Santa Anna, la parroquia que enamora a los pobres

La primera iglesia que abre sus puertas las 24 horas del día para acoger a los sin techo de Barcelona

parroquia Santa Anna en Barcelona acogida a los sin techo

El P. Ángel con Viqui Molins, en la puesta en marcha de esta iniciativa

Santa Anna, la parroquia que enamora a los pobres [extracto]

JORDI LLISTERRI | “En mi vida me he enamorado de muchas mujeres, pero nunca de una iglesia”. Como cuenta uno de los sin techo acogidos, Santa Anna es la parroquia de Barcelona que enamora a los pobres. Desde que, a mitad de enero, decidieron abrir las puertas de la parroquia todo el día para acoger a gente de la calle, sus sacerdotes, religiosos, religiosas y voluntarios no dejan de escuchar frases como esta. Como la madre que lleva a su hijo con discapacidad en una silla de ruedas y, en el templo, encuentra a alguien que les escucha: “Nunca abandone a su hijo, conmigo lo hicieron”. O que te digan que, “normalmente, en la calle somos invisibles, pero aquí tenemos nombre”. Es lo que más conmueve, lo que impulsa el corazón que hay detrás de esta iniciativa.

Todo empezó con la ola de frío que llegó a primeros de año a Barcelona. Unos días antes, uno de los sacerdotes de Santa Anna, Xavier Morlans, había visitado en Madrid la iglesia de San Antón, cuyo párroco es el padre Ángel García, fundador de Mensajeros de la Paz. Quería ver cómo funcionaba esta comunidad de acogida en el centro de Madrid abierta las 24 horas del día. Al rector de Santa Anna, Peio Sánchez, y a la red de comunidades de vida consagrada del casco antiguo de Barcelona ya les rondaba por la cabeza hacer alguna cosa similar en la capital catalana. Pensaban sobre todo en las personas sin hogar con las que hablan cada día en la calle, en sus problemas y esperanzas.

Con temperaturas bajo cero por la noche, no quisieron esperar más. Abrieron la parroquia y ofrecieron techo, comida y cama a los que no tenían nada. El primer día fueron unos pocos en una capilla. Después, 30. Al día siguiente, 60. Una de las noches llegaron casi a un centenar, y ya tuvieron que habilitar camas en la misma nave de la iglesia, a los pies del altar. Esos días no dejaba de llegar comida, mantas y ropa, mientras crecía el número de voluntarios. Era la respuesta al impacto que causó la noticia difundida en los medios locales: una iglesia abre sus puertas a los pobres. Lo que no tendría que ser noticia.

parroquia Santa Anna en Barcelona acogida a los sin techo

El templo sigue siendo un espacio de oración y mantiene las actividades habituales de la parroquia

Colaboración de varias entidades

Barcelona cuenta con una red de albergues para los sin techo y entidades sociales que hace años que se preocupan de la inserción y acompañamiento a este colectivo. Pero no todos entran en el sistema. A veces, por cosas tan aparentemente simples como que los albergues municipales no dejan entrar a sus mascotas. “Mi perro tiene papeles y yo no”, les contaba uno de los acogidos en la parroquia.

No es difícil deducir que una iglesia no reúne las condiciones necesarias para acoger a tanta gente pernoctando y comiendo en las capillas. Así, pasada la semana de frío intenso, los responsables de Santa Anna se pusieron a trabajar para consolidar el proyecto y que tuviera continuidad. Durante estas semanas se ha buscado una salida para las personas que dormían en la calle. La colaboración de Cáritas, de otras entidades y de los Servicios Sociales han conseguido normalizar la situación. “No echamos nunca a nadie, pero les damos una alternativa”, explica la teresiana Viqui Molins, religiosa residente en el Raval que ha liderado este proyecto con los sacerdotes.

