Aumentan las masacres en el campo brasileño

  • En los últimos 35 días, 22 personas han sido asesinadas
  • Organizaciones pastorales denuncian la situación en una dura: ‘Sin derecho a la tierra en vida, masacre y muerte indigna’

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Con una nota pública, cinco organizaciones que desarrollan su misión pastoral en zonas rurales de Brasil “denuncian y claman justicia ante la trágica y aterradora escalada de violencia en el campo”, que en los últimos 35 días ha dejado 22 víctimas mortales en tres masacres y una tentativa.

Con el título ‘Sin derecho a la tierra en vida, masacre y muerte indigna’ y publicado el 31 de mayo, el pronunciamiento lo firman de manera conjunta la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT), el Consejo Pastoral de los Pescadores (CPP), el Servicio Pastoral del Migrante (SPM), Cáritas Brasileña, y el Consejo Indigenista Misionero (CIMI).

La nota hace memoria de las recientes matanzas de campesinos e indígenas que luchan por la tierra, en promedio “casi una por semana”.

Primero fue Colniza, en el estado de Mato Grosso (20 de abril); después fue Vilhena, en Rondônia (29 de abril); luego fue el ataque a los indios Gamela, ocurrido en Viana, en Maranhão (30 de abril); y, por último, la masacre de Pau D’arco, en Pará (24 de mayo), donde la policía civil y militar asesinó a nueve hombres y a una mujer.

Argumentos en contra de la versión oficial

Sobre la tragedia de Pau D’arco, la Iglesia cuestiona la versión oficial de los órganos públicos, según la cual las muertes ocurrieron durante una confrontación armada, dado que los policías “habían sido recibidos a bala”. Con firmeza, el comunicado asevera que “esta versión pretende hacer creer que el pueblo brasileño es imbécil y que no tiene capacidad de discernimiento”, argumentando que ninguno de los 29 policías que participaron en la acción fue herido, y, además, la escena del crimen fue manipulada al punto de que fueron los mismos policías involucrados quienes trasladaron los cuerpos a la ciudad.

Las declaraciones de algunos sobrevivientes a miembros del Ministerio Público “indican que hubo una ejecución fría y planeada” consumada con signos de barbarie: “Los cuerpos de las víctimas fueron arrojados como animales en carrocerías de camionetas, llevados a una distancia de 350 km para pericias, y devueltos del mismo modo a los familiares”, quienes los recibieron ya en proceso de putrefacción, en el piso de una funeraria, por lo que tuvieron que ser enterrados aprisa, sin oportunidad de velación.

En Brasil, la ausencia de soluciones a los problemas por la tierra ha traído consigo el incremento de la violencia en el campo, especialmente desde 2014. Lamentablemente, “el año 2017 promete superar el 2016, que batió record en situaciones de conflicto por la tierra”, según los datos que se han registrado en los últimos 32 años.

Consecuencia de la crisis política y el “agronegocio”

“Es evidente que esta exacerbación de los conflictos agrarios en número y violencia está ligada a la crisis política y al avance de las fuerzas del agronegocio sobre los Poderes del Estado brasileño”, denuncian las pastorales sociales, sin dejar de señalar la responsabilidad que corresponde a las autoridades gubernamentales.

“El Estado brasileño ha sobrepasado los límites del irrespeto a la ciudadanía y a los intereses del pueblo, en una democracia de fachada, cinismo y desfachatez, que se alimenta de los desmanes criminales impunes. La desobediencia o manipulación de la legalidad es seña para los excesos, para el descaro en la represión de los pobres, es permiso para matar y menospreciar”.

Asumida así, la violencia extrema “se torna funcional, pedagógica”, al extremo de “negar a los campesinos, sin tierra, pescadores, quilombolas, indígenas, un mínimo de dignidad y cualquier trazo de igualdad, de pertenencia a la humanidad”.

Ecocidio y el hidrocidio, las otras caras de la violencia

La “casa común” no escapa de la violencia perpetrada en el campo, en sus diversas expresiones: “Es masacre, es suicidio, provocado, sobre todo, por el uso irracional de agrotóxicos. Es ecocidio, pues es responsable de la creciente y veloz destrucción del medio ambiente. Es hidrocidio, pues es responsable de la sequía de millares de fuentes de agua”.

Justicia y dignidad, en defensa de la vida y del ‘Buen Vivir’, reclaman las pastorales sociales del campo en Brasil. “Contamos con todos los que se compadecen con los que, en el campo y en la ciudad, son los que más sufren con el descalabro de esta situación”.

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