El matrimonio homosexual divide a la Iglesia anglicana

Justin Welby arzobispo de Canterbury jornada de oración por la paz Asís septiembre 2016

La mayoría del clero rechaza por “homofóbico” un texto episcopal que defiende la unión entre hombre y mujer

Justin Welby arzobispo de Canterbury jornada de oración por la paz Asís septiembre 2016

El arzobispo de Canterbury, Justin Welby, en una imagen de archivo

CELIA MAZA (LONDRES) | La Iglesia anglicana ha dado un paso más en su apoyo al matrimonio homosexual. Han sido los propios sacerdotes quienes han rechazado mayoritariamente un documento elaborado por los obispos donde se reiteraba que el enlace sacramental solo puede ser entre un hombre y una mujer. Después de tres años de intensas conversaciones, la cúpula episcopal presentaba este mes sus conclusiones al Sínodo General, y el hecho de que no contara con el apoyo del clero evidencia la gran grieta que abre esta cuestión en la comunidad anglicana, más dividida que nunca entre tradicionalistas y aperturistas.

El texto estaba delicadamente redactado y, aunque proponía una “cultura de bienvenida y apoyo” a los homosexuales, volvía a recordar que, doctrinalmente, el matrimonio solo existe entre varón y mujer. En un intenso debate de tres horas, donde se vivieron momentos acalorados, los críticos tacharon el informe de “divorciado de la realidad”, “poco amable” e incluso “homofóbico”.

Finalmente, pese a que tanto los obispos (con 43 votos a favor y uno en contra) como los laicos (103-83) aprobaron el documento, la cámara formada por vicarios, rectores y sacerdotes lo rechazó por 100 votos contra 93 y dos abstenciones. Se trata de una importante derrota para los prelados, ya que las propuestas deben estar aprobadas por los tres estamentos que componen el Sínodo.

Otros pasos cruciales

El arzobispo de Canterbury, Justin Welby, máxima autoridad de la Iglesia anglicana con permiso de la monarca Isabel II, pidió una “nueva inclusión cristiana radical” y se comprometió a que los obispos volverán a estudiar la cuestión. “Trataremos de hacerlo mejor”, manifestó.

Lo cierto es que, bajo el liderazgo de quien en su día fue ejecutivo de una petrolera, la jerarquía anglicana ha llevado a cabo pasos cruciales, como otorgar el rango episcopal a sacerdotes que han declarado públicamente su homosexualidad o permitir también a las mujeres que sean obispas. En 2012 fue la primera vez que esta última cuestión se sometió a votación, pero, por tan solo seis votos, el cambio no fue posible y hubo que esperar hasta 2014 para ser testigos del momento histórico.

Todos estos cambios no han sido bien recibidos por el sector más tradicionalista. Es más, en algunos casos, los sacerdotes se han pasado a la Iglesia católica gracias a que, en 2009, el papa Benedicto XVI abrió también la puerta a aquellos que tenían familia, pues los anglicanos no tienen que adoptar el celibato.

Aunque la celebración religiosa de matrimonios homosexuales se perfile aún lejos en la Iglesia de Inglaterra, la opción va ganando cada vez más aceptación en la calle. El 50% de los creyentes anglicanos apoya este tipo de enlaces, según el sondeo realizado por la empresa NatCe, lo que supone una subida del 3% respecto a cuando se planteó la misma cuestión en 2014. A las puertas de la reunión del Sínodo General, se concentraban activistas LGTB con pancartas que decían “¿Qué haría Jesús?” u “Orgulloso de ser gay, ahora hacedme estar orgulloso de ser cristiano”.

El reverendo Bertrand Olivier, que es homosexual y se ordenó sacerdote hace 21 años, asegura que, si “la sociedad avanza y ya es posible el matrimonio legal entre dos personas del mismo sexo, la Iglesia no puede retroceder”. Sin embargo, el reverendo Pete Broadbent, por su parte, considera que los activistas “quieren que vayamos más lejos y más deprisa de lo que necesariamente podemos”, llamando a “mantener a la Iglesia unida”.

Publicado en el número 3.025 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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