La ONU: un desierto estéril

Jesús Sánchez Camacho, periodistaJESÚS SÁNCHEZ CAMACHO | Periodista

A Ban Ki-moon apenas le quedan días para dejar la Secretaría General de la ONU. Como Isaías, cercado por las potencias extranjeras, pero mostrando menor brillantez y carisma que el profeta, el diplomático surcoreano se marcha con sensación de gritar en el desierto de un Consejo de Seguridad cuyos países solo parecen tener en común el injusto derecho de veto.

Cuando el 1 de enero salga por la puerta de atrás, no será el único en haber sentido frustración en la historia de una organización carente de facultades ejecutivas. Esa impotencia también la experimentó U Thant, tercer secretario general (1961-1971), cuando estuvo a punto de tirar la toalla en diciembre de 1966. El Consejo de Seguridad lo impidió, empujándolo otros cinco años más. Tal y como reflejaba Antonio Alférez el 17 de diciembre de 1966 (VN, nº 553), padecía “nueve dolores” y otros tantos “miedos menores”, alegoría utilizada para indicar nueve conflictos bélicos y otros problemas que azotaban a la humanidad.

Como si se tratara de un regalo de Navidad que consiguiera hacer florecer ese desierto infértil, António Guterres tomará el relevo en la Secretaría General el próximo mes de enero. No sabemos hasta dónde podrá llegar un luso cuya juventud quedó marcada por la Acción Católica en una agónica dictadura salazarista. Lo que ya conocemos es que se dejará la piel haciendo más llevadero el desierto de los refugiados.

Publicado en el número 3.016 de Vida Nueva. Ver sumario

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