Francisco: “Los inmigrantes no son un peligro, sino un desafío para crecer”

papa Francisco se hace un selfie con un niño durante la visita a la parroquia Santa María Josefa del Corazón de Jesús a las afueras de Roma febrero 2017

El Papa visita la Universidad Roma Tre, acogido por el calor de los alumnos

papa Francisco se hace un selfie con un niño durante la visita a la parroquia Santa María Josefa del Corazón de Jesús a las afueras de Roma febrero 2017

Un niño se hace un ‘selfie’ con Bergoglio en su visita a la parroquia de Santa María Josefa del Corazón de Jesús

DARÍO MENOR (ROMA) | El viernes 17 de febrero, en el patio de la Universidad Roma Tre, volvió a quedar patente que Francisco se ha metido en el bolsillo a la opinión pública como nunca logró hacerlo su antecesor. La imagen del patio y la entrada del ateneo abarrotados de estudiantes que querían escuchar, saludar y fotografiar a Jorge Mario Bergoglio contrasta con lo que vivió Benedicto XVI en 2008, cuanto intentó visitar La Sapienza, otro centro académico estatal de la capital italiana.

El discurso que entonces pensaba ofrecer para inaugurar el curso debió ser cancelado por las protestas organizadas por los estudiantes y por un grupo de 67 profesores, que acusaban erróneamente a Joseph Ratzinger de haber suscrito en 1990, cuando era cardenal, la opinión del filósofo Paul Feyerabend, quien sostenía que el juicio de la Iglesia a Galileo fue “razonable y justo”. Los académicos consideraron su postura una “ofensa” y una “humillación” a la ciencia y espolearon las muestras de repulsa estudiantil, organizando una “semana anticlerical” para reventar la visita papal. Aquella pancarta que llegaron a poner en el rectorado (“La Sapienza es rehén del Papa. Liberemos el saber”), está en las antípodas del recibimiento a Francisco en Roma Tre, donde hay matriculados unos 40.000 jóvenes.

Como suele ocurrir en estas ocasiones, el Papa dejó a un lado el discurso que tenía escrito y optó por improvisar una alocución respondiendo a las cuestiones que le plantearon algunos estudiantes. Entre ellos, había una joven que Bergoglio ya conocía. Se trata de Nour Essa, huida de Siria por la guerra y que, tras atravesar Turquía y echarse al mar Egeo, acabó en un campo de refugiados en Lesbos. Su familia fue una de las afortunadas que Francisco se llevó en el avión papal con él a Roma tras su visita a esta isla griega en abril de 2016.

En menos de un año, y gracias al apoyo de la Comunidad de Sant’Egidio, esta microbióloga de 31 años, casada y con un niño de tres años, ha logrado rehacer su vida en la capital italiana. Ahora estudia en Roma Tre y tiene un trabajo en el laboratorio de microbiología y análisis del hospital pediátrico Bambino Gesú.

Essa le preguntó al Papa sobre el “miedo” que los occidentales tienen a los extranjeros por la supuesta “amenaza” para la “cultura cristiana de Europa”.

Francisco recordó que las sociedades europeas se han formado gracias a las sucesivas invasiones y oleadas de pueblos distintos que se asentaban en su tierra. “Europa ha sido construida artesanalmente. Las migraciones no son un peligro, sino un desafío para crecer. Y os lo dice uno que viene de un país donde más del 80% de la población es inmigrante”, aseguró, destacando que la cultura del extranjero es “una riqueza” para el pueblo que lo acoge. “Ellos reciben nuestra cultura y nosotros la suya. Esto elimina el miedo”.

Aprovechó el Papa para lamentar una vez más las muertes de desplazados y refugiados que tratan de cruzar el Mediterráneo en su búsqueda de una vida mejor. En lo que llevamos de 2017 ya han fallecido o desaparecido 272 personas en esta ruta, mientras que en 2016 fueron 5.082, según los datos de la Organización Internacional para las Migraciones. “Nuestro mar, el Mare Nostrum, es un cementerio, lo tenemos que repetir cada día como una oración”, destacó el Pontífice durante su primera visita a una universidad pública.

