“Una llamada telefónica y Dios te cambian la vida”

Enrique Martínez Ossola, acogido por Bergoglio en su juventud hoy es designado obispo auxiliar de la diócesis de Santiago del Estero, al norte de Argentina. Un pastor reconocido por tarea pastoral como sacerdote y por su característica alegría cordobesa.

Desde marzo de 2013, la tarea más difícil que se le puede encargar a una sacerdote en la Argentina es ser designado obispo en el país natal del Papa. Esta vez le tocó a Enrique Martínez Ossola, quien el pasado 19 de junio fue designado por Francisco como obispo auxiliar de la diócesis norteña de Santiago del Estero.

“Una llamada telefónica, y Dios te cambia la vida. No hay que buscar la gloria propia, sino crecer en el servicio”. Así de claro es este sacerdote, vicario general de la diócesis de La Rioja, con Vida Nueva, recién conocido su nombramiento.

Enrique Martínez Ossola

“El origen de mi vocación –recuerda Martínez– es la admiración que me despertó la figura de un sacerdote cercano a mi familia. A los 10 años ingresé al Seminario Menor de Jesús María (Córdoba), pero mi adolescencia desdibujó esas ganas de ser sacerdote. Al plantear a mi director espiritual esa duda, me respondió: ‘¿Y por qué no ser cura?’. Ese interrogante me llevó a poner en mi horizonte la opción del sacerdocio”.

Así fue que ingresó al Seminario Mayor. “Allí aparece de una manera providencial la figura de monseñor Enrique Angelelli. Con otros tres compañeros viajamos a La Rioja, y luego de un tiempo de discernimiento, fuimos admitidos en esta diócesis como seminaristas”, rememora. Y agrega: “Iniciamos un período de intenso aprendizaje pastoral. Reuniones de los agentes de pastoral, sacerdotes, religiosas y laicos, nos fueron marcando a fuego la actitud misionera de una Iglesia que intentaba seguir los lineamientos del Concilio  Vaticano II”.

Aunque frena por un instante su alocución para recordar. En seguida apunta: “El día de nuestra ordenación sacerdotal , descubrí el origen profundo de mi vocación. Al término de la misa, al saludar a mi madre, luego de un largo abrazo y de un beso me dijo: ‘Ahora puedo decirte que desde el día de mi casamiento le ofrecí a Dios que, si me daba hijos, se los entregaba para su servicio… Nunca antes te lo dije para no condicionar tu libertad’. Creo que en la actitud de ofrecimiento de mi madre, está la clave del llamado de Dios”.

Con el “padre Jorge” de sus años formándose para el sacerdocio en la Facultad de Teología de los jesuitas

En un momento de mi formación en La Rioja, Angelelli vió la necesidad de que sus seminaristas completen sus estudios académicos en la Facultad de Teología de los Jesuitas, en San Miguel (Buenos Aires). “Nos encontramos con Bergoglio. Todo el proceso allí vivido fue fortaleciendo mi decisión de consagrar mi vida al sacerdocio”, comenta Martínez.

“El primer contacto con él –hace memoria– lo tuve sin saber que ese sacerdote delgado y joven era, nada menos, que el superior provincial de los jesuitas. Al enterarme, mi trato confianzudo dió marcha atrás, pero él lo restauró en seguida con m mucha sencillez: ‘Para ustedes soy Jorge’. Así fue, hasta el día de hoy, que nos distingue con su trato cordial. Durante su gobierno de los Jesuitas en Argentina mantuvo una cordial relación con la diócesis de La Rioja, y durante ese tiempo, el número de jesuitas en la historia diocesana fue el más numeroso”.

“Somos testigos de su actuación de Bergoglio”

Pero la historia de Martínez Ossola es conocida. Fue retratada en La lista de Bergoglio (Claretianas) un libro en el que el periodista italiano Nello Scavo da cuenta del testimonios de diversas personas que fueron ayudadas por el jesuita Bergoglio a escapar de los sicarios de la dictadura militar que gobernó la Argentina entre 1976 y 1983.

