Por una Iglesia con rostro amazónico

Avanza el proceso de REPAM en Colombia

Ya en 1971, durante una reunión en Iquitos (Perú) organizada por el Departamento de Misiones del CELAM, monseñor Gerardo Valencia Cano señalaba el anacronismo de ciertas estructuras eclesiásticas que obstaculizaban la labor de la evangelización en la cuenca amazónica. El prelado consideraba anti-humanas las barreras que separan a los hombres, impidiendo su integración y liberación. A su parecer, una estructuración de la Iglesia evangelizadora para dicha región debía luchar contra la división de la selva, impuesta política y económicamente.

Tales planteamientos sirven de referencia para celebrar los esfuerzos que actualmente se realizan con el objetivo de dar a luz una Iglesia con rostro verdaderamente amazónico, que se renueva desde la periferia y trasciende todo tipo de fronteras, en orden a la defensa de la vida en el territorio.

En el marco de tales esfuerzos nació en 2014 la Red Eclesial Pan Amazónica (REPAM), una iniciativa en que confluyen agentes de pastoral de Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Venezuela, Guayana Inglesa, Guyana Francesa, Surinam y Colombia. Entre sus objetivos están la búsqueda del respeto del medio ambiente y la promoción integral de los pobladores de la eco-región ─en su mayoría, indígenas─ con la idea de que sean sujetos de transformación en la Iglesia y en la sociedad.

La imposición de megaproyectos

En uno de sus documentos programáticos, REPAM señala que históricamente la Pan Amazonía ha sido concebida como espacio de ocupación y control en función de intereses hegemónicos externos. El informe incluye la siguiente consideración: “en la actualidad más del 20% de su cobertura vegetal ya no existe; fue retirada y quemada para permitir el acceso a proyectos de minería, de ganadería, de extracción de madera, de hidroelectricidad, de asentamientos de campesinos, entre otros”. Plantea, además, el texto que mientras la región se enfrenta a la imposición de megaproyectos que consideran al territorio amazónico como mera fuente de recursos y de crecimiento económico, en ella se viven graves problemas de inequidad; para luego añadir: “la Iglesia camina en medio de esta realidad, al ritmo que camina el pueblo más pobre”.

Según el papa Francisco, hay lugares que requieren una protección particular por su enorme importancia para el ecosistema mundial. La Amazonía es uno de ellos. Con el fin de reflexionar sobre el cuidado de la Casa Común en clave de reconciliación, a la luz de lo planteado por el obispo de Roma en su encíclica Laudato si’, semanas atrás tuvo lugar en Leticia, Amazonas, el tercer encuentro de REPAM a nivel nacional.

La actividad reunió a cerca de cien personas vinculadas a las doce jurisdicciones eclesiásticas de la Orinoquía y la Amazonía colombianas. En su opinión, son desafíos para una pastoral de conjunto con enfoque diferencial el extractivismo de recursos naturales; la corrupción política, la búsqueda de soberanía alimentaria; el rol de la juventud y su potencialidad para trasformar las realidades locales; así como las expectativas y preocupaciones en relación con la implementación de los acuerdos de paz.

“El patio central”

Pastoral Social Regional Suroriente ha llamado la atención sobre la agudización de la tala de árboles tras la salida de hombres y mujeres de las FARC de regiones contraladas hasta hace muy poco por la guerrilla. Mientras tanto, la Fundación Paz y Reconciliación ha señalado que antiguos miembros de dicho grupo habrían desertado en el camino hacia la entrega de armas para conformar una disidencia en el sur del país que persiste en la violencia y en el tráfico de drogas, especialmente en Guaviare y Caquetá. Hasta qué punto las expectativas de algunos excombatientes sobre prácticas productivas que esperan consolidar en la región son acordes con el territorio forma parte de las preguntas que algunos agentes de pastoral se formulan por estos días.

Incluyendo los proyectos de las grandes empresas, en tensión con los planes de vida de los pueblos originarios, la disyuntiva de fondo parece estar hecha de concepciones y modos de vida diferentes. Así lo dejó ver el padre Alfredo Ferro durante el encuentro: “nos sentimos desafiados; antes la Amazonía era el patio trasero, ahora es el patio central y existe una disputa por el territorio”.

La encíclica de Francisco pone el foco en tal conflicto y destaca la labor de quienes buscan caminos de futuro: “los ecosistemas de las selvas tropicales tienen una biodiversidad con una enorme complejidad, casi imposible de reconocer integralmente, pero cuando esas selvas son quemadas o arrasadas para desarrollar cultivos, en pocos años se pierden innumerables especies, cuando no se convierten en áridos desiertos”. “Un delicado equilibrio se impone a la hora de hablar sobre estos lugares, porque tampoco se pueden ignorar los enormes intereses económicos internacionales que, bajo el pretexto de cuidarlos, pueden atentar contra las soberanías nacionales. De hecho, existen propuestas de internacionalización de la Amazonia, que sólo sirven a los intereses económicos de las corporaciones transnacionales”. “Es loable la tarea de organismos internacionales y de organizaciones de la sociedad civil que sensibilizan a las poblaciones y cooperan críticamente, también utilizando legítimos mecanismos de presión, para que cada gobierno cumpla con su propio e indelegable deber de preservar el ambiente y los recursos naturales de su país, sin venderse a intereses espurios locales o internacionales”.

En atención a lo planteado por el Papa, los participantes del encuentro llevado a cabo en Leticia profundizaron énfasis, estrategias y acciones a adelantar de manera conjunta.

Los jesuitas, por ejemplo, vienen promoviendo esta clase de acciones desde hace ya tres años. Al tiempo que surgía REPAM, la CPAL asumía el reto de hacer de la Amazonía un territorio prioritario, junto a Haití y Cuba. Uno de los logros de su trabajo ha consistido en generar redes con colegios y universidades y empezar a construir un proyecto específico al servicio de la región, a través de campañas de sensibilización y de incidencia. Lo anterior va unido a procesos de sistematización de experiencias, de investigación y de fomento de proyectos productivos para una sostenibilidad integral; sin que falte un componente transversal: la promoción de una espiritualidad inculturada.

El cenáculo de la selva

“La inmensa selva amazónica, homogénea en su variadísima riqueza natural, podría ser para los apóstoles de Cristo el cenáculo de una eucaristía sin más ritos que el amor del verbo encarnado y redentor”, decía en la década de 1970 monseñor Valencia Cano. Algo de ese amor se presiente en las acciones con que agentes de pastoral de diversas procedencias buscan maneras para articularse y dar de sí en favor de un destino para la Amazonía acorde con la vocación del territorio y de sus habitantes. El modo como entienden la misión evangelizadora y las estructuras que deben sostener su trabajo más allá de las fronteras se traduce en respuesta a un anhelo histórico y señala horizontes de novedad.

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