Francisco reinicia la Orden de Malta

papa Francisco y Matthew Festing Gran Maestro de la Orden de Malta renuncia

Intervenida por el Vaticano, un delegado pontificio acometerá su “renovación espiritual”

papa Francisco y Matthew Festing Gran Maestro de la Orden de Malta renuncia

Tras verse con el Papa el día 25, Festing anunció su renuncia

DARÍO MENOR (ROMA) | Al papa Francisco le ha tocado multiplicarse e ir más allá de la mastodóntica reforma del Vaticano y de su proyecto para que los católicos sintonicen con su forma de entender la Iglesia. Ha tenido, además, que intervenir en la Soberana y Militar Orden de Malta (SMOM), el cuarto Estado que existe en la Península Itálica tras Italia, el Vaticano y San Marino. Ligada a la Santa Sede por una especial relación, esta institución ha comenzado estos últimos días a recuperar la estabilidad, cerrando así la crisis que estalló el pasado 6 de diciembre, cuando su Gran Canciller, el barón alemán Albrecht von Boeselager, fue defenestrado por el Gran Maestre, el aristócrata británico Matthew Festing.

La mediación del Pontífice propició que Festing, al que recibió en audiencia este 25 de enero, presentara inmediatamente su dimisión, invalidando así el cese de Von Boeselager y devolviéndole al cargo de “primer ministro” de la SMOM. Queda de momento al frente el Gran Comendador, Ludwig Hoffmann von Rumerstein, quien asume el cargo de lugarteniente interino hasta la elección de un nuevo Gran Maestre.

El episodio por el que ha pasado la Orden de Malta tiene implicaciones que van más allá de este organismo, cuyos orígenes se remontan al año 1048, época de las Cruzadas, pero que hoy no es ni más ni menos que una especie de ONG con una historia y liturgia particulares en la que aristócratas y aspirantes a entrar en los círculos de la alta sociedad dedican parte de su tiempo a proyectos humanitarios. La decidida intervención que Francisco ha realizado en la SMOM, cuando los supuestos modos despóticos de Festing acabaron estallando con el cese de Von Boeselager, supone un aviso a navegantes: quien le eche un pulso abierto al Papa tiene pocas posibilidades de salir indemne.

El ya ex Gran Maestre trató de resistirse a Francisco, asegurando que la institución que comandaba “no debía colaborar” con la comisión especial creada por el Pontífice para que aclarase lo sucedido, pues, a su modo de ver, este grupo de trabajo suponía un atropello a la soberanía de la Orden. Sus palabras eran un claro desafío que no ha servido para nada, pues no le ha quedado otro camino que recular y dejar un cargo que en teoría era vitalicio. La SMOM queda intervenida por el Vaticano con el próximo nombramiento de un delegado pontificio, cuya misión será “la renovación espiritual” de los miembros de este organismo.

El inicio de resolución en la crisis abierta en la Orden de Malta arroja algo de luz sobre dos de los puntos oscuros de esta polémica. El primero estaba propiciado por el hecho de que, según algunos medios, la defenestración de Von Boeselager era un castigo por no impedir la distribución de preservativos en Mynamar y en varios países africanos. La investigación realizada por la comisión pontificia, presidida por el arzobispo Silvano Maria Tomasi, antiguo Observador de la Santa Sede ante las instituciones de Naciones Unidas en Ginebra, desveló en cambio que Von Boeselager no tuvo nada que ver con la cuestión de los profilácticos.

