¿Qué deja el año de la misericordia?

Se celebraba la clausura del año de la misericordia y acababa el Papa de referirse al hecho, cuando una brigada de refugiados, migrantes, habitantes de la calle y mendigos se dispersaron entre la muchedumbre para distribuir un pequeño folleto titulado: Iconos de la misericordia. El texto papal parecía referirse a estos improvisados mensajeros papales, pero en realidad explicaba el nuevo espíritu difundido en la Iglesia y en el mundo durante el año de la misericordia.

Y entre sus logros se destacaban acciones parecidas, en que la Iglesia se sacudía el polvo del poder y asumía los modos del samaritano. La misericordia se reveló en este año como lo opuesto a la voluntad de poder.

El comienzo de reacondicionamiento de la Iglesia y de sus pastores como samaritanos que sirven antes que juzgar es uno de los efectos del año de la misericordia.

Los teólogos se han sorprendido, los pastoralistas han cambiado la mirada. El propio papa Francisco lo está comprobando: los ideales y sueños del Vaticano II, fundados en la misericordia, y que hibernaban en documentos y archivos, ahora se descongelan con el fuego de la misericordia.

La justicia como expresión puramente racional, cuando no inspirada malamente por la venganza, había ocupado todo el campo de la acción pastoral. Esta idea, convertida en norma de la actividad pastoral, ha comenzado a cambiar y ha cedido su lugar a la misericordia como bálsamo de la pastoral. Dentro de las reflexiones de Francisco durante este año, la justicia se revela como expresión racional y la misericordia como de la fe. Se trata de subordinar lo racional al campo de la fe y de dejar abiertas las puertas a la reconciliación y al perdón, dos realidades que superan el dominio de la fe.

Francisco invitó a hacer el tránsito desde el poder hasta el servicio

Durante la visita papal a Polonia, el tema de la misericordia inspiró su discurso frente a una comunidad reacia a la voz renovadora de Francisco. En ese escenario, y evocando la memoria de Juan Pablo II, Francisco invitó a hacer el tránsito desde el poder hasta el servicio para llegar a la entrega total, condiciones concomitantes en el ejercicio de una pastoral de la misericordia. Con palabras de una claridad desafiante, rechazó la figura del sacerdote funcionario, como condición necesaria para “meter a la humanidad en contacto con la carne de Cristo”.

El mensaje de la misericordia fue una reiterada invitación a la conversión. Al hacerlo, Francisco utilizó el lenguaje de hoy y habló de cambiar el chip, de resetearse, de situarse en la casilla de salida, o de reformatearse. Siempre con la idea matriz de asumir una vida nueva a partir de la misericordia.

Los obispos de Cuba a comienzos de este año apelaron a la misericordia como argumento y motivación al dirigirse al presiente Obama y pedirle una revisión de su reciente decisión de negar beneficios a los cubanos que llegan, por el mar, a las playas de Estados Unidos. La actitud de estos obispos hizo ver los alcances políticos que puede tener la misericordia para abrir puertas de reconciliación y perdón. Según Francisco, vale más la misericordia aplicada a la paz en el mundo que todas las medidas de reducción armamentos.

Las muchedumbres que llegaron a la plaza de San Pedro en peregrinación en este año fueron más de 20 millones. Todos tuvieron la ilusión de obtener un mundo más humano. La Cámara de Comercio de Roma y la facultad de economía de la Universidad La Sapienza se asombraron: la convocatoria papal de este último año había creado 5.000 puestos de trabajo y ganado un beneficio de 11.500 millones de euros. La misericordia fue, en el mundo cristiano, la palabra del año, así como en el mundo lo había sido la postverdad. Pero estos son indicadores opacos frente a la deslumbrante realidad de lo que hace la misericordia en el mundo cuando introduce, en su dureza y crueldad, su poder transformador de todas las realidades y explica por qué es el núcleo, el corazón, el quicio y piedra angular de la vida cristiana. 

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