Agentes evangelizadores superan el reto de aprender a tocar guitarra en dos meses

  • El músico mexicano Gabriel López impartió el curso a catequistas y evangelizadores; la primera generación logró el desafío

Uno de sus sueños era enseñar a catequistas y evangelizadores a tocar guitarra con la finalidad de que éstos pudieran alabar a Dios con más herramientas; había muchos interesados, pero el principal obstáculo al final era siempre el mismo: “el tiempo”. Fue así que se le ocurrió lanzar un interesante reto: aprender a tocar guitarra en sólo dos meses. Más de 60 personas lo aceptaron… y lo lograron.

Gabriel López es músico, comunicador y productor. Inmerso desde hace 20 años en el circuito musical católico, ha conocido y escuchado las distintas caras y realidades de la evangelización; sin embargo, si de construir cimientos de fe en la sociedad se trata –asegura– los protagonistas no son los artistas ni las giras musicales de adoración, sino los agentes de pastoral que “alimentan día con día la llama de la fe con su humilde aportación”, y a ellos hay que darles las herramientas.

Fue años atrás cuando comenzó a notar que al proporcionarles las competencias musicales mínimas necesarias a los agentes evangelizadores para la animación de una Misa, un Rosario, una Hora Santa o un momento de adoración y alabanza, tenían más herramientas para propiciar momentos y ambientes de fe en sus círculos de acción.

Fue entonces que pensó en retar a los participantes a aprender a tocar guitarra en dos meses, partiendo de cero, ya que los evangelizadores por lo general son personas con ocupaciones que no tienen la oportunidad de matricularse en una escuela de música de largo plazo.

Una experiencia exitosa

La primera promoción del curso-taller la realizaron en mayo y junio de este año en las instalaciones de Vox Dei en la Diócesis de Toluca.

Gabriel López calculó que atenderían a la iniciativa a lo mucho una docena de personas, pero su sorpresa fue que se inscribieron 61, entre catequistas, evangelizadores, líderes de movimientos, coros completos, señoras que dirigen el Rosario en las novenas y funerales, así como laicos desconectados de su parroquia pero que deseaban aprender a tocar la guitarra para ir el jueves a adorar a Jesús Eucaristía.

Le sorprendió que algunas personas asistieran de localidades a más de una hora y media de distancia: “fue necesario organizarlos en cuatro grupos y acondicionar un garaje con el mobiliario y los recursos audiovisuales adecuados para ofrecer una experiencia formativa musical de calidad y calidez”.

Un método creativo

Explica que se trata de un curso-taller de 20 sesiones de 2 horas para el aprendizaje de la armonía básica y el desarrollo de técnicas de guitarra popular. “Cada lección lleva a los participantes a la aplicación de lo aprendido en un tema musical del repertorio de nuestra fe. Así, desde la primera lección ya están tocando un canto”, dijo.

Destacó que con un 30 por ciento de teoría y el resto de práctica, los asistentes logran ver resultados tangibles y aplicables desde la primera clase. “Todas las diapositivas, así como los videos de los ejercicios, les son enviados vía Whatsapp, y cada alumno tiene el compromiso de practicar 30 minutos diarios para garantizar el aprendizaje”, agregó.

Gabriel López afirmó que la mezcla de la necesidad y el deseo de aprender a tocar guitarra para adorar al Señor es un factor determinante en el éxito del programa. “El espíritu de colaboración, de comunidad y compañerismo entre el grupo de personas que ya viven un proceso de conversión, es el detonador del avance acelerado de aprendizaje”.

Comentó que al final del programa de formación los asistentes desarrollaron la habilidad para ejecutar 12 de los estilos musicales más populares de la música de fe, montaron un repertorio de 45 cantos, los suficientes para acompañar cualquier celebración litúrgica.  “Sólo dos personas no concluyeron el reto, una por situaciones personales y otra por cambios de horario en su trabajo”.

