Ramos picantes en Uruguay

El cardenal Sturla manifiesta su preocupación por la violencia, los femicidios y la implementación de la venta de marihuana en el territorio uruguayo.

“Decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo” (Jn. 8,6). Esto afirma el evangelista de los escribas y fariseos que le presentaron la mujer adúltera a Jesús para que opinara qué debían hacer con ella. Mientras Jesús predica la buena nueva en el Templo, llegan estas personas que, más que su enseñanza, buscaban hacerlo decir algo que luego lo dejara expuesto ante la gente y las autoridades.

Luego de la celebración de Domingo de Ramos en la Catedral de Montevideo, una variedad de periodistas esperaban al cardenal Daniel Sturla para realizar una pequeña conferencia de prensa en el atrio de la iglesia. Tiene sentido: la semana santa es, tradicionalmente, una de las pocos momentos en el año en que los medios periodísticos de este país tan secularizado le dan un espacio a las figuras religiosas para que nos recuerden y expliquen por qué este tiempo es especial para los creyentes –si bien es cierto que desde la llegada Sturla, la Iglesia y el arzobispo tienen un lugar mucho más fuerte en los medios–.

Salvando las distancias, este interrogatorio en el templo después de la prédica no deja de ser una instancia de puesta a prueba, donde nunca faltan las preguntas sobre temas candentes y la esperanza de que el entrevistado se pise el palito o se meta en un lío. Por eso, cada vez hay una mayor preocupación por el media-training que deben tener las personas que ocupan este tipo de roles, es decir, la preparación necesaria para saber interactuar con los medios. Aunque, puesto en perspectiva, hace más de dos mil años que como Iglesia nos venimos enfrentando a este tipo de situaciones.

 

“Vos fumá”

Hace ya casi cinco años que el entonces presidente uruguayo José Mujica anunció la legalización de la marihuana en el país, pero la muy anticipada venta en las farmacias todavía está por concretarse. A principios de abril el gobierno del actual presidente Tabaré Vázquez, también de la coalición partidaria Frente Amplio, afirmó que en dos meses esto sería una realidad.

Desde el primer anuncio de la idea de Mujica –que, al momento, era más una idea que un plan de acción– hasta ahora se tuvieron que dar muchas discusiones, definiciones y negociaciones. Por ejemplo, la distribución a través de las farmacias fue muy discutida, tanto por sus connotaciones simbólicas como por la resistencia de estos mismos comercios, o las garantías de privacidad que tendrían los registros de consumidores. Es importante recordar que en una primera instancia esto fue presentado en el marco de un paquete de medidas del gobierno para combatir la inseguridad, y no argumentándolo desde una perspectiva del derecho al consumo. El objetivo central desde la fundamentación oficial era pretender darle un golpe al narcotráfico, quitándole mercado.

En Uruguay el consumo de marihuana nunca estuvo penado por ley, pero sí su compraventa y cultivo, lo que, en los hechos, la prohibía. Desde entonces, se han ido dando varios pasos hacia la legalización de su producción, venta y consumo. El uso medicinal de la planta está permitido, así como su comercialización para ese fin. También se ha habilitado el autocultivo, para lo que la persona tiene que estar inscripta en un registro, ser mayor de edad y tener un máximo de seis plantas por casa (más allá de cuántas personas vivan en ella), sin exceder los 480 gramos anuales de cosecha. Además se han creado los clubes cannábicos, donde las personas pueden asociarse para cultivar cooperativamente, teniendo que contar con un mínimo de 15 miembros, un máximo de 45 y un máximo de 99 plantas. Según datos oficiales, hoy hay 6.057 autocultivadores y 33 clubes registrados.

Para poder adquirir próximamente la droga en farmacias habrá que ser mayor de edad y estar inscripto en un registro especial. Esta inscripción será habilitada en un mes, y la venta comenzará en dos, según los últimos anuncios oficiales. Cada persona podrá comprar un máximo de 40 gramos por mes (lo que coincide con el máximo de tenencia permitida), a un precio aproximado de 1,30 dólares por gramo, cantidad que por lo general se requiere para un cigarro de marihuana o porro. La producción está a cargo de empresas privadas, habilitadas y controladas por el nuevo Instituto de Regulación y Control del Cannabis (IRCCA), que se financiará con un margen de la venta y, según estipula la ley, llevará adelante políticas de prevención y tratamiento con dichos recursos. Manejar y concurrir al trabajo bajo los efectos de la sustancia, así como fumar en espacios cerrados de uso público, sigue estando prohibido, regulándose de manera similar a otras drogas legales como el alcohol o el tabaco. Tampoco puede ser vendida por particulares, está prohibida su publicidad y no se permitirá la compra por parte de extranjeros, buscando no fomentar el turismo cannábico como en otros países.

Consultada su opinión respecto de estas últimas novedades, Sturla remarcó la importancia de que se llegue con un mensaje claro que no convierta esta legalización del consumo en una promoción del consumo: “El Uruguay supo superar de forma muy buena lo que es el tabaquismo, porque hubo una campaña muy bien organizada para eso y una postura oficial del presidente contra esa plaga. Que se permita la venta de cannabis de marihuana, bueno, ya es una ley, el tema fundamental es que se haga una campaña, que ojalá sea exitosa, en contra del uso de la marihuana, porque sabemos que tiene muchos problemas”.

 

Enfermedades y soluciones

El cardenal Sturla también fue consultado por la iniciativa que está siendo discutida a nivel parlamentario de instalar la figura legal del femicidio como un delito particular y especialmente agravado, que comprende los casos donde una mujer sufre violencia por el simple hecho de ser mujer. Al respecto confesó que no tenía una opinión formada en cuanto al proyecto de ley, pero que siempre estaba a favor de todo lo que se haga para lograr la paz y la tolerancia en la familia. De ahí pasó al tema más general de la violencia, diciendo que estos casos, junto con la violencia en el deporte, los problemas entre las bandas y los ajustes de cuentas, hablan de “algunas enfermedades que tenemos que atender” en nuestra sociedad.

 

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