Madre de alquiler


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En Italia ha surgido una polémica a raíz de la decisión de un juez de Trento que ha aceptado a dos hombres como progenitores de unos gemelos nacidos mediante vientre de alquiler. El debate se ha distorsionado ante la prevalencia de un punto de vista parcial: considerar esta decisión como algo inevitable, en línea con el progreso humano, lo que ha llevado a juzgar cada crítica como un signo de resistencia absurda a la modernidad.

Como feminista, me impacta que justo cuando tantas energías se vuelcan para denunciar la violencia contra las mujeres
–con razón–, sean pocas las que griten ante lo que está sucediendo en este aspecto. La venta del cuerpo femenino –limitado tradicionalmente a los servicios sexuales o la lactancia materna– se ha extendido a su útero y se prolonga durante un embarazo.

Esta nueva esclavitud no puede ser juzgada de manera diferente solo porque se paga y ejerce de forma voluntaria. Las dolorosas condiciones legales impuestas a la mujer –por ejemplo, aceptar el aborto si así lo deciden los clientes o si el bebé es portador de alguna enfermedad que ya tienen sus otros hijos– revelan el carácter inhumano de esta transacción. Hay otra condición añadida que, por “prudencia”, se regla: no utilizar el óvulo de la madre gestante. Esto es lo que hicieron estos padres para asegurarse de que los niños solo les pertenecen a ellos. Y todo, con el consentimiento de la ley canadiense.

¿Cómo es posible que no se vea un acto profundamente misógino en esta operación comercial, que pretende ser justificada como un derecho de cualquier persona? El resultado es que la figura de la madre queda finalmente destruida. Todo el mundo sabe que dos padres no sustituyen a una madre, así como dos madres no pueden sustituir a un padre.

En ocasiones, la vida hace que un ser humano tenga que vivir con esta ausencia. Crear esta ausencia de forma voluntaria –y que eso esté protegido por ley– solo para cumplir con el deseo de dos adultos es un acto cruel. Una vez más, son los niños y las mujeres los más vulnerables ante estas manipulaciones.

Publicado en el número 3.027 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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