Jaime del Arenal: “Relaciones entre México y la Santa Sede van por buen camino”

  • El nuevo embajador mexicano ante el Vaticano se refirió a una relación basada en puentes que ha permitido trabajar en favor de diferentes sectores

El nuevo embajador de México ante la Santa Sede, Jaime Manuel del Arenal Fenochio, quien inició su misión diplomática el pasado 1 de septiembre tras presentar sus cartas credenciales al papa Francisco, concedió una entrevista a la agencia de noticias Zenit sobre las relaciones diplomáticas entre ambas naciones en los últimos 25 años.

En este sentido, consideró que las relaciones avanzan por buen camino, y destacó la visita del papa Francisco a tierras aztecas en febrero de 2016, la cual calificó “diez con mención honorífica”. Dijo que México hoy es un país muy presente en la Santa Sede.

Sobre la reunión que tuvo con el Santo Padre al acreditarse como embajador, aseguró que con el Pontífice hubo química, por lo que le hubiera gustado quedarse horas conversando con él.

“Fue muy cordial, porque soy muy latinoamericanista, de la Patria grande, de Martí y Bolívar y de Lucas Alamán”. Además porque es “un Papa que ha tocado temas como la autoridad entendida para hacer crecer, con valores. Esto es muy valioso”.

Reveló que algunos de los temas tratados con el Pontífice fueron: migrantes, pobreza y custodia de la naturaleza, así como su preocupación por Sudamérica.

“No lo sentí como una conversación formal… El papa Francisco me regaló 25 minutos de su vida”, dijo.

Relaciones favorables

Al preguntarle sobre el cambio registrado en las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y México en los últimos 25 años, el embajador recordó que también ha habido cambios muy importantes en las relaciones con algunos otros países, entre ellos Cuba y Rusia, pero reconoció la importancia de las relaciones con México, al ser el segundo país de católicos más numeroso del mundo.

Explicó que este cambio en las relaciones supuso en un primer momento el arreglo del orden constitucional para darle presencia a las iglesias en la vida pública y política. “Pública en el sentido estricto de la palabra: hacer pública la relación, que existía pero que era subterránea, con restricciones”.

Al ser interrogado sobre las restricciones que existían entonces, al punto de que en México estaba prohibido vestir sotana, el diplomático explicó que la reforma de 1992 fue “saludable”, porque a partir de ahí, se pudo determinar “cuáles vestimentas, cuáles órdenes religiosas, cuál educación católica, cuáles universidades, cuáles bienes de la Iglesia”.

Consideró que ese año se dio un esfuerzo conjunto, por parte de la Iglesia católica mexicana, de la Santa Sede y del Estado mexicano, apoyado por la sociedad, para que eso se reformara.

“No hay que olvidar –afirmó– que la iniciativa de reforma primero de la Constitución y las consecuencias del restablecimiento de las relaciones, fue avalada en el Congreso de la Unión por casi la totalidad de los miembros del Congreso”, muestra de que toda la sociedad mexicana quería ese cambio.

Puentes, no muros

En la actualidad –asegura el embajador–, “las relaciones Iglesia–Estado están bien, no ha habido un tema que las afecte mayormente. Reconoció que está el caso de sacerdotes asesinados, pero consideró que ese no es un tema religioso sino de seguridad, que afecta a sectores como maestros, periodistas, etc.

Subrayó que con la Iglesia se ha trabajado en “la construcción de una sociedad basada en puentes y no en muros, en el diálogo, y ahora también en la preservación del medio ambiente”.

Y concluyó: “Y la buena diplomacia se hace sobre puntos de convergencia, en lo que haya de diferencias es inútil pelearnos”. Además porque “si no hubiera cosas que hacer en lo que nos une, entonces podríamos pensar en las diferencias, pero es tanto lo que hay que hacer en los que nos une, que debemos seguir en este camino”.

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