Una “estela de muerte” se cierne sobre Mocoa tras una avalancha por las inundaciones

entierro en Mocoa Colombia después de que murieran murieran 273 personas por una avalancha provocada por lluvias torrenciales y el desbordamiento de varios ríos abril 2017

El 82% de los municipios de Colombia tienen población asentada en zonas de riesgo

entierro en Mocoa Colombia después de que murieran murieran 273 personas por una avalancha provocada por lluvias torrenciales y el desbordamiento de varios ríos abril 2017

Los primeros datos oficiales hablan de 273 muertos y 262 heridos

MIGUEL ESTUPIÑÁN (BOGOTÁ) | Aumenta el número de muertes por una avalancha ocurrida en Colombia el 31 de marzo. El hecho tuvo lugar en la población amazónica de Mocoa (Putumayo), después del desbordamiento de tres ríos durante una noche de intensas lluvias. Si bien al cierre de esta edición se hablaba oficialmente de 273 personas muertas, 262 heridas y más de 200 desaparecidas, desgraciadamente, otras serán las cifras con el paso de las horas…

La avalancha destruyó 17 barrios de Mocoa, habitados en gran medida por personas pobres, quienes se asentaron junto a quebradas o ríos tras sufrir desplazamientos forzados, como efecto del conflicto armado interno que vive el país. Gustavo Wilches-Chaux, experto en gestión del riesgo, atribuye las causas de la tragedia a problemas de ordenamiento territorial en la región. Un informe preventivo publicado en 2015 por la Procuraduría General advertía de que el 63% de los municipios del país no habían actualizado sus planes de ordenamiento territorial y el 82% reconocían tener población asentada en zonas de riesgo.

Ya hace tres años hubo noticias en Mocoa de que un desastre así podría ocurrir si no se prestaba atención al represamiento en La Taruca, uno de los afluentes del río Sangoyaco. En sus homilías en la catedral, el padre Édgar Parra se hizo eco de las advertencias del periodista Jorge Kuaran. Sin embargo, según cuenta ahora el sacerdote a Vida Nueva, el alcalde del municipio lo calificó entonces de paranoico.

Cerca de la medianoche del día 31, Parra escuchó gritos. Llovía torrencialmente. Al percatarse del aumento del caudal del río situado a escasos metros, apenas tuvo tiempo de salir de su casa. La corriente lo arrastró, pero sobrevivió. En expresión suya, el primer día de abril amaneció con “una estela de muerte”. Entre las víctimas: feligreses, catequistas y vecinos. Sobreponiéndose al shock, el sacerdote se unió al comité creado por la Diócesis de Mocoa-Sibundoy para hacer frente al impacto de la avalancha. No ha habido tiempo para entregarse al dolor…

En un comunicado, la Conferencia Episcopal de Colombia pide a Dios que dé “fortaleza a los afectados por la tragedia” y reclama el compromiso de los fieles para implicarse en el “proceso de reconstrucción”.

Publicado en el número 3.031 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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