laicos o también hay religiosos o sacerdotes?

RESPUESTA.- Todos nosotros somos miembros de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) . Esta entidad está estructurada en grupos territoriales y grupos sectoriales. Los territoriales ejercen su acción dentro de una zona determinada y los sectoriales tienen como misión elaborar argumentarios relacionados con el sector e incidir en las personas que se mueven en dicho sector. Un grupo de cristianos, principalmente católicos, creímos necesario crear la sectorial de cristianos para dirigirnos específicamente a dicho colectivo. Así, en 2012 nace esta sectorial y, desde entonces, nos hemos dedicado a difundir la Doctrina Social de la Iglesia en lo referente a los derechos de los pueblos y, en concreto, al derecho de autodeterminación, mediante charlas y actos como la plegaria que realizamos ayer jueves 28 en Barcelona. Actualmente, la sectorial tiene 121 miembros de pleno derecho, 126 simpatizantes y 18 colaboradores esporádicos. Todos a título personal, nadie representa a ningún grupo o entidad. En su inmensa mayoría somos hombres y mujeres laicos, aunque también hay algún sacerdote y religioso, pero siempre a título personal. En el equipo coordinador no hay ninguna persona ordenada.

“A la luz del Evangelio”

P.- ¿Por qué consideran que hay que ofrecer un apoyo a la independencia de Cataluña desde la esfera de la fe?

R.- Principalmente porque es un derecho que nos asiste como pueblo, como nación, que nos es negado por un Estado centralista e insensible ante la identidad del pueblo catalán. Un derecho ampliamente desarrollado en la Doctrina Social de la Iglesia y de manera muy especial por el magisterio del papa Juan Pablo II.

El cristianismo es una religión universal que rompió en su día con la consideración de pueblo escogido. El Evangelio es anunciado a todos los hombres y mujeres sin importar su origen, su raza, su cultura, etc. Pero, a su vez, es una religión que se fundamenta en la inculturación en cada pueblo. Cada grupo humano con ciertas características comunes tiene una manera de acercarse al Evangelio y de concretar sus llamados a su propia realidad. El cristianismo no existiría si Pablo y Pedro no hubieran anunciado a Jesús adaptando los contextos culturales de cada pueblo: los judíos, los gentiles, griegos, romanos, fenicios… El cristianismo tiene su origen en la fuerte convicción de que Dios habla a la persona dentro de la historia, de la historia de cada pueblo.

El pueblo catalán es una nación con una historia, una lengua, una cultura y unas instituciones propias y, como cristianos, tenemos el deber de anunciar a Jesús en este contexto y de acompañar a nuestros conciudadanos en su deseo de decidir su futuro, de autodeterminarse. Cataluña no desea la independencia egoístamente, la queremos para desarrollar todo nuestro potencial y ponerlo al servicio de las personas, las de hoy y las que vendrán, pero también para compartir nuestros logros con los otros pueblos hispanos y europeos, con todos los pueblos y naciones del mundo. Los catalanes tenemos un afán colaborativo y una vocación solidaria. Nadie en Cataluña quiere la independencia para cerrarse dentro de un caparazón, sino para disponer de los instrumentos necesarios para dar frutos y compartirlos. Llevar a los cristianos de Cataluña esta reflexión y ayudar en el discernimiento personal, a la luz del Evangelio, es una de las tareas que con toda humildad nos hemos planteado.

Manifiesto de los 400 curas pro referéndum

P.- ¿Cómo valoran la significación de los cerca de 400 consagrados que han protestado públicamente contra la respuesta del Estado al referéndum, escribiendo incluso al Papa para que se sume a esta denuncia?

R.- Creo que forma parte de la fuerte relación que una parte importante de la Iglesia en Cataluña ha mantenido siempre con el pueblo catalán. En todas las etapas represivas que ha sufrido Cataluña, incluso las más dramáticas, la Iglesia ha estado al lado del pueblo, acompañándolo en su lucha para la recuperación de las libertades, para salvaguardar la cultura y la lengua. Es evidente que hoy, a pesar de los muchos cambios acaecidos en la Iglesia catalana, no podía ser de otra manera. Seguramente, que 400 sacerdotes, diáconos y religiosos hayan hecho este comunicado es relevante, pero no deja de ser una muestra de las innumerables muestras de solidaridad y de condena contra la represión que nos impone el Estado español que amplios sectores de la Iglesia han venido haciendo estos días: institutos religiosos, entidades culturales, grupos de todas las sensibilidades, plataformas de cristianos de base… La movilización de los católicos catalanes es muy numerosa e importante.

La postura de los obispos

P.- ¿Se sienten respaldados por la Tarraconense o demandan una mayor definición por parte del Episcopado catalán?

R.-
Evidentemente, la posición de los obispos de Cataluña ha sido muy suave, pero no podemos olvidar que, de forma reiterada, los diversos episcopados catalanes han mantenido siempre en sus documentos la indiscutible condición de nación del pueblo catalán y su derecho a decidir libremente su futuro. También es cierto que, en estos momentos, en que el 80% de la población quiere un referéndum para decidir el futuro político y que la respuesta del Gobierno de España y de las instituciones del Estado es la cerrazón más absoluta y el uso de una fuerza represiva descomunal, nos hubiera gustado escuchar unas palabras más comprometidas por parte de nuestros obispos.

P.- ¿Piensan que su paso adelante y el de todos los que desde la Iglesia se han sumado a las reivindicaciones soberanistas puede dividir a la comunidad cristiana en Cataluña?

R.- El tema de la división siempre es un tópico recurrente para el que se siente cómodo dentro de la uniformidad, para el que ostenta el poder. La confrontación pacífica, respetuosa y democrática es en sí mismo un valor. El Evangelio debe confrontarse con la vida y con las ideologías, con nuestro yo más íntimo y con las prácticas sociales. Sin confrontación no hay crecimiento, ni madurez, ni enriquecimiento personal y colectivo.

Apelar a la división es similar a cuando la jerarquía apela a la comunión para acabar con la discrepancia. A lo largo de nuestra vida nos estamos confrontando con cosas banales y con cosas importantes; padres e hijos se confrontan, los esposos se confrontan, en el trabajo nos confrontamos con nuestros compañeros y con nuestros jefes. Sin confrontación no hay vida ni progreso. Nuestra responsabilidad es que esta confrontación se haga desde el respeto al otro, respetando sus derechos y sus decisiones. Si yo no respeto el derecho de autodeterminarse que tiene mi hijo, por más que me duelan sus decisiones, haré imposible la convivencia. Si yo no respeto el derechos de los pueblos, que por circunstancias históricas hemos tenido que estar unidos, a que un día quieran decidir su futuro por ellos mismos, entonces sí que la convivencia está en riesgo.

Cataluña y España, España y Cataluña están destinados a convivir y a colaborar de una manera muy especial, y la mejor forma de hacerlo es como iguales. Si una posible independencia de Cataluña crea una brecha entre los cristianos catalanes, será que no somos cristianos. Jesús vino a romper divisiones respetando la manera de ser de cada persona. El Evangelio nos enseña a amar a todo el mundo y a aceptar a cada persona en su historia concreta. Cataluña es un pueblo cohesionado que ahora está tensionado por una situación excepcional y por una respuesta intolerante por parte de los que no entienden que, como nación, tiene el derecho a decidir su futuro.

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