Juan José Omella: “El príncipe de la Iglesia es aquel que vuelve al Evangelio”

  • Vida Nueva entrevista al nuevo cardenal arzobispo de Barcelona
  • “Francisco ha puesto el timón de la Iglesia en una dirección, que es la que marca su Evangelii gaudium”

Juan José Omella, arzobispo de Barcelona y neocardenal

El 21 de mayo, justo un mes después de cumplir los 71 años, Juan José Omella recibió la llamada de un obispo amigo que le retransmitía en directo, desde la Plaza de San Pedro, que el Papa acaba de citar su nombre como el de uno de los cinco cardenales que crearía en el consistorio del próximo 28 de junio. Cuando pudo rehacerse de la sorpresa, siguió su visita pastoral en una parroquia y luego, por la tarde, en la cárcel, con los presos. Solo cuando llegó a su casa, pasadas las nueve de la noche, con más de 400 whatsapps en el móvil, dejó que aflorase “el temor y el temblor” que le supuso esa muestra de confianza del Papa.

El misionero que aún lleva dentro sonríe con benevolencia ante esta distinción, le recuerda lo que se ha perdido en África y, más en serio, le advierte: “Sigue siendo aquel hombre sencillo que quería a los zaireños, mantén aquel talante de servicio y la cordialidad. No busques nada más…”. (…)

PREGUNTA.- O sea, que lo de ser príncipe de la Iglesia…

RESPUESTA.- El príncipe de la Iglesia es aquel que vuelve a las raíces del Evangelio, al ‘no he venido a ser servido, sino a servir’. Ese es el príncipe, el que sirve. Como decía Dostoyevski en ‘El idiota’, la belleza que salva al mundo es la del amor, y esa es la belleza que la Iglesia tiene que conservar…

P.- Tres cardenales españoles en tres años de un pontificado que mira preferencialmente a las periferias más que a las sedes cardenalicias tradicionales… ¿Qué le está queriendo decir el papa Francisco a la Iglesia en España con ello?

R.- A la Iglesia española, no lo sé, pero a mí me está diciendo que ha puesto el timón de la Iglesia en una dirección, que la marca su Evangelii gaudium. Así que me dice: ‘Trata tú, Omella, y tratad todos los obispos del mundo, de ir por ese camino’, que no se aleja de lo que dice el Evangelio ni de lo que han dicho papas anteriores, como Pablo VI. Y nos pide renovar el ardor misionero en la Iglesia europea, que ha vivido durante muchos años, entre comillas, en una era de cristiandad, por lo que teníamos tendencia a dormirnos en los laureles. Por eso, hemos de poner el motor en marcha y salir con fervor, como los primeros apósteles, a evangelizar. (…)

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