Editorial

Sobre Hazte Oír, o cuál es el motor que mueve a los católicos

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portada Vida Nueva Hazte Oír 3029 marzo 2017 pequeña

EDITORIAL VIDA NUEVA | El 28 de febrero comenzó a circular por Madrid un autobús con el lema Los niños tienen pene. Las niñas tienen vulva. Que no te engañen. Ha pasado un mes y los ecos de esta campaña promovida por Hazte Oír se mantiene con su desembarco en Barcelona. Esta iniciativa ha propiciado airados debates sobre la libertad de expresión, la ideología de género…

En este análisis, hay quien ha buceado en el ser y hacer de Hazte Oír, presentándola incluso como un ente “ultracatólico”. En algunos casos, también se ha vinculado a esta organización y a sus entidades satélite con El Yunque, una sociedad secreta de origen mexicano. Pero, ¿es Hazte Oír católica? ¿Tiene que ver algo con El Yunque?

La asociación que preside Ignacio Arsuaga saltó a la palestra al promover las manifestaciones contra el matrimonio homosexual, el aborto o sobre Educación para la Ciudadanía durante la era Zapatero, concentraciones que respaldó la Conferencia Episcopal y apoyaron en la calle miles de ciudadanos.

La defensa de estos principios comunes ha llevado a identificar a Hazte Oír como una realidad eclesial ante la opinión pública y entre los propios católicos, que la equiparan a un movimiento de laicos, colaborando con donativos, pero también como voluntarios. Sin embargo, Hazte Oír no consta como asociación pública de fieles. Como señala Arsuaga, “no sé quién pertenece a El Yunque, al Real Madrid, al Opus Dei o quién es evangélico o católico”.

Lo que sí recoge el informe El Transparente, encargado por la Conferencia Episcopal Española en 2010, y subraya una sentencia judicial de 2014, es la vinculación “entre algunos de los miembros de Hazte Oír con El Yunque”. El obispo auxiliar de Getafe, José Rico Pavés, mantiene hoy por hoy esta misma tesis, como confirma a Vida Nueva, “ahora con muchos más testimonios y argumentos”.

El asunto va más allá de la decisión
de subirse o no a un autobús para hacerse oír.
Está en juego discernir cuál es
el motor que mueve la presencia de los católicos
en medio de la sociedad.

Son muchos los católicos que, en tiempos de turbulencias, demandan una presencia pública más allá de lo institucional para reivindicar sus derechos y libertades como ciudadanos. Pero no cualquier presencia es legítima, ya que se pueden enmarañar medios, fines y motivaciones profundas.

Para evitar confusiones, los obispos, como pastores de su pueblo, están llamados a arrojar luz y a encaminar estas inquietudes. Por eso, no estaría de más que cada una de las diócesis –como también la Conferencia Episcopal–, valorara la gravedad de la cuestión y ofrecieran orientaciones clarificadoras a los fieles, como lo han hecho en Getafe y Toledo.

El asunto va más allá de la decisión de subirse o no a un autobús para hacerse oír. Está en juego discernir cuál es el motor que mueve la presencia de los católicos en la vida pública. Para escuchar y hacerse escuchar, fieles a la verdad.

Publicado en el número 3.029 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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