La Curia y sus resistencias blanqueadas de miedo

Jesús Sánchez Camacho, periodistaJESÚS SÁNCHEZ CAMACHO | Periodista

Bajo el estímulo del Concilio (GS 90), Pablo VI acababa de crear la Pontificia Comisión Justicia y Paz, cuando, el 28 de enero de 1967 (VN, nº 559), Javier María Echenique divulgaba su razón de ser: plantear “uno de los problemas más serios de la Iglesia en la hora presente: sus relaciones con la pobreza y con la miseria”. Según el autor, el organismo exigiría “una dolora renovación de mentalidades y estructuras”.

Cinco décadas después, el organismo se ha convertido en dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, aglutinando los esfuerzos de los antiguos pontificios consejos para la Pastoral de los Migrantes, la Pastoral de los Agentes Sanitarios y Cor Unum. En la actualidad, la “dolorosa renovación de mentalidades y estructuras”, trazada cinco décadas atrás por Echenique, la lleva a cabo el Consejo de cardenales (C-9). Con diecisiete encuentros a sus espaldas, no cesan de poner a examen a los dicasterios para fusionarlos e impregnarlos de carácter evangélico, misionero y sinodal.

Ante los cambios previstos en la agenda del Papa en este año 2017, hay quienes han recurrido a un discurso victimista y conspiratorio, aduciendo un clima de miedo entre los trabajadores de los dicasterios. Francisco, adivinando este desatino, en su discurso navideño a la Curia regaló una guía no solo para vencer el miedo, sino también para el tratamiento de “enfermedades”.

Publicado en el número 3.021 de Vida Nueva. Ver sumario

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