Mark J. Seitz: “Sobre el presidente Trump, no toleraremos que se violen los derechos humanos”

Entrevista al obispo de El Paso (Texas)

Mark J. Seitz, obispo de El Paso, Texas

MARÍA SERRANO (NUEVA YORK) | Solamente a El Paso, en Texas –la ciudad fronteriza con mayor población–, llegan cada día más de 300 inmigrantes. Unos 100.000 cada año, de los cuales cerca de 60.000 son repatriados por el Servicio de Inmigración y Aduanas. Hambre, pobreza, tragedia, violencia y miedo campan a sus anchas en la ciudad construida a orillas del Río Bravo, al otro lado del cual se encuentra Ciudad Juárez, una de las ciudades más peligrosas de México.

En esta ciudad se vive desde el pasado 8 de noviembre con aprensión. El triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos y su amenaza de deportar a 11 millones de inmigrantes ilegales y construir un muro a lo largo de la frontera mexicana ha puesto en jaque a las más de 800.000 personas que viven en el condado texano.

Por ello, el obispo de su diócesis (que, además de El Paso, engloba otros nueve condados fronterizos), Mark J. Seitz, alzó la voz ese mismo día emitiendo un comunicado en el que trataba de ahuyentar el miedo que se ha instalado en los corazones de sus fieles: “Este país ha elegido a un presidente, no a un dictador. En esta república democrática tenemos un sistema de controles y equilibrios para que los derechos de los individuos sean salvaguardados. La retórica de la campaña es solo eso. Ahora viene el reto de gobernar y, para eso, un líder debe trabajar con otros y buscar lugares de compromiso”.

PREGUNTA.- ¿Qué implicaciones va a tener la Administración Trump para la Iglesia católica?

RESPUESTA.- A lo largo de muchos siglos, la Iglesia ha existido en prácticamente todos los escenarios políticos imaginables. En toda circunstancia, su rol continúa siendo el mismo: proclamar la Buena Nueva de la Salvación a través de Jesucristo, “a tiempo y a destiempo”. Como lo hemos hecho a lo largo de nuestra historia, tenemos la responsabilidad de desempeñar un rol en la vida política de cualquier nación. Servimos de conciencia a las naciones, y buscamos formar a sus ciudadanos para que, dentro del sistema político elegido, trabajen guiados por los principios básicos que extraemos de las enseñanzas de Cristo, que por su naturaleza deben provocar un impacto en nuestra cotidianidad y en los juicios y elecciones que realizamos, como individuos y como sociedad. Seguiremos tratando de cumplir con esta responsabilidad.

P.- ¿Cómo afectarán sus posturas a las relaciones con la Iglesia?

R.- Nos encantaría encontrarnos en la posición de poder apoyar al nuevo presidente de Estados Unidos. De hecho, él mismo ha declarado que desea mantener buenas relaciones con la Iglesia católica. También cabe esperar que se posicionará a favor de la vida de los no nacidos y de sus madres, por ejemplo. Pero si, al contrario, asume posiciones políticas contrarias al catolicismo, al Evangelio y a sus principios, nos opondremos vigorosamente a todas y cada una de ellas, como lo hemos venido haciendo con aquellas administraciones que han decidido seguir ese camino.

P.- ¿Qué promesas electorales despiertan mayor inquietud en la jerarquía católica?

R.- Si nos basamos en su discurso durante la campaña, nos preocupa enormemente la forma en la que se ha expresado en cuanto a los inmigrantes y refugiados y, por ello, las medidas que podrá poner en marcha contra ellos. Antes que nada, no permitiremos ninguna violación de los derechos humanos.

Publicado en el número 3.012 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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