Lluís Martínez Sistach: “Hemos dejado solos a los bautizados”

Lluís Martínez Sistach cardenal arzobispo emérito de Barcelona en la presentación de su libro Cómo aplicar Amoris laetitia Claret 8 febrero 2017

El cardenal publica ‘Cómo aplicar Amoris laetitia’

Lluís Martínez Sistach cardenal arzobispo emérito de Barcelona en la presentación de su libro Cómo aplicar Amoris laetitia Claret 8 febrero 2017

El cardenal Sistach, durante la presentación de su nuevo libro en Madrid

Lluís Martínez Sistach: “Hemos dejado solos a los bautizados” [extracto]

JOSÉ BELTRÁN | El cardenal Lluís Martínez Sistach no da tregua. Mientras presenta en Madrid Cómo aplicar Amoris laetitia (Claret), en su cabeza ya se perfila el próximo congreso sobre pastoral de las grandes ciudades. Este nuevo libro –del que Vida Nueva ofreció a sus suscriptores un adelanto editorial– busca ser un manual práctico de la exhortación apostólica, que valora “como un impulso de esperanza y misericordia para todas las familias”.

PREGUNTA.- En los últimos quince años, las bodas por la Iglesia en España han pasado de ser un 75% a un 22%. Y la gran mayoría de los que se casan por lo civil son bautizados…

RESPUESTA.- No podemos olvidar que tenemos una natalidad muy baja, a lo que hay que unir que la gente madura mucho más tarde, tanto psicológicamente como en lo material, les resulta difícil tener un trabajo estable, una casa… Todo eso retrasa e incide en la decisión de casarse. Además, hemos entrado en una dinámica en la que cuesta asumir cualquier compromiso para toda la vida. De hecho, esta falta de asunción de compromisos hace que casarse para siempre sea visto como algo a lo que no se atreven a hacer frente, les agobia. Creo que se ha idealizado el matrimonio hasta el punto de verlo tan exigente que, antes de evitar fallar, prefieren no dar el paso. Si a esto le sumamos la descristianización de nuestra sociedad, que ya considera como normal no casarse, tenemos todos los elementos encima de la mesa para explicar los datos que me señala. Por otro lado, por lo civil pueden casarse dos y tres veces y, sin embargo, canónicamente solo una.

“El amor auténtico no se rompe”

P.- Cambiamos de móvil, de casa, de coche… nada permanece. ¿El matrimonio es el único contrato que queda para toda la vida?

R.- Sí, y quedará para toda la vida. Porque lo que es para toda la vida es el amor. El amor auténtico no se rompe, aunque pueda pasar por muchas crisis. El amor significa sinceridad, autenticidad, diálogo, ayuda, perdón, esfuerzo… Si fallan estas virtudes y valores en lo cotidiano, es muy difícil humanamente, o casi imposible, lograr esa permanencia.

P.- En el Sínodo de la Familia se dejó entrever que, amén de mejorar los cursos prematrimoniales, una de las asignaturas pendientes era acompañar a los recién casados. Administrado el sacramento, se les pierde la pista…

R.- Tiene toda la razón. En el Sínodo se puso de especial relevancia la importancia de los primeros años de matrimonio y de la urgencia de un acompañamiento. Hemos dejado solos a los recién casados, pero también a los bautizados. Hemos impartido unas catequesis y hemos celebrado con ellos los sacramentos, pero después no hemos sabido continuar. Nos tenemos que replantear cómo podemos integrar a toda esta generación en nuestras comunidades, una tarea que implica trabajar en la infancia, en la adolescencia y en la juventud. No es un trabajo fácil de hacer, porque supone ganarse la confianza de la gente, en tanto que desde la imposición tenemos todo perdido. Solo cuando acompañemos al otro en su día a día, podremos esperar que se forjen unos valores que les permitan asumir compromisos para toda la vida de amor, de entrega. El compromiso no se improvisa con un cursillo. Nos falta ofrecer una mayor formación continua en todos los aspectos de la vida: diálogo, convivencia, afectividad, intimidad, sexualidad…

