Fátima cien años después: mucho más que “brillos apocalípticos”

  • Darío Chimeno y José María Navalpotro abordan el fenómeno mariano en el libro ‘Cien años de luz’
  • “En general nos gusta lo extraordinario. Sin embargo la luz de la Virgen es más cálida”, aseguran los autores

 

Fátima, apariciones, Portugal

“Francisco tiene una gran devoción a la Virgen, y a esta advocación le guarda un especial cariño. Viene a Fátima solo a rezar a la Virgen, lo cual recuerda la peregrinación que hizo Pablo VI, que viajó solo para pedir por la paz en el mundo y por la Iglesia”. Así explica Darío Chimeno, director de la revista Mundo Cristiano, qué mueve al Papa ante la inminente peregrinación que iniciará el viernes 12 de mayo al santuario portugués, con motivo del centenario de las apariciones marianas.

Chimeno, junto a José María Navalpotro –redactor jefe de la misma publicación-, es el autor de ‘Cien años de luz’ (Ediciones Palabra), libro que presentaron ayer lunes 8 de mayo en Madrid y en el que, además de ofrecer las principales claves sobre el mensaje de las apariciones, lleva a cabo un exhaustivo ejercicio de contextualización de las mismas hasta hoy.

“Hemos querido hacer un libro sencillo para el gran público y que pueda por capítulos, conocer y entender qué pasó hace cien años en Fátima, qué ha dicho y dice la Iglesia y los Papas sobre estas apariciones y qué es el Santuario hoy en día, con sus testimonios, milagros, y datos”, explica con humildad este periodista.

Además, detalla cómo el libro “no es un tratado, ni va a aportar nada esencialmente nuevo de lo que ya otros han escrito con mucho acierto. Pero sí queremos que el lector descubra lo que a nosotros no deja de asombrarnos: que cuanto más sabes de Fátima, más te sorprende la Virgen y, evidentemente, Dios mismo”.

Darío Chimeno, izda., y José María Navalpotro, autores de ‘Cien días de luz’

Fátima, foco de devoción popular mundial

Precisamente desde ahí, Chimeno presenta a Fátima como un “foco de devoción popular “muy arraigado, y no solo en Europa, sino en todo el planeta. Allí te encuentras desde coreanos hasta rusos, pasando por vietnamitas o argentinos”. Prueba de ello son los cinco millones de personas que se reciben cada año: “Fátima es un verdadero foco de paz, de amor a la Virgen, de amor a Dios en definitiva. Y eso el Papa lo sabe y quiere dar su bendición –subraya Chimeno-. Antes se menospreciaban estas formas de devoción popular y ahora cada vez más va gente de todo nivel intelectual y social, muy especialmente familias”.

Este respaldo a Fátima, que certificaron tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI, tiene en Francisco otro apoyo inequívoco. El sábado canonizará a Francisco y Jacinta, los dos hermanos pastores que presenciaron las apariciones de la Virgen y a quienes, junto a otra niña –que luego sería religiosa, sor Lucía– fueron depositarios del mensaje que les comunicó, conocido como los tres secretos de Fátima.

El riesgo de lo extraordinario

Desde este halo de misterio que puede rodear a esta devoción, los santuarios ligados a apariciones marianas pueden correr el riesgo precisamente de quienes acuden queden atrapados por lo extraordinario. ¿Cómo dar un salto más allá para que, lejos de deslumbrarse por el “espectáculo” al que puede incitar, se traduzca en un impulso para una fe madura?

“En general nos gusta lo extraordinario y todo aquello que reluzca con brillos de apocalipsis, nos atrae. Sin embargo, la luz de Dios y de la Virgen es distinta. Es más cálida, protectora, acogedora. Es maternal. Por eso hemos querido titular el libro como ‘Cien años de luz’. La luz de la Virgen siempre está ahí. Es cierto que la Virgen quiso revelar a unos niños –revelaciones privadas– un secreto en tres partes. Y que su contenido es fuerte (el infierno, las guerras mundiales, el comunismo, la persecución de la Iglesia, el atentado del Papa…)”, reconoce Darío Chimeno.

A renglón seguido apostilla que, “como ya explicó la propia Sor Lucía ‘el objetivo de todas las apariciones era el de hacer crecer siempre más en la fe, en la esperanza y en la caridad. Todo el resto era solo para conducir a esto’”. De ahí que el coautor del libro, se muestre convencido de que “los peregrinos en Fátima no destacan por grandes emociones o manifestaciones exageradas, lo que destacan todos es el ambiente de paz y de oración. No es secundario que la explanada se llame ‘recinto de oración’”.

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