El Papa denuncia las expulsiones colectivas y arbitrarias de emigrantes y refugiados

  • Francisco reclama de nuevo la apertura de corredores humanitarios y visados temporales especiales
  • El mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado de 2018, publicado hoy, invita a “acoger, proteger, promover e integrar” a estas personas

El Vaticano ha dado a conocer el mediodía de este 21 de agosto el mensaje del papa Francisco para la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado, que se celebrará el 14 de enero de 2018. El tema elegido para este año, y que da título al texto, es Acoger, proteger, promover e integrar a los emigrantes y refugiados.

Firmado el pasado 15 de agosto, el Papa recuerda que ha señalado “en repetidas ocasiones cuánto me preocupa la triste situación de tantos emigrantes y refugiados que huyen de las guerras, de las persecuciones, de los desastres naturales y de la pobreza”, algo que se fraguó en la creación de una sección específica en el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano –“dirigida temporalmente por mí”, apunta Francisco–.

Acoger, proteger, promover e integrar

Cada forastero que llama a nuestra puerta es una ocasión de encuentro con Jesucristo, que se identifica con el extranjero acogido o rechazado en cualquier época de la historia”, sentencia el Papa. Por ello, la respuesta integral de la Iglesia debe centrarse en los verbos “acoger, proteger, promover e integrar”.

Para Francisco, “acoger significa, ante todo, ampliar las posibilidades para que los emigrantes y refugiados puedan entrar de modo seguro y legal en los países de destino”, lo que implicaría “un compromiso concreto para incrementar y simplificar la concesión de visados por motivos humanitarios y por reunificación familiar”.

A la vez, el pontífice apela a la apertura de nuevos “corredores humanitarios para los refugiados más vulnerables” y pide “prever visados temporales especiales para las personas que huyen de los conflictos hacia los países vecinos”. “Las expulsiones colectivas y arbitrarias de emigrantes y refugiados no son una solución idónea, sobre todo cuando se realizan hacia países que no pueden garantizar el respeto a la dignidad ni a los derechos fundamentales”, denuncia el Francisco.

También se refiere el mensaje pontificio a cuestiones como la calidad de la ayuda, el personal de los controles de las fronteras, el derecho de asilo, el reclutamiento ilegal, la privación de documentación arbitraria… Por ello, el Papa asegura que “si las capacidades y competencias de los emigrantes, los solicitantes de asilo y los refugiados son reconocidas y valoradas oportunamente, constituirán un verdadero recurso para las comunidades que los acogen”. Algo que se traduce en el cumplimiento de los derechos del niño y el desarrollo de los “principios fundamentales del derecho internacional”.

Garantizar la libertad religiosa en los países de acogida

Dentro de la promoción de estas personas en los países de acogida, Francisco subraya que “la dimensión religiosa ha de ser reconocida en su justo valor, garantizando a todos los extranjeros presentes en el territorio la libertad de profesar y practicar la propia fe”.

La inserción socio-laboral, la atención a las familias, la asistencia a personas con discapacidad o el reparto justo de las ayudas de la cooperación internacional son temas fundamentales para la promoción y el enriquecimiento intercultural que supone la integración de inmigrantes y refugiados, detalla el texto papal.

“De acuerdo con su tradición pastoral, la Iglesia está dispuesta a comprometerse en primera persona para que se lleven a cabo todas las iniciativas” que implican estos cuatro verbos, concluye Francisco en su mensaje.

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