El presidente congoleño Kabila pronto será historia gracias a la mediación eclesial

obispos de República Democrática del Congo que participaron en las negociaciones para un acuerdo para que Kabila deje la presidencia

Tras unas intensas negociaciones, los obispos logran que deje su cargo a finales de año

obispos de República Democrática del Congo que participaron en las negociaciones para un acuerdo para que Kabila deje la presidencia

Delegación episcopal que participó en las negociaciones; en el centro, el presidente del Episcopado, Utembi

JOSÉ LUIS CELADA | La mediación de la Iglesia congoleña ha dado sus frutos: Joseph Kabila, que lleva en el poder desde enero de 2001, abandonará la presidencia al término de este año. Así lo establece el acuerdo alcanzado el 31 de diciembre entre la mayoría gubernamental y la oposición, bajo el auspicio de la Conferencia Episcopal Nacional del Congo (CENCO). Después de tres semanas de intensas negociaciones –lideradas por el arzobispo de Kisangani y presidente del Episcopado, Marcel Utembi–, ambas partes convinieron en que Kabila prolongaría un año más su mandato, que expiraba en la medianoche del lunes 19 de diciembre, si él mismo se comprometía a no presentarse a una tercera reelección en los comicios de diciembre de 2017. “Kabila no podrá cambiar la Constitución para extender su mandato ni tampoco presentarse a un tercer mandato”, aclaró ante los medios el obispo Utembi al término de las reuniones.

Aunque observadores y firmantes admiten que se necesita concretar ciertos aspectos del llamado Acuerdo de San Silvestre para proceder a su aplicación, el primer paso ya se ha dado con la salida pactada de Kabila. A ello habría que añadir el nombramiento de un primer ministro designado por la oposición y la creación de un Consejo nacional de control del acuerdo y del proceso electoral, encabezado por el histórico opositor Etienne Tshisekedi. Un organismo que el Parlamento debería aprobar en marzo. Queda por ver también qué pasará con el actual primer ministro, Samy Badibanga, opositor de la Unión para la Democracia y el Progreso Social (UDPS), y si se hace efectiva la promesa del retorno de los políticos exiliados.

Otros puntos planteados en la negociación, pero que aún se están debatiendo, se refieren a la celebración de las elecciones presidenciales y legislativas en 2017 y a la extensión del acuerdo a otros grupos opositores como el Movimiento de Liberación del Congo, del exvicepresidente Jean-Pierre Bemba, cuya ausencia en estos diálogos podría explicar las reservas de la mayoría presidencial a la hora de signar lo pactado. Pendiente queda, asimismo, consensuar la composición del Consejo nacional de control (sus 28 miembros y su designación), además de una lista con futuros ministros y el vicepresidente del gobierno de transición.

Crisis y violencia

El acuerdo alcanzado pretende devolver la estabilidad a la República Democrática del Congo, sumida en una grave crisis política y social desde que Kabila suspendiera las elecciones de noviembre y reiterara su intención de permanecer en el poder hasta que se fijasen nuevos comicios, previstos para abril de 2018. Aunque el mandatario esgrimía motivos logísticos, económicos y de seguridad para justificar este aplazamiento, su negativa a dejar el cargo había recrudecido la violencia en el país, hasta el punto de que los enfrentamientos entre policías y manifestantes coincidiendo con el fin de su mandato se saldaron con decenas de muertos.

Ahora, tras meses de incertidumbre, este acuerdo y la promesa de un gobierno de transición a partir de marzo parecen devolver la esperanza a una población que, sin embargo, ha recibido la noticia con escepticismo. Razones no le faltan. Kabila, empeñado en revisar lo pactado, podría retrasar su aplicación. E incluso acometer una reforma constitucional a la desesperada para aferrarse al cargo, como han hecho sus vecinos Paul Kagame (Ruanda) y Pierre Nkurunziza (Burundi).

Publicado en el número 3.019 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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