El segundo punto oscuro de la crisis venía por la presencia del cardenal estadounidense Raymond Leo Burke como representante del Vaticano ante la SMOM. Firmante de la controvertida carta con los dubia sobre la aplicación de la exhortación apostólica Amoris laetitia, Burke se ha destapado como uno de los purpurados más reticentes a Francisco. La polémica en la Orden y la renuencia de Festing a aceptar la intervención vaticana hizo que no faltaran las interpretaciones sobre los supuestos intentos del cardenal por desestabilizar al Papa actuando entre bastidores.

papa Francisco y Gérald Cyprien Lacroix, cardenal de Quebec Canadá

Francisco da el pésame al cardenal Lacroix, arzobispo de Quebec, tras el atentado en una mezquita hace unos días

Con la vista puesta en Estados Unidos y Canadá

Más allá de la crisis de la SMOM, la agenda internacional en el Vaticano ha estado marcada por lo sucedido en Norteamérica: las primeras decisiones del excéntrico millonario Donald Trump como presidente de Estados Unidos y el ataque terrorista en una mezquita de Quebec (Canadá), en el que perdieron la vida seis personas y otras ocho resultaron heridas.

Sobre Trump habló el cardenal Peter Turkson, presidente del Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral, quien reconoció que la Santa Sede “está preocupada” por “la señal” que Trump da al mundo con su propuesta de construir un muro entre Estados Unidos y México para intentar frenar la inmigración. Turkson advirtió de que esta decisión va más allá de las relaciones entre ambos países y puede tener repercusiones para toda la comunidad internacional.

Cinco días después de que el purpurado ghanés dejara esta advertencia, se ocupó de la política migratoria de Washington L’Osservatore Romano, el diario de la Santa Sede. En un artículo firmado por su vicedirector, Giuseppe Fiorentino, aseguró que “solo un análisis muy superficial puede hacer pensar que la lucha contra las deformaciones de una globalización mal gestionada implique el cierre de fronteras o la construcción de muros cada vez más altos”.

El Papa pudo hablar del episodio de terror acaecido en la noche del domingo 29 en Quebec con el arzobispo de esta ciudad, el cardenal Gérald Cyprien Lacroix, sin tener que descolgar el teléfono, pues el purpurado canadiense se encontraba en ese momento de visita en Roma: le dio el pésame y le aseguró que rezaba por las víctimas. En un comunicado que el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, envió en nombre del Papa, Francisco condenó “enérgicamente” el atentado y destacó “la importancia de permanecer unidos en la oración” entre cristianos y musulmanes.

“Hemorragia” en la vida consagrada

Con motivo de la asamblea plenaria de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (CIVCSVA), Francisco recibió el sábado 28 de enero a los participantes en esta asamblea en la Sala Clementina del Palacio Apostólico. El Pontífice habló sin tapujos de la “hemorragia” que “debilita” la vida religiosa y reconoció que “nos preocupan” los abandonos.

“Es verdad que algunos lo dejan por un acto de coherencia, porque reconocen, después de un discernimiento serio, que no han tenido nunca la vocación. Pero a otros, con el paso del tiempo, les falla la fidelidad, muchas veces pocos años después de la profesión perpetua. ¿Qué ha pasado?”. La respuesta la encontró Bergoglio en tres factores: la cultura “del fragmento, de lo provisional”, que impera en nuestro tiempo; el “complejo mundo juvenil” y la abundancia de situaciones de “contratestimonio” que dificultan la fidelidad.

Con motivo de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, el 2 de febrero, el número dos de la CIVCSVA, el arzobispo español José Rodríguez Carballo, concedió una entrevista a L’Osservatore Romano en la que cuantificó la “hemorragia” a la que hacía referencia Francisco. Dijo que en 2015 y 2016 hubo unas 2.300 personas cada año que colgaron los hábitos, incluyendo los 271 decretos de salida de institutos religiosos, las 518 dispensas del celibato concedidas por la Congregación para el Clero, los 141 sacerdotes religiosos que se incardinaron en diversas diócesis y las 332 dispensas de votos entre las contemplativas.

El franciscano Carballo aseguró que las cifras permanecen “constantes”, aunque reconoció que el problema resulta “preocupante”, también por la edad en que se producen los abandonos. Y es que la mayor parte de ellos se dan entre los 30 y los 50 años.

Publicado en el número 3.022 de Vida Nueva. Ver sumario

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