La década prodigiosa de la seo de Mallorca

Miquel Barceló posa junto a su retablo cerámico en la capilla del Santísimo de la Catedral de Palma de Mallorca

El retablo cerámico de Barceló “significa un nuevo lenguaje para expresar el misterio de la Eucaristía”

retablo cerámico en la capilla del Santísimo de la Catedral de Palma de Mallorca obra de Miquel Barceló

El retablo cerámico de Barceló está dedicado al milagro del pan y los peces

La década prodigiosa de la seo de Mallorca [extracto]

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | La capilla del Santísimo de la catedral de Palma –con su llamativo retablo cerámico creado por Miquel Barceló– cumple diez años. “Creo que ha sido un ejercicio de diálogo con el arte actual mostrando a la vez la capacidad de diálogo y la vitalidad de la comunidad cristiana que acoge la nueva obra”, valora Gabriel Amengual, canónigo secretario del Cabildo Catedral de Mallorca.

“El Cabildo es consciente de las consecuencias derivadas de los usos turísticos, pero apuesta decididamente por favorecer el mensaje litúrgico en la capilla del Santísimo a través de las celebraciones religiosas, la reserva del Santísimo y la comunicación cultural al servicio de la evangelización y la espiritualidad”, añade Mercè Gambús, profesora del Departament de Ciències Històriques i Teoria de les Arts de la Universitat de les Illes Balears.

Una década después, la intervención de Barceló se ha integrado extraordinariamente en una sede catedralicia con 700 años de historia y en la vida de Palma: “Es precisamente un buen momento para hacer balance. Podríamos extendernos en la valoración artística de la obra de Barceló –afirma Nicolau Dols, también profesor de la Universitat de les Illes Balears–. Sin embargo, antes de eso es incluso más importante abundar en el hecho de que durante estos diez años y, sin duda, gracias a la aportación de Barceló, la catedral ha adquirido más realce en el panorama cultural de la isla”.

Es, ante todo, un espejo de Dios en el mundo de hoy. “El principal significado creo que ha sido la entrada del arte actual, de la mano de un artista local, y a la vez de gran renombre internacional, en la catedral –añade Amengual–, una catedral gótica, pero que, como edificio vivo que alberga a una comunidad cristiana viva, ha ido incorporando a lo largo de la historia los diferentes estilos, especialmente renacentista, barroco y el propio de Gaudí”.

El canónigo expone cómo, a lo largo de estos diez años, la obra de Barceló se ha integrado como elemento evangelizador: “Ha calado en el sentido que esta Capilla tiene un uso litúrgico diario, ahí se rezan los laudes de cada día y la misa conventual diaria. No hay mejor prueba de la asimilación de la obra que su uso, la práctica, que la va asimilando como algo normal, convirtiendo esta obra de arte, independientemente de las intenciones del artista, en el marco de la acción litúrgica y de plegaria. Y ello de una manera totalmente normal, como si siempre hubiera estado ahí”.

Dols sabe lo que es sumergirse en la espiritualidad de la capilla del Santísimo: “Han sido numerosas las actividades que se han organizado en ella, y no solo las de difusión de la obra, como sucedía con razón al principio, sino también ejercicios espirituales, presentación de libros y conferencias, actividades propias de una catedral activa como centro de difusión de la fe y sus expresiones culturales”.

Amengual expresa gráficamente lo que han sido estos diez años: “Al principio hubo mucha curiosidad por ver la obra de Barceló, ahora se contempla una capilla dedicada a la Eucaristía, integrada dentro de la catedral”. Mercè Gambús, miembro también del Grupo de Conservación del Patrimonio Artístico Religioso de la Universitat de les Illes Balears, cree que “ha ido incorporándose lentamente al tejido cultural y patrimonial de la catedral”. Y que diez años en un templo con setecientos de historia son muy pocos: “Es necesario recordar que el tiempo en una catedral es el vehículo imprescindible para consolidar la recepción en todos los ámbitos”, dice.

Miquel Barceló posa junto a su retablo cerámico en la capilla del Santísimo de la Catedral de Palma de Mallorca

Barceló junto a su obra en la Catedral de Palma

La intervención de Barceló –dedicada al milagro del pan y los peces– forma parte de un tríptico único. “El retablo cerámico de Barceló significa un nuevo lenguaje para expresar el misterio, en este caso el central, el de la Eucaristía. Nos place enormemente situarlo en este contexto de las tres capillas del ábside, las tres dedicadas a la Eucaristía”, señala el secretario del Cabildo. Mercè Gambús era vicerrectora de la Universitat de les Illes Balears hace diez años y formaba parte del patronato de la fundación que gestionó la intervención de Miquel Barceló: “La obra de Barceló, desde el punto de vista de la catedral, significa la continuidad de una apuesta histórica por el arte contemporáneo que se inauguró en 1904 con la restauración litúrgica impulsada por el obispo Pedro Juan Campins y con la reforma de su espacio interior llevada a cabo por Antonio Gaudí”.

Las “representaciones entre realistas y barrocas, alusivas e insinuantes” de Barceló, como las define Amengual, tienen no obstante un efecto evangélico inmediato: “Entro en la capilla y todo me conduce a mirar al Resucitado”, según lo expone Dols: “¿Cómo no conectar todos los dones de la tierra y del mar con la figura de un resucitado? La capilla es una explosión de color y una exuberancia de elementos naturales modelados en un continuo de arcilla. En el centro, la imagen del Resucitado. ¿No es un canto a la vida? ¿No es a la vida a lo que nos invita la fe? La catedral de Mallorca fue pionera en dejar entrar la luz, en recuperar espacios diáfanos. No adoramos en ella a un Dios de la muerte y de la oscuridad, sino al factor de la vida y la luz. Ahí radica la coherencia de la obra de Barceló con intervenciones artísticas anteriores, y, principalmente, con la de Gaudí”.

Una exposición y un coloquio internacional para conmemorar una década

“Es verdad que el estilo ha sido calificado como poco religioso, como pagano, tal como sucedía con los grandes artistas del Renacimiento. Así, alguno ha afirmado que es más bien un canto al Mediterráneo. Pero creo que se puede fácilmente responder que ello significa no ver la obra entera que acaba con el ‘surgimiento’ del Resucitado por encima de la muerte”, responde Gabriel Amengual. “La obra tiene una dinámica que yo llamaría teilhardiana –continúa–, o por lo menos esta puede ser una de sus lecturas”.

La conmemoración del décimo aniversario de la Capilla arranca con una exposición: Tres miradas sobre la obra de Miquel Barceló en la capilla del Santísimo, con sesenta fotografías de Agustí Torres, François Halard y Jean Marie del Moral que se podrán ver en la capilla de la Misericordia del 7 de febrero al 7 de marzo. Y un coloquio internacional, Intervenciones contemporáneas en la Catedral de Mallorca. La obra de Miquel Barceló en la capilla del Santísimo diez años después, que se celebrará el 2 y el 3 de marzo.

“A mí me gustaría que la conmemoración de este décimo aniversario significara un paso más en el asentamiento de esta obra de arte en su lugar en la Catedral, en su oficio de ser expresión de la fe y de la búsqueda de Dios –apunta Amengual–. Que dejáramos atrás discusiones estériles y nos fijáramos en la obra, su lugar, lo que representa y cómo es usada y recepcionada en la catedral como obra de arte que expresa el gran misterio de la Eucaristía, el sacramento síntesis y fuente de todos los demás, porque en él está en juego el misterio de la fe cristiana: la muerte y Resurrección de Cristo y nuestra transformación en hijos de Dios y en comunidad fraterna”.

Publicado en el número 3.020 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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