‘El tesoro’

fotograma de la película El tesoro

fotograma de la película El tesoro

J. L. CELADA | Cuatro de la madrugada en una comisaría de provincias a dos horas de Bucarest. Una pareja de agentes locales con ganas de terminar su turno y un par de tipos corrientes contemplan expectantes cómo un ladrón “de confianza” intenta abrir la misteriosa caja que les reúne a esas alturas de la noche. Todo apunta a que podría tratarse de El tesoro que el bisabuelo de uno de ellos escondió en el jardín de la casa familiar y que ambos acaban de desenterrar.

La secuencia, que se desarrolla en el tramo final de la cinta del mismo título, condensa en un único plano fijo lo más valioso del último trabajo de Corneliu Porumboiu: una sobria puesta en escena, personajes de carne y hueso, y situaciones que desprenden comicidad, ternura y cierta pesadumbre arraigada en el alma de sus compatriotas. Así es también el nuevo retrato de Rumanía que compone el director de la aclamada 12:08 al este de Bucarest (2006), un país que, apenas recuperado de los estragos del comunismo, vio cómo “todo se fue al garete” con la llegada de la crisis.

Una muletilla de la que echa mano el vecino del protagonista para explicarle sus desgracias (la bancarrota de la editorial donde trabajaba, la amenaza de embargo de su piso…) y proponerle el negocio que da origen a esta historia: conseguir 800 euros para poder alquilar un detector de metales con el que encontrar El tesoro de marras. Como ya ocurriera con Los exámenes –comentada aquí semanas atrás (VN, nº 3.014)–, aunque sin resultar tan áspera, el camino está salpicado de mentiras, favores, regateos y precios “negociables”, síntomas todos ellos de la sociedad de la supervivencia.

Superadas las dificultades iniciales, estos improvisados aventureros emprenden viaje al campo en compañía de un profesional de la localización para hacerse con el soñado botín. Pero, mientras avanza la búsqueda y posterior excavación, surgen los problemas, las discusiones, las dudas… Porque, por más que el detector rastree la presencia de objetos metálicos, lo que acabará desvelando ante la cámara es la fe o la desconfianza de cada cual, las ilusiones y los temores de unos seres que solo persiguen el futuro en ese agujero sin fondo.

Sin otra banda sonora que el sonido ambiente del tráfico, las gallinas o los cuervos, en escenarios tan espartanos o destartalados que parece haberse detenido el tiempo, con conversaciones cara a cara (frente al televisor, en el coche…) que huyen de la pompa hueca, El tesoro que nos regala Porumboiu es una película tan sorprendente como su propio final. La digna embajadora de un cine que viene llamando con fuerza a las carteleras de media Europa para proclamar, entre el desencanto y la esperanza, aquello de que Life is life (La vida es la vida). ¿Se animan a compartir este feliz descubrimiento?

FICHA TÉCNICA

Título original: Comoara

Guión y Dirección: Corneliu Porumboiu.

Fotografía: Tudor Mircea.

Producción: Marcela Ursu, Sylvie Pialat, Nadia Turincerf, Julie Gayet.

Intérpretes: Cuzin Toma, Adrian Purcarescu, Corneliu Cozmei, Cristina Cuzina Toma, Radu Banzaru, Dan Chiriac, Iulia Ciochina, Nicodim Toma.

Publicado en el número 3.017 de Vida Nueva. Ver sumario

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