Pero en su relato, el vicario general de La Rioja no demora en hacer un recuento de un tiempo de terror: “Las muertes de los religiosos palotinos [Alfredo Leaden, Alfredo Kelly, Pedro Dufau, Salvador Barbeito y Emilio Barletti, masacrados el 4 de julio de 1976 en la parroquia San Patricio, Buenos Aires], luego la de los padres Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville, sacerdotes de Chamical, [asesinados el 18 de julio de 1976 en La Rioja] y la del laico Wenceslao Pedernera, culminando con el asesinato de Angelelli [el 4 de agosto de 1976], no hicieron más que cumplir el anuncio de Tertuliano: ‘la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos’”.

Estas muertes “fortalecieron el deseo de servir a ese Pueblo que necesitaba de Pastores”, afirma convencido el recién nombrado obispo auxiliar de Santiago del Estero. Y detalla: “En este tramo, el padre Bergoglio tuvo un papel muy cercano, ayudándonos a superar el dolor por la pérdida de nuestro pastor, y de hermanos en la fe”.

Durante este tiempo violento, denominado oficialmente por el Gobierno militar como Proceso de Reorganización Nacional, Martínez Ossola cuenta: “el padre Jorge Bergoglio mantuvo una postura de defensa de la vida y eso nos incluyó a los tres seminaristas riojanos que por esa época estudiábamos en Buenos Aires. Sobre todo, después del asesinato de nuestro obispo Angelelli”.

“Somos testigos de su actuación, dando refugio a perseguidos por ser considerados subversivos y usando sus contactos para permitir la salida del país”, confiesa.

“Al regresar a La Rioja –asegura–, fuimos cumpliendo con el rodaje pastoral que nos preparase para la ordenación sacerdotal. En el Retiro previo, el padre Jorge nos guió con su reflexión y con sus consejos, para entrar de lleno, en el servicio de Dios”.

Una “personalidad chispeante” llegará a Santiago del Estero

Martínez Ossola con el obispo de La Rioja, Marcelo Colombo

El actual obispo de La Rioja, Marcelo Colombo, emitió un comunicado al conocerse el nombramiento de Martínez Ossola. En él le agradeció por estos años de “fiel colaboración con mi ministerio episcopal, su cercanía fraterna y sus oportunas intervenciones en distintas tareas que le he confiado”. Y agregó: “Ahora trabajaremos juntos en la Conferencia Episcopal Argentina y ciertamente la pertenencia de ambas diócesis a la región del noroeste argentino cruzará frecuentemente nuestros caminos en el servicio a nuestras comunidades diocesanas”.

Consultado por Vida Nueva, Colombo confió: “por toda la historia que le tocó vivir en Buenos Aires cuando Bergoglio era el provincial de los jesuitas, puede parecer que Francisco hoy lo hace obispo como una cosas graciosa de su voluntad monárquica. Pero esto no me parece justo ni para con Francisco ni para con el padre Enrique, quien ha tenido un hermoso desempeño pastoral en sus casi 40 años de sacerdote; ha sido párroco en casi toda la diócesis de La Rioja, llevando a cada lugar su personalidad chispeante de un cordobés trasplantado en La Rioja”.

A propósito, Martínez Ossola no puede dejar de lado sus orígenes: “De Córdoba me traje el humor, que ayuda a no dramatizar los problemas y a encontrarles salida por medio del absurdo. También me traje el don precioso de la fe, una niñez contenida por mi familia, y la ofrenda de mi madre que Dios tomó en cuenta”, aseveró.

“Como Obispo pido la Gracia de crecer en mi servicio, en mi entrega y en mi disponibilidad. Confío en la ayuda del Pueblo Santo ,y también del Señor. Quiero poder decir junto a María. ‘El Todopoderoso obra maravillas en mi pequeñez’”, confió el futuro obispo auxiliar de Santiago del Estero.

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