La recepción del zen entre cristianos

“Antenas” para guiar a tantos ciegos que buscan saciar su experiencia mística

portada Pliego El zen entre cristianos 3030 abril 2017

ANA MARÍA SCHLÜTER, Maestra Zen de Zendo Betania | El zen se presenta con frecuencia como una forma racional de espiritualidad sin fe, una religión alternativa o una alternativa a la religión. Sin embargo, son muchas las personas que, a través de este camino, redescubren las dimensiones más profundas de su vida y hasta el propio Evangelio, empezando a conectar con la mística cristiana. En un tiempo sediento de experiencia mística de la Realidad, el zen contribuye a desplegar esas “antenas” con las que guiar a tantos ciegos e insatisfechos por la jungla de las más diversas espiritualidades.

Desde comienzos de la Edad Moderna, el alma, y sus manifestaciones míticas, simbólicas y místicas, fue marginada y relegada al olvido por una conciencia racional autosuficiente. La razón acabó por erigirse en Occidente como medida última de todas las cosas, incluida la visión del mundo. La cultura dominante se fue centrando sobre todo en lo racional y lo científico, en la técnica y la conquista del mundo exterior.

Pero en contra de esta imposición a ultranza de la razón se habían alzado también otras voces, por ejemplo las de los místicos, si bien se fueron convirtiendo en una corriente marginal y sospechosa. En el siglo XIV, el autor anónimo de La nube del no-saber escribió: “Es una gran pena (…) que en nuestros días, no solo unos pocos sino casi todos están tan ciegos por una loca contienda sobre la más reciente teología o los descubrimientos de las ciencias naturales, que no pueden entender la verdadera naturaleza de esta simple práctica (de la contemplación)”.

En el siglo XVII, el gran filósofo y matemático francés Blaise Pascal afirmó, tras haber vivido una profunda experiencia mística: “El corazón tiene sus razones que la razón no puede entender”, y también: “La tarea más sublime de la razón es reconocer sus propios límites; hay una infinidad de cosas que la sobrepasan. Es muy débil, si no llega a reconocer esto”.

Ya entrado el siglo XX, C. G. Jung escribe: “En una ceguera verdaderamente trágica, hay teólogos que no se dan cuenta de que no es cuestión de demostrar la existencia de la Luz, sino de que hay ciegos que no saben que sus ojos podrían ver. Es necesario caer en la cuenta de que para nada sirve alabar y predicar la Luz, si nadie la puede ver. Sería necesario desarrollar en el hombre el arte de ver”.

En medio de un mundo que se obstina, cada vez con mayor intensidad, en no creer más que en lo que puede ser visto, medido, tocado o demostrado racionalmente, las dimensiones más profundas de la vida parecen diluirse o quedar reducidas a su expresión teórica. Como reacción ante esto, no es extraño que estallara en el siglo XX una “rebelión del alma” (Karlfried Graf Dürckheim), pues la represión continuada y sistemática de la dimensión más profunda del ser humano es, a la larga, aún más perniciosa que cualquier otro tipo de represión: para el ser humano la vida pierde su sentido y, como así no puede vivir, acaba rebelándose.

1. Reacciones ante la ceguera de la época

2. Antenas para el ciego errando con su palo en la jungla

Un ciego errando en la jungla, dando palos de ciego, es una manera de expresar la situación del ser humano que siente en falta algo importante y no sabe bien cómo ni dónde buscarlo. Está insatisfecho, le falta algo; busca sin saber si realmente existe algo que podría saciar su insatisfacción. En realidad, darse cuenta de que falta algo importante, reconocer ante sí mismo que echa de menos algo fundamental y no seguir tapando esta falta en falso con cosas, drogas de todo tipo y actividades, ya es un gran paso.

Hay muchos que viven sin siquiera darse cuenta de que les falta algo. Este ser humano, por inteligente que sea, da palos de ciego mientras no le crezcan antenas que le hagan capaz de dejarse guiar a donde no sabe, como Abrahán.

Sin duda, una de las formas que han surgido en la humanidad para desarrollar estas “antenas” es el zen. No es la única, pero va muy derecha al grano. Es exigente.

El Vaticano II lo recomienda a los cristianos en el decreto conciliar Ad Gentes, cuando dice: “Consideren con atención el modo de asumir en la vida religiosa cristiana las tradiciones ascéticas y contemplativas, cuya semilla Dios ha esparcido con frecuencia en las antiguas culturas antes de la proclamación del Evangelio” (AD 18).

Jesuitas de la Universidad Sofía de Tokio, uno de ellos H. M. Enomiya-Lassalle, trabajaron en el borrador de este texto siendo Pedro Arrupe provincial de Japón. En él se nombraban explícitamente zen y yoga. En la redacción final se evitó limitarlo a estas dos tradiciones, con lo que don Samuel Ruiz, obispo mexicano de San Cristóbal de Las Casas, pudo aplicarlo también a la tradición maya.

3. Qué es el zen

4. Prevenciones ante (desviaciones de) el zen

4.1. Aprovechar elementos sueltos

4.2. Prácticas mal llamadas zen por carecer de la orientación que este camino exige

4.3. Ser maestro espiritual cristiano no capacita sin más para guiar en el camino del zen

4.4. Enseñanza anticristiana del zen

4.5. El falso “vacío” lleva a negar elementos esenciales de la fe cristiana

4.6. Discernir qué es auténtico despertar

4.7. El no-hacer mal entendido

4.8. El no-pensar mal entendido

4.9. El zen presentado equivocadamente como alternativa a la religión

5. Tiempo cósmico

6. Misión importante en nuestro tiempo

 

Publicado en el número 3.030 de Vida Nueva. Ver sumario

 


CÓMO CONSEGUIR EL PLIEGO COMPLETO:

* Si eres suscriptor de la revista: léelo ahora

* Si quieres comprar el número suelto en la app de la Revista Vida Nueva. En el nº 3.030: para iPad o para Android

* Suscríbete a Vida Nueva

Compartir