Pablo VI en los altares de Bergoglio

Francisco saluda a los fieles durante la ceremonia de beatificación de Pablo VI Vaticano 19 octubre 2014

Francisco quiere acelerar el proceso de canonización del papa Montini

Francisco saluda a los fieles durante la ceremonia de beatificación de Pablo VI Vaticano 19 octubre 2014

Francisco en la ceremonia de beatificación de Pablo VI en octubre de 2014

DARÍO MENOR (ROMA) | La Iglesia va camino de tener un nuevo Pontífice santo: Pablo VI. Tres años después de beatificarlo, Francisco baraja la posibilidad de canonizarlo durante 2017, acelerando los tiempos al eximir la necesidad de que se produzca un nuevo milagro. Jorge Mario Bergoglio impulsaría así el ascenso a los altares de Giovanni Battista Montini siguiendo el mismo camino que recorrió antes Juan XXIII, quien fue primero beatificado por Juan Pablo II en 2000 tras un proceso al uso, y luego inscrito en el libro de los santos en 2014 pro gratia del actual Pontífice, es decir, sin que fuera necesaria la certificación de que se produjo una curación inexplicable para la ciencia gracias a su intercesión.

Serían así equiparados los dos Papas que impulsaron y desarrollaron el Concilio Vaticano II, el evento más importante para la Iglesia de la época contemporánea y con el que tanto Montini como Angelo Giuseppe Roncalli intentaron que el catolicismo volviera a sintonizar con el mundo sin renunciar a sus raíces.

Durante 2017, hay varias conmemoraciones significativas relacionadas con Pablo VI: el 26 de marzo se celebra el 50º aniversario de la publicación de Populorum Progressio, su gran encíclica social y continua fuente de citas y de inspiración para Bergoglio; el 24 de junio se cumple igualmente medio siglo desde la aparición de Sacerdotalis Caelibatus, donde se pronunció sobre la cuestión del celibato sacerdotal; mientras que el 29 de septiembre habrán pasado 120 años desde su nacimiento. La canonización, en cualquier caso, podría celebrarse en la segunda mitad del presente año, según ha podido saber Vida Nueva.

Con esta ceremonia, Francisco subrayaría la identificación que siente con Pablo VI y, de alguna forma, “santificaría” también el Concilio Vaticano II. El gesto repercutiría en una mejor comprensión de la histórica asamblea que ayudaría a la superación de las sempiternas disputas entre las dos hermenéuticas que surgen a la hora de interpretarlo, la de la ruptura y la de la continuidad. Bergoglio dejaría claro que la Iglesia no tiene otra alternativa que seguir recorriendo el camino marcado por los padres conciliares. (…)

Publicado en el número 3.019 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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