Cicatrices de paz en Colombia

fotograma del documental Alto el fuego sobre niños soldado en Colombia Misiones Salesianas

El documental ‘Alto el fuego’ refleja la oportunidad dada por los salesianos a 2.300 niños soldado en el país

fotograma del documental Alto el fuego sobre niños soldado en Colombia Misiones Salesianas

Fotograma del documental ‘Alto el fuego’ impulsado por Misiones Salesianas

Cicatrices de paz [extracto]

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Catalina era maltratada por su padre cuando bebía. Un día, fue más allá e intentó abusar sexualmente de ella. Al fin, se armó de valor para contarle todo a su madre, pero esta no la creyó y también le pegó. Tenía solo 13 años cuando cayó en una espiral de excesos que casi la abocaron al suicidio, hasta que se fue de casa. Una serie de malas decisiones dieron con ella en las FARC. Allí vivió un auténtico calvario, que devastó lo que le quedaba de infancia. Con 16 años le llegó una oportunidad y hoy, cumplidos los 19, sueña con entrar en la universidad y graduarse como enfermera.

Manuel tenía ocho años cuando, también por una serie de problemas familiares, se marchó de casa junto a su hermano. Movidos “por la curiosidad”, entraron en las FARC y allí experimentaron cómo “matar a otro era algo normal”. Un día, castigado por su rebeldía, su hermano fue ejecutado por los guerrilleros. Tras esto, él pudo huir y se abrazó a la misma oportunidad que Catalina. Hoy, también con 19 años, sueña con terminar su formación en mecánica y encontrar un trabajo desde el que vivir una vida independiente, “como cualquier otro ciudadano”.

Catalina y Manuel (nombres ficticios) son los protagonistas del documental Alto el fuego, dirigido por Raúl de la Fuente para Misiones Salesianas sobre el gran reto que se vive en Colombia. En él se refleja cuál ha sido la oportunidad que ha permitido a ambos cambiar su vida: la Ciudad Don Bosco en Medellín, por la que –junto a otro centro con el que los salesianos cuentan en Cali– han pasado 2.300 niños soldado desde que surgiera hace 15 años.

fotograma del documental Alto el fuego sobre niños soldado en Colombia Misiones Salesianas

Catalina, una de las protagonistas del filme

Visionado días antes en el Vaticano y en Bruselas, en el Parlamento Europeo, el filme fue presentado el jueves 9 de febrero en la embajada de Colombia en Madrid. También estuvieron en el acto los dos chicos, emocionados por poder contar su historia personal, pero representativa de un drama colectivo cuya brutalidad les excede. Y es que hablamos de un conflicto, el protagonizado durante más de 50 años por las FARC, el ELN y otros grupos rebeldes frente a un Estado que también ha incurrido a veces en la guerra sucia, que deja un balance atroz: ocho millones de afectados, casi siete millones de desplazados, 260.000 muertos… o entre 8.000 y 13.000 niños utilizados como soldados. Reflejo de un drama por el que entre 250.000 y 300.000 menores son obligados a empuñar un arma en hasta 15 conflictos en todo el mundo, siendo el de Colombia, eso sí, el único caso en América.

El documental recoge la situación íntima de un grupo opaco, el de los niños soldado, que ha padecido la peor cara de la guerra: matar a miembros de la propia familia, violar y ser violado, abortar o abandonar a los bebés engedrados por altos mandos de la guerrilla (hay adolescentes que han abortado hasta siete veces con 15 años), ver morir en un tiroteo a compañeros de lucha que son niños como ellos… Y, luego, para quienes consiguen escapar de ese horror, la amenaza constante de que puedan ser localizados por los guerrilleros a quienes pertenecieron y ser asesinados por ellos o poner en peligro la vida de sus padres o hermanos.

Afortunadamente, la situación ha mejorado hoy (la película se grabó antes) para todos desde la ratificación por vía parlamentaria del acuerdo de paz entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC y el inicio del diálogo, la semana pasada, con representantes del ELN. Sin embargo, hasta que todo eso se consolide, aún permanecen en la selva, pendientes de desmovilizarse al fin, miles de niños soldado en manos de los guerrilleros. De ahí que no se permitan el lujo de volver a casa.

