Francisco refunda el Instituto vaticano de estudios sobre la familia

  • La institución se adapta a la línea de Amoris laetitia, aunque seguirá llevando el nombre de Juan Pablo II
  • El nuevo contexto cultural y la centralidad de la pastoral ante las familias “heridas” guiarán el nuevo centro

El papa Francisco completa la profunda renovación del Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre matrimonio y familia, creado por el papa polaco tras el Sínodo de la Familia de 1980, al que siguió la exhortación Familiaris Consortio, y cuyo primer director fue el cardenal Carlo Caffarra, fallecido hace unas semanas.

A través de un motu proprio publicado hoy martes 19 de septiembre, Francisco instituye y establece la base de los estatutos de un nuevo ‘Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las Ciencias del matrimonio y de la Familia’, en sintonía con las últimas asambleas sinodales y con la actual relación con la Pontificia Universidad Lateranense, en cuyo edificio se encuentra en Roma. El propio Bergoglio inauguró el pasado curso en el Instituto con una audiencia en la Sala Clementina del Vaticano, el 27 de octubre de 2016.

En una nota conjunta del actual gran canciller, Vicenzo Paglia, y el director, Pierangelo Sequeri, este gesto de la Papa es una expresión de la importancia de reafirmar “la vocación originaria” del matrimonio al “nuevo horizonte social y cultural”, y de retomar la “herencia” que suponía el actual Instituto, aunque revitalizando su “potencial” para una mayor “fecundidad y actualidad”.

Respuesta al nuevo contexto familiar

Francisco reconoce la labor que la institución precedente en “la reflexión teológica y pastoral tanto en su sede en Roma como en las secciones internacionales, presentes en todos los continentes”.

Sin embargo, los últimos sínodos “han llevado a la Iglesia a una renovada conciencia del Evangelio de la familia y los nuevos desafíos pastorales a los que la comunidad cristiana tiene que responder”, señala el Pontífice. En este sentido, Berglogio recoge algunos de los principios que han cristalizado en Amoris laetitia: la “conversión pastoral” y la “transformación misionera de la Iglesia” que exigen poner a disposición de la “atención a las heridas de la humanidad” la formación académica y la reflexión sobre el matrimonio y la familia.

“Si una profundización fructífera de la teología pastoral no puede llevarse a cabo sin tener en cuenta el perfil eclesial particular de la familia, por otro lado, no escapa a la misma solicitud pastoral de la Iglesia la preciosa contribución del pensamiento y la reflexión que investigan, de la manera más completa y rigurosa, la verdad de la revelación y la sabiduría de la tradición de la fe, con el fin de comprender mejor la actualidad”, sentencia el Papa haciendo referencia a los principios conciliares.

La Iglesia está convencida de que “el bien de la familia es decisivo para el futuro del mundo”, y el “cambio antropológico-cultural” es lo que ha motivado esta “nueva estructura jurídica”, en la que se han ampliado los campos de interés, “tanto en referencia a las nuevas dimensiones de la pastoral y de la misión eclesial, como en el desarrollo de las ciencias humanas y la cultura antropológica en un campo tan vital para la cultura de la vida”.

A la espera de nuevos estatutos

En espera de los nuevos estatutos que concreten la organización de la nueva institución, que finalmente seguirá llevando el nombre de Juan Pablo II, el motu proprio establece seis artículos de normativa jurídica básica.

“El nuevo instituto, en el marco de las Instituciones Pontificias, constituirá un centro académico de referencia, al servicio de la misión de la Iglesia universal, en los campos de la ciencias del matrimonio y de la familia y en conexión con la alianza fundamental del hombre y de la mujer para el cuidado de la generación y la creación”, define el artículo 2.

Ante la autonomía total de la que gozaba con respecto a la Pontificia Universidad Lateranense, el documento invita a la “cooperación” en la “didáctica y la investigación” de ambas instituciones; aunque no se modifica la forma jurídica de la relación de ambos entes pontificios.

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