Seminario de OMP: los laicos, protagonistas de una misión “descolonizada”

Dos misioneros laicos sentados en Tánger

Ante el “cambio de paradigma”, analizan en Roma el papel de los seglares

Caridad Campo y Gabriel Romero, pareja de novios en Tánger (Marruecos)

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Ante la conciencia clara de que el modelo de misión ha cambiado y el laico ha de tener un papel protagonista, Obras Misionales Pontificias (OMP) apuesta por la reflexión como motor de adaptación al tiempo presente. Para ello, entre el 13 y el 18 de febrero se ha celebrado un seminario de estudio en el Centro Internacional de Animación Misionera (CIAM), en Roma, con 17 expertos en misionología, eclesiología o pastoral. Por ahora, este primer congreso ha estado centrado en el mundo hispanohablante, pero ya hay previstos otros con especialistas del mundo francófono y anglófono. Todos ellos estarán marcados por un tema protagonista: el papel del laico en la misión.

España ha aportado varios participantes: Anastasio Gil, director nacional de OMP; Javier Salinas, obispo auxiliar de Valencia y presidente de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar; José Ramón Villar, de la Universidad de Navarra; Santiago Madrigal, de la Universidad Pontificia Comillas; María Jesús Hernando, de la Universidad Eclesiástica San Dámaso; y Eloy Bueno, de la Facultad de Teología del Norte de España, en Burgos.

En conversación con Vida Nueva, este último explica que en el congreso se abordó “el cambio de paradigma en la misión ad gentes, ahora mucho más universal. Ya no se produce desde Occidente hacia afuera, sino que hay una multidireccionalidad, un ir de todas las partes a todas las partes”. Como el propio Bueno advirtió en una de sus intervenciones, “estamos en un contexto de descolonización de la misión, que ya es poscolonial y posmoderna, como nos advirtió ya Juan Pablo II en 2002, en su exhortación Ecclesia in Europa. Ahí ya se preguntaba si Europa no era ya una ‘tierra de misión’…”.

Para el docente de la Facultad de Teología del Norte de España, “es un proceso transcultural que requiere de la comunión entre las propias Iglesias, partiendo del respeto a las comunidades locales y a su propia responsabilidad en la misión”. Un camino en el que es indispensable “vivir la inculturación”, no siendo válido “trasplantar modelos de fuera”. En este sentido, Bueno apunta que se puso como ejemplo Japón, donde los obispos locales han denunciado que algunos nuevos movimientos no han hecho este esfuerzo de encarnación en la realidad autóctona.

En todos estos retos, concluye el docente, “la presencia de los laicos es vital”. No solo desde un punto de vista numérico, como una alternativa ante el descenso de vocaciones, sino por su “mayor capacidad para ofrecer su testimonio de vida, empezando por su propio desempeño profesional, entre las comunidades locales”.

También aquí España es potencia

Si de España se dice que es el pulmón de la misión en el mundo, con unos 14.000 misioneros repartidos por todos los continentes, 815 de ellos son laicos, de los cuales 184 son matrimonios. Una cifra significativa, sobre todo porque la tendencia de los últimos años es que está creciendo.

Con todo, el cambio es lento, pues de momento, de todos los misioneros españoles, más de la mitad son religiosas y en torno a un tercio son sacerdotes diocesanos y religiosos. El resto se reparte entre religiosos no sacerdotes, obispos y, como se constata, los emergentes laicos.

De todas formas, según asegura a esta revista OMP España, los datos sobre los seglares son solo orientativos, y puede haber muchos más que no estén inscritos en su base y que –a diferencia de las congregaciones religiosas, donde hay un mayor control– pueden haber ido a la misión por cuenta propia.

Publicado en el número 3.025 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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