El obispo de Huelva: “No podemos soslayar la fiesta del Rocío”

Peregrinos, en el camino del Rocío/EFE

Fin de semana grande en el Rocío. Religiosidad popular efervescente. Mediática. Tanto que en ocasiones se esterotipa. Y no se detiene en el fervor real que hay en el camino y en la aldea. Ninguna duda tiene al respecto el obispo de Huelva, José Vilaplana, que participa de la peregrinación y sabe, a la manera de Bergoglio, que la piedad popular es un punto de partida clave para una experiencia de fe.

No es de los que busca peros a la romería ni a las hermandades. Todo lo contrario. Se suma como uno más. Prueba de ello es que no faltará a su cita con la Misa Pontifical de Pentecostés el próximo domingo a los pies de la Blanca Paloma.

Así lo refleja en la carta pastoral que ha escrito para este Pentecostés, con la que se suma y justifica la alegría que se expresa en cada una de las hermandades a golpe de sevillanas: “No es una fiesta de penitencia, sino una fiesta de gloria pues tiene lugar al terminar el tiempo de la Pascua, el tiempo de la resurrección”, explica el prelado, consciente de que “no podemos soslayar la naturaleza festiva de la celebración del Rocío”.

Un grupo de rocieros con el Simpecado camino de la aldea del Rocio/EFE

Un grupo de rocieros acompañan al Simpecado camino de la aldea del Rocio/EFE

“Si toda devoción mariana tiene un profundo sentido eclesial, con más razón la devoción rociera”, matiza sobre la romería más popular de nuestro país, apuntando que  “las hermandades rocieras, en cualquier lugar en que estén afincadas, deben cultivar el espíritu de la evangelización no sólo de los hermanos, sino también del ambiente en el que estén presentes”.

Blázquez: “No queremos enriquecernos”

Hay que rendir cuentas. Ayer, la Conferencia Episcopal presentó el Informe Anual de Actividades de la Iglesia. Por la mañana, los responsable del área económica del Episcopado hacían propio ante los periodistas con datos que una vez más tumban las tesis de los privilegios eclesiales.

Se han cumplido diez años del nuevo régimen de asignación tributaria, ese que hizo que la Iglesia no reciba ni un euro de los Presupuestos Generales del Estado. Hoy, el 35% por ciento de las declaraciones de la renta que se presentan en nuestro país marcan la casilla de la Iglesia. ¿Qué recibe la sociedad a cambio? Un 138% de lo que se recibe a través del IRPF. O lo que es lo mismo, cada euro recibido se multiplica por tres.

Por la tarde, a todos estos datos se les dio forma y brillo a través de un acto celebrado en CaixaFòrum. Las cifras dieron pasos a los rostros. El de Jose, un subteniente militar de Getafe, que capitanea la Cáritas castrense de la localidad. El de otro Jose, un ex presidiario que pudo salir del hoyo gracias al capellán de la cárcel. O África, una profe de Religión de Móstoles, que tiene alumnos musulmanes, ortodoxos y ateos en sus aulas públicas, que valoran como cualquier católico la importancia del hecho religioso en la vida pública.

“La Iglesia está aquí para servir: a Dios y a usted, las 24 horas, todos los días del año”, resumió el secretario general de la Conferencia Episcopal, José María Gil Tamayo.  Esa es la Iglesia de la declaración de la Renta. Lo reafirmó al concluir el presidente de la Conferencia  Episcopal, Ricardo Blázquez: “Lo que recibimos con una mano, lo damos con la otra. No queremos enriquecernos”. Y añadió: “En la Iglesia no queremos ponernos ninguna medalla. Sentimos incluso pudo al hablar de nosotros. Informar de lo que hacemos es una obligación y un gesto de gratitud a la sociedad”.

Chiquitunga, primer paraguaya en subir a los altares

La Comisión Médica dependiente de la Congregación para la Causa de los Santos ha dado su visto bueno. Un hecho científicamente inexplicable. Es el resultado del informe en torno al milagro atribuido a la religiosa Maria Felicia de Jesús Sacramentado, una carmelita descalza de Paraguay a quienes todos conocen como Chiquitunga.

El milagro que se le atribuye a la monja es la curación de un bebé recién nacido que recuperó los signos vitales después de que su corazón se parara durante veinte minutos. Hoy aquel niño, llamado Ángel Ramón, tiene 15 años.

Chiquitunga nació en 1925 en la localidad paraguaya de Villarrica y no ingresó en el Carmelo de Asunción hasta que cumplió los 30 años. Cuatro años después falleció de una hepatitis. Teniendo en cuenta cómo suele ser el ritmo de la Congregación para la Causa de los Santos, en tres meses podría firmarse el decreto y ponerse fecha para que el cardenal Amato pueda celebrar la primera beatificación de una paraguaya. Otra santa del Sur.

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