Testimonio en primera persona

A todos esos chicos, y a la sociedad colombiana en general, quisieron dirigirse en el acto de Madrid Catalina y Manuel. Su mensaje, expresado con la sencillez de quienes están recuperando la esperanza robada, es de paz y agradecimiento.

presentación del documental Alto el fuego sobre niños soldado en Colombia Misiones Salesianas Madrid febrero 2017

Presentación del documental en Madrid el pasado 9 de febrero

“Cuando llegué a la Ciudad Don Bosco de Medellín –dijo Manuel–, era un analfabeto que solo sabía escribir mi nombre. Además, buscaba cualquier oportunidad para pelearme con los compañeros”. Tras un largo y complejo proceso de acompañamiento integral, en el que descubrió que tenía la oportunidad de ser una persona nueva, responsable ya de sus propias decisiones, es ahora un joven afable y que está a punto de graduarse en mecánica y empezar a trabajar.

Catalina hoy es “feliz”. Ha sufrido mucho por poder verlos solo en el centro, pero la relación con su madre y sus hermanos se ha normalizado y, tras la firma de la paz con las FARC, ya no tendría que tener problemas para visitar su casa cuando quiera. Por eso tiene claro que, de ahora en adelante, ella y los demás chicos tienen que ser “mensajeros de paz”. Algo para lo que es clave su propia experiencia del perdón: “Lo he reflexionado mucho y, gracias al proceso en el que nos han acompañado en Ciudad Don Bosco, sé que no basta con hablar simplemente de la paz, como muchos hacen. Hay que interiorizarla, vivirla y alcanzar un perdón real. Yo he perdonado a los que me hicieron daño y pido que los demás me lo den. Cometí un error, un pésimo error, pero ya siempre apoyaré la paz y el amor”.

De hecho, aunque su sueño es graduarse como enfermera (va a empezar a estudiar en la universidad, becada por los salesianos), en un futuro próximo Catalina aspira a ser abogada para niños con problemas y activista para la paz. Porque, como reclama sonriente, “ahora me permito soñar a lo grande”.

Deja claro que algún día se las enseñará “a sus nietos”, pero sus cicatrices, reales en el alma y en el cuerpo, solo alumbrarán desde ahora paz y vida.

Confianza, esperanza y alianza

Gracias a sus 283 empleados (psicólogos, trabajadores sociales, médicos…), la Ciudad Don Bosco ha conseguido que, de los 2.300 menores que han llegado a sus dos centros en estos 15 años, derivados por el Estado, más del 90% hayan visto transformada su vida, normalizando la relación con sus familias (que hasta ahora no podían verles en sus casas, por miedo a que fueran localizados) y encontrando salidas laborales y académicas.

Todo desde una respuesta integral que, como contó en el acto de Madrid James Areiza, coordinador de Prevención de la Ciudad Don Bosco, consta de tres fases a las que bautizan con valores identificables: Pedagogía de la Confianza, estableciendo vínculos de cercanía con los chicos desde su llegada; Pedagogía de la Esperanza, donde ellos mismos identifican sus habilidades y las enfocan hacia un futuro en el que sean dueños de su propia vida; y Pedagogía de la Alianza, en la que culminan el proceso y, conscientes de los logros adquiridos, buscan definitivamente la reintegración social, desde los estudios superiores (becados por el centro) o en un puesto de trabajo facilitado por los propios salesianos. Un caminar en el que lo espiritual no es ajeno.

El salesiano Rafael Bejarano, director de la Ciudad Don Bosco de Medellín, también presente en Madrid, lo expresó así: “La sanación requiere un proceso interior en el que la idea de reparación sustituye a la de sanción. Por eso, de un modo voluntario, los chicos que así lo piden participan en grupos de encuentro espiritual que también los prepara para su relación con el mundo. Es un desarrollo social, además del personal, en el que la escucha es fundamental. Ellos son los protagonistas de su cambio”.

Publicado en el número 3.024 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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