Espacio de oración y de acogida

La experiencia demostró que, más importante que el techo, es la acogida. “Es una alegría pensar que Jesús estaría contento al ver que este espacio de oración se ha convertido en un espacio de acogida”. Lo remarca Molins porque, durante esos días, la parroquia no abandonó su actividad litúrgica y pastoral. Al contrario. En las celebraciones se han juntado los sin techo con los feligreses habituales. Cuentan cómo algunos de los acogidos lloraban emocionados en la celebración al encontrarse de nuevo formando parte de una comunidad. Para Molins, es importante que “Santa Anna no haya dejado de ser un espacio de oración; no hemos dejado de orar, y para mí fue una alegría ver la capilla del Santísimo, en la que he orado tantas veces, convertida en un espacio de acogida en el que todos somos iguales”.parroquia Santa Anna en Barcelona acogida a los sin techo

Después de la actuación de emergencia –que no se descarta repetir si es necesario–, la parroquia ha iniciado otra etapa. Inspirándose en la llamada de Francisco, se presenta como un “hospital de campaña”. Ahora, el templo está abierto las 24 horas del día. Un grupo creciente de voluntarios hace turnos para materializar lo que dice el Papa, que la Iglesia debe ser como “un hospital de campaña al que llegan las personas heridas buscando la bondad y la cercanía de Dios”.

Se han habilitado distintos espacios propios, para que sea un centro de oración y de acogida, material y espiritual. No es un comedor social ni un albergue para pernoctar, pero a cualquier hora acoge a quien busque cobijo o escucha. Alrededor de la nave central gótica se encuentran cuatro capillas en servicio permanente. La capilla del Santísimo, la más amplia, se ha rebautizado como la capilla de la Piedad. Allí es donde toda persona de la calle que busque resguardarse del frío, un café o un poco de conversación puede entrar las 24 horas del día.

Es un espacio en el que también están invitados a entrar los que van a misa y, además de compartir su tiempo con el Señor, quieran hacerlo con la gente que está en la calle y a los que, hasta ahora, nunca nadie les decía nada. El Santísimo está ahora en la capilla de Montserrat. Por primera vez, en el centro de Barcelona hay un espacio de adoración perpetua.

Justo enfrente, la Capilla del Santo Sepulcro es un espacio de escucha atendido por los sacerdotes y voluntarios. Lo definen como “el Teléfono de la Esperanza, pero cara a cara”. Un espacio abierto también a la reconciliación sacramental. Y en otra capilla se ha habilitado un despacho de Cáritas, en el que un asistente social atenderá unas horas a la semana a las personas que pasen por la parroquia.

Mientras, se mantienen los servicios litúrgicos y otras actividades que ya se hacían en la parroquia, como el espacio de primer anuncio Ven y verás, que dirige cada semana Morlans. También se han organizado varios actos y conciertos para dar a conocer el proyecto y recaudar fondos. Y no han olvidado la presencia en las redes sociales: @hospitalcampany. parroquia Santa Anna en Barcelona acogida a los sin techo

El ‘whatsapp’ del Papa: “Gracias por el lío”

La nueva etapa se presento públicamente este febrero con una visita del padre Ángel, fundador de Mensajeros de la Paz. Peio Sánchez remarcaba que este proyecto ha empezado bajo el impulso de tres personas de 80 años: el propio padre Ángel, Viqui Molins y Francisco.

De hecho, el Papa ya está al tanto. Un sacerdote argentino amigo suyo, que casualmente pasó por Santa Anna, le mandó un whatsapp a Francisco contándole la iniciativa, y este respondió: “Gracias por el lío que armaron en Barcelona”.

También el arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, y su auxiliar, Sebastià Taltavull, han bendecido el proyecto. Estos días han visitado más de una vez la parroquia y, en una carta, Omella se felicitaba por este “pedazo de esperanza en el corazón de nuestra sociedad, que parece, no pocas veces, deshumanizada e insensible ante los problemas y las ilusiones de los hombres y la mujeres de nuestro tiempo”. Omella alababa que “esta parroquia quiere hacerse eco de las palabras de Jesús: ‘Venid a mí todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar’”. Es lo que decía una de las personas que han encontrado cobijo en Santa Anna: “El peor frío es el frío del alma”.

Publicado en el número 3.027 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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