P.- Precisamente, al hablar de sexualidad, el cardenal Schörborn ha señalado en alguna ocasión que “la Iglesia no debe mirar primero en el dormitorio, sino en el comedor”…

R.- Este ha sido uno de los problemas que hemos tenido. Nos ha faltado un realismo pastoral. La pastoral tiene que ir adaptándose según las necesidades de cada momento. Hoy es más necesario sentarse a hablar con las parejas para conocer cuáles son sus inquietudes. En los cursillos matrimoniales se habla a veces del amor, de la intimidad y de la dimensión moral de las relaciones. Todo esto está muy bien, pero tenemos que ir más allá para hacer un verdadero anuncio de la Buena Nueva de Jesús. Porque si presentamos a Jesús y aceptan a Jesús, acabarán aceptando el humanismo, la moral y el matrimonio que la Iglesia propone en toda su riqueza.

Uniones civiles

P.- Un cambio de paradigma en el Sínodo fue dar un salto para valorar como “elementros constructivos” o “puntos de partida” a las uniones civiles, lejos de enjuiciarlas.

R.- Esta idea apareció mucho, en la línea de los semina Verbi del Vaticano II, esas semillas de verdad que hay en cada historia de vida. También se puso de relieve la ley de la gradualidad en la que ya insistió Juan Pablo II. Las personas responden a Dios con la ayuda de la gracia que son capaces de recibir y con sus esfuerzos personales. Pero hay ritmos, y son estos ritmos los que tenemos que tener presentes. Francisco ha tomado este principio de la ley de la gradualidad –que no la gradualidad de la ley– y lo pone en práctica.

P.- Llegamos al capítulo VIII de ‘Amoris laetitia’. El arzobispo de Berlín y presidente de la Comisión para el Matrimonio y la Familia del Episcopado alemán, Heiner Koch, desvelaba la semana pasada en esta revista que hay que plantear “soluciones ilimitadas” para los divorciados vueltos a casar, “siempre y cuando el proceso de formación de una conciencia se haga con honestidad”. ¿Qué significa “soluciones ilimitadas”?

cardenales Lluís Martínez Sistach y Carlos Osoro en la presentación de libro de Sistacha Cómo aplicar Amoris laetitia febrero 2017

Osoro acompañó a Sistach en la presentación de su libro en Madrid, el 8 de febrero

R.- Durante el Sínodo, después de un café tuve el privilegio de charlar en los pasillos con el Papa camino del aula sinodal. Al hablar con él de las personas en dificultades, me dijo que lo mejor es hablar de integración. En concreto, me quedé con una expresión que me dijo: “Integrar más”. Este “integrar más” es un proceso, un camino que llega incluso a la confesión y a la comunión, pero dependerá de cada caso. En definitiva, pasa por dar importancia a cada situación concreta, algo que ya decía Juan Pablo II en la Familiaris Consortio. Desde este punto de partida y contando con el principio de las causas o circunstancias atenuantes y eximentes, se abre un camino de esperanza que puede llegar incluso a los sacramentos en algunos casos.

“Ponte aquí. Uno al lado del otro”

El AVE acorta tiempos. Las personas reducen las distancias. En lo eclesial, entre Madrid y Barcelona no se percibían las gélidas relaciones de la esfera política, pero sí bajas temperaturas. Tiempo pasado. “Ponte aquí, Carlos. Uno al lado del otro”, se lo decía Sistach a Osoro al entrar en la sala que acogió el acto. Una frase que también se podría poner en boca de Omella. El cardenal arzobispo de Madrid presentó el libro del emérito barcelonés desvelando que se está encontrando con muchos divorciados vueltos a casar que buscan la comunión: “En un primer momento los atiendo yo, luego les encamino a los sacerdotes y a los tribunales eclesiásticos para que les acompañen en el día a día”. Juntos cerraron filas en torno a la exhortación apostólica como “magisterio ordinario”, y Sistach invita a quienes cuestionan el documento a que “las expliciten de forma personal y privada al Papa. Creo que los criterios son lo suficientemente claros, no es necesaria una aclaración pública de Amoris laetitia”.

Publicado en el número 3.024 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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