Aporofobia

Carlos Amigo, cardenal arzobispo emérito de Sevilla CARLOS AMIGO VALLEJO | Cardenal arzobispo emérito de Sevilla

Ya no es noticia. Que se mate a patadas a un mendigo tendido en la calle, que se queme viva a una indigente, que no se deje entrar en un bar a un sin techo que duerme bajo los cartones en la esquina de la calle… ya no despierta interés alguno. Las devoluciones en caliente, las concertinas, el negar el alquiler de una cama en una mala pensión por ser un inmigrante…

La prevención, el miedo, los prejuicios, el asco, la repugnancia, la hostilidad al mendigo, al pobre, al indigente, se llama, a lo fino y con raíces etimológicas, aporofobia. En lenguaje corriente y moliente, una canallada, una vergüenza, una injusticia. Todo ello se refiere al indigente, al mendigo, al menesteroso, se extiende a todo aquel que se encuentre en una situación de debilidad, de marginación, de exclusión social. Sirve para el refugiado, el inmigrante, el sin papeles, el sudaca…

Junto a todo esto se añaden la xenofobia, los muros y vallas, las deportaciones, el olvido de los derechos fundamentales, el nuevo y más extendido apartheid, la discriminación por los motivos que sean, el segregacionismo y la confinación en lugares determinados.

Todo esto ya no es noticia, no impacta, no duele en los sentimientos, no estremece la conciencia. Pero no por ello dejamos de ser cómplices de la maldad, de la injusticia, de la falta de entrañas de misericordia.

No faltan, a Dios gracias, voces que denuncian y claman, tanto en la Iglesia como fuera de ella, por el reconocimiento de los derechos de las personas y el respeto a la dignidad que cada hombre o mujer tiene. Entre esos testigos de la misericordia, el papa Francisco, que con obras y palabras no deja de hablar de una situación que compromete a todos. No solo ofrece doctrina social, sino que lleva el Evangelio vivo con su presencia a aquellos escenarios de estas trágicas situaciones y acude a parlamentos e instituciones para señalar la urgencia de asumir el tema con la gravedad, la urgencia y la responsabilidad que significa.

Sirva, como ejemplo, la reunión con más de 150 alcaldes de las más importantes ciudades europeas para hallar una solución para los millones de refugiados que llaman a las puertas de Europa en busca de ayuda. “Urge atender, acoger y regularizar a todo tipo de emigrantes o refugiados, pues son puros hermanos y hermanas nuestros”.

Publicado en el número 3.026 de Vida Nueva. Ver sumario

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