“Debemos vivir en la verdad de lo que somos, sin autocomplacencias que nos enceguecen”.

ENTREVISTA – ALEJANDRO GOIC. Obispo de Rancagua, Chile
por Roberto Urbina

Se cumplieron dos años de su renuncia a la diócesis de Rancagua, al cumplir 75 años, y recién hizo una nueva visita ad limina junto a los obispos chilenos. Fue presidente de la Conferencia Episcopal durante dos períodos y luego vicepresidente. Desde su creación preside el Consejo Nacional de Prevención de Abusos y acompañamiento a las víctimas donde ha desempeñado una labor destacada. Alejandro Goic Karmelic nació en Punta Arenas, el extremo sur del país. Allí fue párroco y luego vicario general hasta ser elegido obispo, en 1979. Recién nombrado vicario general, falleció el entonces obispo y debió asumir como vicario capitular por varios meses hasta la llegada del sucesor.

La reciente visita ad limina tuvo características inéditas, ¿qué impresión se llevó usted?
Encontrarse con el papa Francisco es como encontrarse en casa, por su cercanía, su sencillez, su lenguaje directo, su acento argentino y sus modismos conocidos por nosotros los chilenos. He estado en visitas ad limina con el hoy santo Juan Pablo II (fui consagrado Obispo por él el 27 de mayo de 1979), con Benedicto XVI, hombres excepcionales, pero el marco de encuentro con ellos era más formal.
Tuvimos tres encuentros con Francisco: el lunes 20 de febrero, casi tres horas, en un diálogo directo, abierto. Tratando los grandes temas de la evangelización; escuchando las intervenciones del Papa, especialmente las respuestas que daba a las preguntas que hacían los que intervenían. Luego, el jueves 23 un segundo encuentro con el Papa y varios cardenales de los principales dicasterios, acerca de la comunión eclesial y sinodalidad. En este punto tocamos el doloroso tema de los abusos que ha marcado tanto nuestra Iglesia en estos últimos años; la presencia y misión de la Iglesia en Chile y los principales desafíos para la evangelización para que nuestra Iglesia sea fermento y sacramento de unidad en el país; acompañamiento y cuidado de los evangelizadores y la santidad como vocación y responsabilidad de todos los creyentes. Hubo un intermedio en este encuentro con un café y un ameno encuentro con el Papa y sus colaboradores. Con fotos e incluso algunas entrevistas para radio y televisión, por parte de algunos obispos que oficiaban de improvisados periodistas.
El tercer encuentro fue la concelebración eucarística en la capilla de su residencia en Santa Marta (27 de febrero) y la despedida personal con cada uno.En síntesis, un tiempo de comunión profunda con el sucesor de Pedro.

¿Cuáles fueron las principales orientaciones que sacaron los obispos para la Iglesia en Chile?
Personalmente, siento que el testimonio evangélico del Papa con sus gestos y palabras es un estímulo para ser pastores cercanos, sencillos, acogedores, capaces de escuchar mucho, de dialogar con sinceridad y franqueza. Pero no vivir agobiados por los problemas, que sin duda existen, sino vivirlos en la fe y desde la fe, y en la esperanza de Cristo Resucitado. Nos animó a realizar una evangelización que asuma las realidades que vivimos e infundir en ellas la Buena Nueva. Es lo que podría llamar la conversión pastoral. Fue hermoso vivir esos momentos de discernimiento con Francisco: nos toca evangelizar la actual realidad con miradas portadoras de esperanza. El Sínodo acerca de los jóvenes es justamente un camino que se abre para escuchar a los jóvenes y valorar sus ansias de servir, de realizar acciones positivas y buscar con ellos los caminos más adecuados para su evangelización.

Retos de la Iglesia chilena

Frente al ambiente de desconfianza en las instituciones, que incluye a la Iglesia,¿han definido acciones para recuperar la credibilidad y mejorar el ambiente en el país?
Somos conscientes que como Iglesia jerárquica los obispos hemos perdido credibilidad; también las principales instituciones de nuestra patria. Hay una desconfianza muy grande en Chile. Todos hemos de hacer una honda reflexión y una profunda conversión. En el retiro espiritual de la Cuaresma de 2016 del Papa y sus colaboradores, el predicador les dijo: “No basta ser creyentes, debemos ser creíbles. Tenemos un poder enorme: el de hacer no creíble nuestro anuncio viviendo una vida mustia einsípida” (E.Ronchi).
Hemos de reconocer con humildad nuestros errores y pecados y –con la gracia de Dios– comenzar de nuevo. El testimonio de vida y la cercanía real y efectiva con los “descartados” de la sociedad, como dice Francisco, son parte de los caminos para recuperar la credibilidad.

En los últimos tiempos, Chile ha vivido situaciones complejas de corrupción, se ha desprestigiado a los políticos, a empresarios, a un sector de Carabineros. ¿Qué puede hacer la Iglesia frente a esto?
En primer lugar, trabajar seriamente al interior de ella para recuperar nuestra propia credibilidad con una vida más coherente con el Evangelio. Vivir en la verdad de lo que somos, sin autocomplacencias que nos enceguecen. Me preocupa la desafección de muchos a nuestra Iglesia, especialmente de vastos sectores juveniles. El próximo Sínodo es una gracia que Dios nos regala para escucharlos, acogerlos, amarlos y servirlos. Con humildad, sin buscar nada a cambio, tenemos que anunciar los grandes valores de la paz, la justicia social, la preocupación por los más pobres y sufrientes; entre ellos los adultos mayores para que tengan una ancianidad digna en el atardecer de sus vidas con pensiones justas, etc. Tenemos que recuperar desde la Iglesia nuestro servicio al mundo, desde un seguimiento más radical de Jesucristo y su Evangelio.

¿Cuáles son las principales actividades que están realizando en la Comisión de Prevención de los abusos?
En abril de 2011 se creó en Chile el Consejo Nacional de Prevención de Abusos y acompañamiento a las víctimas para proponer, orientar y evaluar las políticas de prevención, y ofrecer el necesario apoyo a las víctimas. En todas las diócesis, desde esa fecha al presente, hay un equipo de personas que trabaja. Incluso en las más pequeñas, en donde hay al menos un responsable en el área.Hemos organizado cuatro Jornadas Nacionales de formación; talleres en casi todas las diócesis con participación de miembros del Consejo Nacional. Se han elaborado las líneas guías Cuidado y Esperanza que están siendo conocidas por los agentes pastorales, hasta el presente más de 10 mil personas. Confiamos, en tres o cuatro años más, que la gran mayoría que trabajan en parroquias, colegios, comunidades, movimientos apostólicos, realicen esta formación con el objetivo fundamental de crear ambientes sanos y seguros para niños, jóvenes y adultos.

¿Qué objetivos se plantean frente a esta realidad?
La Conferencia Episcopal ha tomado la decisión clara en todos sus estamentos de erradicar el flagelo de los abusos de la Iglesia y ayudar a toda la sociedad chilena. No es un trabajo fácil. A veces hay dificultades internas. No siempre hemos asumido verdaderamente la prioridad de las víctimas y comprendido que el abuso sexual es algo devastador y permanente. Desde 2011 en nuestras Asambleas Plenarias siempre hay alguna sesión acerca de este doloroso tema.

 

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