El cardenal Blázquez reclama una “catarsis” política y social

108 Asamblea Plenaria de la CEE noviembre 2016

En la inauguración de la 108ª Asamblea Plenaria, el presidente del Episcopado advierte de la “irritación” causada por la corrupción

108 Asamblea Plenaria de la CEE noviembre 2016

El cardenal Blázquez charla con el cardenal Carlos Amigo

DOCUMENTOS: Discurso del cardenal Blázquez en la inauguración de la 108ª Asamblea Plenaria

JOSÉ LORENZO | Catarsis pública, purificación de las actitudes y cambio de conducta moral. Esos son los elementos de la receta que, para que España pueda “caminar esperanzadamente”, ha señalado el presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Ricardo Blázquez, en su discurso inaugural de la CVIII Asamblea Plenaria del Episcopado, reunida en Madrid del 21 al 25 de noviembre.

Desde esta clave –y no partidista, como traslucen algunos– hay que interpretar que en la parte más “política” de su discurso, el arzobispo de Valladolid calificase de “alivio”, aunque “con las reservas comprensibles”, la formación de Gobierno “después de tantos meses de estar bloqueada su formación”. Circunstancia que considera que abre un “horizonte de esperanza” que habría que aprovechar para “llevar a cabo una catarsis, una purificación profunda de actitudes y un cambio de conducta moral”.

“La corrupción, con tantas personas implicadas y diversos focos de contaminación –abundó el cardenal– ha degradado el servicio público. Han trascendido a la opinión pública hechos de corrupción, al tiempo que miles de personas perdían su puesto de trabajo. La falta de honradez causa irritación. Sin una regeneración ética no podemos afrontar esperanzadamente el futuro”.

Si ya durante los meses de bloqueo institucional el purpurado abulense apeló al diálogo y a la generosidad de los actores políticos, volvió a reclamarlo con igual convicción en un momento en el que también detecta “malestar a flor de piel”. “Si no hay diálogo, habrá gritos”, dijo citando al papa Francisco, por lo que invitó “a abandonar la incomunicación y caminar unidos”, en clara alusión al período de tensiones vividas durante los diez meses en que no se ha podido formar Gobierno. “Que cedan los partidismos en favor del bIen común”, reclamó, porque “nos aguardan reformas importantes y proyectos fundamentales en los que todos deberíamos converger. El interés general y el futuro de la sociedad están en juego”.

A pesar del tono propositivo, no las tiene todas consigo el presidente de la CEE –ni otros prelados consultados por esta revista, que ven todavía muchos nubarrones en el horizonte– sobre la situación de fragilidad política que vive España. Pero, en vez de subirse al carro de las reivindicaciones y agravios o de ponerse vendas preventivas ante los cambios legislativos que se avecinan, insistió en un discurso de calado institucional, aunque haya pasado más desapercibido de lo que merecía.

Así, recordó Blázquez que “la desmemoria conduce fácilmente a la desesperanza” y que “muchas cosas debemos recordar para corregirnos”. Frente a ello, insistió en que “el diálogo es la vía digna del hombre para buscar la respuesta más adecuada a los desafíos pendientes”. “La pluralidad –añadió–, para ser colaboradora y no disgregadora, para enriquecer la unidad y no romperla, para garantizar la vida en común con respeto a las legítimas diversidades, necesita una fundamental base compartida”.

Llegado a este punto, llegó su reivindicación de la Transición, cuestión ya presente en otros discursos suyos en la Plenaria, pero que no parece casual en un momento en que hay fuerzas políticas, como Unidos Podemos, que matienen tesis muy críticas con aquel período histórico, al que acusan de haber instaurado el “régimen del 78”. “No podemos olvidar la llamada Transición como referente orientador –pidió el cardenal–, aunque deba ser constantemente enriquecida”.

Sin estridencias ni golpes de pecho. Con respeto y “la debida actitud democrática”, Ricardo Blázquez ofreció la misión pastoral de toda la Iglesia en España para contribuir “al servicio del bien común de nuestro pueblo”. “No bastan los resortes de una sociedad moderna para vivir éticamente si no obedecemos a la conciencia moral bien formada. Dios y el hombre no son competitivos”. Y añadió: “Nos viene bien creer en Dios; y excluir a Dios nos daña”.

José María Gil Tamayo, secretario general de la CEE, en un momento de la Asamblea Plenaria noviembre 2016

José María Gil Tamayo, secretario general de la CEE

“Ha sido un discurso positivo, sobrio, valiente. Un texto a la altura del momento que estamos viviendo en España”, apuntó a Vida Nueva un destacado miembro del Episcopado. “Me gustó especialmente que hablase de ese horizonte de esperanza y que invitase al diálogo como solución a los conflictos. Con estas intervenciones estamos reafirmando la Iglesia del sí frente a la del no”, añadió.

“La misericordia de Dios no tiene la puerta cerrada para nadie”

“Los obispos españoles reciben esta noticia con alegría”, dijo el secretario general de la CEE, José María Gil Tamayo, a preguntas de los periodistas, que le pedían una valoración de la carta apostólica Misericordia et misera, que acaba de hacerse pública y en donde el papa Francisco da licencia a todos los sacerdotes para perdonar pecados como el del aborto. “El Papa enfatiza la gravedad del pecado, que es matar a un ser inocente, pero, contra la misericordia de Dios, no cabe ningún pecado. Es decir, la Iglesia está abierta a perdonar siempre a todos. Por eso extiende ese privilegio que ha otorgado a los sacerdotes durante el Jubileo. La misericordia de Dios no tiene la puerta cerrada para nadie. El Papa quiere que los sacerdotes lleven a todos la misericordia para que nadie pierda la esperanza del perdón”.

Publicado en el número 3.013 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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