Blase Cupich: “Rezo por Trump y por quienes defienden posturas contrarias”

Entrevista al cardenal arzobispo de Chicago

Blase Cupich, cardenal arzobispo de Chicago

MARÍA SERRANO (NUEVA YORK) | Cuando el pasado 9 de octubre el papa Francisco anunció la incorporación de 17 nuevos cardenales a la Curia, tres de los designados procedían de Estados Unidos; una decisión que ha sido vista como una apertura de los círculos tradicionales de la Iglesia hacia las nuevas “periferias” de las que tanto habla el Pontífice. Además de Kevin Farrell, prefecto del Dicasterio de los Laicos, la Vida y la Familia, y Joseph Tobin, arzobispo de Indianápolis, el arzobispo de Chicago, Blase Cupich, ha sido uno de los prelados elevados al cardenalato el pasado 19 de noviembre.

PREGUNTA.- Desde un punto de vista social, ¿cuál cree que es el desafío más grande al que nos enfrentamos en este momento y de qué forma puede la Iglesia ayudar a acometerlo?

RESPUESTA.- Nuestro reto más acuciante en este tiempo es trabajar en la interrelación de los temas fundamentales del hombre: la vida y la dignidad del ser humano. Si desconectamos estos asuntos, si los separamos unos de otros, disminuimos nuestra capacidad de involucrar a la comunidad en general, poniendo en peligro la oportunidad de construir una base amplia de apoyo. Un apoyo que necesitamos para asegurar que nuestra voz sea escuchada en la plaza pública. Por tanto, estos dos temas han de estar intrínsecamente unidos: la defensa de la vida desde su concepción y la de la dignidad humana, también en todas las etapas vitales.

P.- Tras la elección presidencial de Donald Trump, Francisco tuiteó: “Hagamos que la misericordia de Dios resplandezca en nuestro mundo a través del diálogo, la acogida recíproca y la colaboración fraternal”. ¿Opina que Trump busca la cooperación con la Iglesia?

R.- El pueblo americano ha hablado. Yo rezo por el presidente electo, para que el Señor le ilumine y le acompañe en su servicio a todas las personas de este país. También rezo por aquellos que defienden posturas contrarias, para que puedan continuar participando en nuestra democracia y nos esforcemos, todos juntos, por lograr una armonía respetuosa y que tienda al bien común. Porque todos somos guardianes de los ideales americanos de justicia, igualdad, fraternidad y paz entre las naciones. Tampoco debemos cansarnos de vivir nuestra tradición de servicio a los necesitados, a los marginados de la sociedad. Nuestros objetivos comunes deben ser demostrar nuestro compromiso con esos ideales, recuperar nuestra solidaridad como nación y ser auténticamente un faro de esperanza y compasión en un mundo que tanto las necesita. (…)

Publicado en el número 3.016 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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