La selección de personal en el Vaticano, ahora con sello de calidad

  • El C9 de Francisco insta a mejorar los procesos para elegir a los laicos y religiosos que trabajen en la Santa Sede
  • Los titulares del día, bajo la mirada del director de Vida Nueva

Francisco, en una eucaristía en Santa Marta

Y van 19. Las reuniones del Consejo de Cardenales, el organismo creado por Francisco para canalizar las reformas de la Iglesia, va dando sus frutos. Tres días intensivos de los hombres del C9 para poner en marcha una mejora de las selección de personal en quienes trabajan en y para el Vaticano. Y no se escapará nadie. Ni sacerdotes ni laicos.

En más de una ocasión me han comentado que el Papa quiere trasladar a las dependencias vaticanas la fórmula de la vida religiosa. Contratos a tiempo definido. O lo que es lo mismo, si un sacerdote es llamado por la Santa Sede para cumplir una tarea determinada, lo hará con tiempo limitado y billete de vuelta. Así busca evitar el carrerismo y la tentación que convertir las oficinas vaticanas en despachos de elefantes. Al igual que un religioso un día es director de un colegio en Valencia y a los tres años puede convertirse en auxiliar de aula en Calatayud, esa misma apertura se esperaría de quienes acepten un puesto de trabajo en la Santa Sede. Habrá que ver cómo se concreta.

Pero no solo de contratos han hablado estos días los cardenales, también han abordado, entre otros temas, el balance económico de la Santa Sede así como la revisión del funcionamiento de los tribunales vaticanos. Poco a poco van dando pasos también sobre la Constitución que sustituirá a la Pastor Bonus promulgada por Juan Pablo II. Aunque según fuentes cercanas al C9, “será lo último que veamos, puesto que tiene que reflejar de alguna manera todas las reformas que todavía quedan por hacer”.

El Papa “hipster” que  participa en TED

“No eres nadie en Estados Unidos si no te han invitado a dar una conferencia TED”, me lo comenta un amigo cuando le digo el nuevo desembarco de Francisco. Después de romper con toda barrera en lo que a entrevistas y ruedas de prensa se refiere, Jorge Mario Bergoglio da un salto –con red- para hacerse presente en el foro más “hipster” del planeta.

TED son las siglas de Tecnología, Entreteminiento y Diseño y esconde tras de sí a una fundación dedicada a abordar los grandes temas de la opinión pública desde una perspectiva innovadora. Se cuidan muy mucho de buscar ponentes que aporten luz. Hay quien define estas conferencias como “el balneario del cerebro”, en tanto que muchas de ellas vienen a fomentar la creatividad, a trabajar la perseverancia, a recuperar la motivación…

Y ahí es donde ha irrumpido el Papa, con una reflexión sobre la necesidad de construir un futuro juntos, donde nadie quede fuera. “La existencia de cada uno de nosotros está unida a la de los demás: la vida no es tiempo que pasa, sino tiempo de encuentro”, asegura el Papa con la mirada fija en el espectador al que interpela al recordarle la realidad de los enfermos, de los refugiados o de los presos: “¿Por qué ellos y no yo?”.

a oratoria le lleva además hablar de su experiencia como migrante y a reclamar que, a la vez que descubrimos planetas lejanos, seamos capaces de “redescubrir las necesidades del hermano y de la hermana que orbitan en torno a mí”.

Cumple fielmente Francisco con el límite de los 18 minutos que se le ofrece a cada ponente en una charla que, como las de Clinton o Gates, es totalmente gratuita.

Un aprobado por los pelos… Pero aprobado

El Gobierno busca otorgar el título de Secundaria Obligatoria, aun cuando no se ha llegado al aprobado. Se podrá obtener aun cuando queden colgadas dos asignaturas, siempre y cuando no sean Matemáticas y Lengua de forma simultánea. Lo ha intentado a través de un real decreto. Pero se ha tropezado con el Consejo Escolar del Estado que ya ha presentado un informe preliminar en el que aprecia que es “anómalo” expedir el título sin lograr el pertinente 5.

Una escuela inclusiva, donde nadie se quede atrás, en la que se pueda ofrecer un aprendizaje cooperativo y adaptado a las capacidades de cada uno. Totalmente de acuerdo. Pero sin que esto menoscabe la cultura del esfuerzo, la que requiere unos mínimos. Y ese mínimo es el aprobado, aunque sea por los pelos. Pero que lo sea.

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