Listos para acompañar

Este tipo de experiencias de formación musical se han implementado en pequeñas células de las diócesis de La Paz, Baja California Sur; en Guadalajara, Jalisco; así como en la Prelatura de Cancún, Quintana Roo, a invitación expresa de algunos sacerdotes, pues depende de la Pastoral Litúrgica parroquial o diocesana, así como de líderes de movimientos, discernir si esta propuesta se alinea a sus planes pastorales.

Para Gabriel López, “la música es uno de los servicios más humildes, y se debe compartir con humildad y generosidad, sin un espíritu oficialista o conductista en que se enfaticen las prohibiciones y se promuevan poco las posibilidades”.

Al referirse a las principales deficiencias en los coros eclesiales, Gabriel López consideró que a éstos llegan muchas personas con deseos de servir a sus hermanos, pero en muchos casos no están preparados para autoformarse musicalmente y no hay una formación de formadores musicales en la fe”.

Añadió: “Percibo entre los coros una visión de movimiento que no les permite saborear la riqueza y diversidad de la Iglesia universal y la herencia musical de nuestra fe. La alta rotación de los integrantes de los coros en cortos periodos de tiempo impide que los esfuerzos de consolidación den los frutos esperados”.

Consideró que el desafío más grande que ve en los coros es liberarse de la tiranía de las modas musicales pasajeras, tan presentes en el repertorio de los grupos, modas musicales limitadas al entretenimiento, el emocionalismo, a la frase ligera, pegajosa y el relativismo doctrinal”, señaló.

Música saludable para el alma

Por otra parte, opinó que a pesar del vasto legado musical nacional y universal, el pueblo necesita una educación en cuanto a apreciación musical se refiere, para que los hábitos de consumo musical sean saludables y nutritivos para el alma. “Pretender despojar a la música de la armonía, la poesía, la narrativa y la melodía consumiendo sólo ritmo e instintos primitivos como sucede con el reguetón, deja a nuestros jóvenes en un analfabetismo estético y un vacío espiritual”.

En este sentido, dijo que varias diócesis ya están realizando esfuerzos por formar a sus coros, algunas con una estrecha vinculación con conservatorios y casas de formación serias: “varios colegas músicos católicos ya tienen circuitos didácticos musicales nacionales e internacionales. Sin embargo, podemos caer en la tentación del sensacionalismo para vender humo inaplicable a la vida parroquial. Es necesario formar a los coros desde su realidad, en la espiritualidad, en la disciplina musical y en el liderazgo”, añadió.

Aseveró que urgen procesos serios y comprometidos para dar las herramientas mínimas necesarias a quienes han recibido el llamado a cantar en nombre de Dios. “Así mismo necesitamos generar las metodologías realistas para transferir el conocimiento y el gusto musical a personas que no tienen como prioridad profesional ser músicos”.

“Por ultimo –dijo– es necesario que desmonopolicemos los circuitos musicales de conciertos católicos, que generemos verdaderas alternativas de exposición de las propuestas emergentes, desmitifiquemos el hecho de que sólo se tiene unción si cantamos con un acento caribeño o pentecostales, y que remexicanicemos la expresión musical católica para rescatar nuestra identidad”.

El proyecto continúa

Para el músico católico, “el hambre y el deseo de desarrollar habilidades musicales de parte de catequistas y evangelizadores que no esperan la fama y el aplauso, sino servir a sus hermanos, recuerda que la trascendencia no es un fin, sino una consecuencia”.

Por ello, informó que al concluir el curso hubo recurrente inquietud de los participantes por continuar con un segundo módulo de formación en la guitarra, ensambles, canto y formación espiritual. “Fue tal la motivación y la promoción de los participantes que acabamos de iniciar nuevamente el curso taller de guitarra básica para servidores con 52 participantes en tres grupos. Iniciamos también el segundo módulo de guitarra el cual están tomando el 80 por ciento de los participantes que inicialmente tomaron el primer módulo y también abrimos un taller de canto con 35 asistentes. Varios de los participantes fueron enviados por sus sacerdotes”.

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