Discurso en el VI Fórum Internacional Migración y Paz

Cuatro días después, Francisco volvió a demostrar que los refugiados, inmigrantes y desplazados ocupan un lugar destacado en su agenda, con el discurso a los participantes en el VI Fórum Internacional Migración y Paz, organizado por la Scalabriniani International Migration Network y la Fundación Konrad Adenauer.

Bergoglio hizo un nuevo llamamiento a todas las sociedades, recordándoles el “imperativo moral” de acoger y proteger a quienes huyen hoy de sus países de origen, formando “el mayor movimiento de personas, o de pueblos, de todos los tiempos”. “Ante la índole del rechazo, radicada en el egoísmo y amplificada por demagogias populistas, urge un cambio de comportamiento para superar la indiferencia y anteponer los temores a un generoso comportamiento de acogida hacia aquellos que llaman a nuestras puertas”, pidió Francisco, quien destacó que las migraciones “han marcado profundamente cada época, favoreciendo el encuentro de los pueblos y el nacimiento de nuevas civilizaciones”.

papa Francisco recibe bendición de una indígena de una participante en el Foro de los Pueblos Indígenas febrero 2017

El Papa recibe la bendición de una participante en el Foro de los Pueblos Indígenas

Foro de los Pueblos Indígenas

Otro colectivo por el que siente una predilección especial son los indígenas. Volvió a demostrarlo el 15 de febrero al recibir a los representantes del Foro de los Pueblos Indígenas, convocado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), que acudieron acompañados por el español Fernando Chica, observador permanente de la Santa Sede ante los organismos de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO, PMA y FIDA).

Bergoglio instó a los gobiernos a reconocer que las comunidades indígenas “son una parte de la población que debe ser valorada y consultada, y que se ha de fomentar su plena participación, a nivel local y nacional”. También pidió la conciliación entre el “derecho al desarrollo” y la protección de “las características propias de los indígenas y sus territorios”, así como su inclusión en los procesos económicos. La cita propició imágenes muy curiosas cuando el Papa saludó a los asistentes, alguno de los cuales le ofreció bendiciones según su propio credo.

El papa párroco

Pese a sus responsabilidades como obispo de Roma, Francisco sigue sintiéndose un párroco y trata de ejercer como tal siempre que puede. La última ocasión la tuvo el domingo 19, durante su visita a la parroquia de Santa María Josefa del Corazón de Jesús, en Ponte di Nona, a las afueras de la capital.

La parte más divertida del encuentro fue su charla con los niños que van a catequesis, que no se cortaron al hacerse fotos con él y hacerle preguntas: “¿Por qué llegaste a ser Papa?”. “Cuando eras pequeño, ¿qué querías ser de grande?”. “¿Cuál ha sido el momento más difícil de tu vida?”. Francisco relató que el instante más complicado de su existencia fue cuando tenía 20 años y debieron extirparle parte de un pulmón por una infección. “Estuve cerca de la muerte, pero el Señor me llevó hacia adelante”.

Burke, al Pacífico

En Roma ha sido objeto de comentarios estos días el envío del cardenal Raymond Leo Burke a la isla de Guam, en el Pacífico occidental, para ocuparse de las acusaciones contra el arzobispo local por abusos a menores. Firmante de la controvertida carta con los dubia sobre la aplicación de la exhortación Amoris laetitia, Burke es uno de los purpurados más reticentes al pontificado de Francisco.

Aunque su envío a más de 12.000 kilómetros de Roma estaba decidido de antemano, fue interpretado por muchos como un gesto del Papa por mandar lo más lejos posible a la cabeza visible de la oposición interna, enfangado además por los últimos problemas en la Orden de Malta.

Publicado en el número 3.025 de Vida Nueva. Ver sumario

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