Así lo constata la Comisión Real que investiga los abusos a menores en Australia
JOSÉ LUIS CELADA | El 31 de octubre, la Comisión Real que investiga en Australia las denuncias por abusos sexuales a menores dio a conocer un informe en el que se revela que el cardenal George Pell habría encubierto a tres sacerdotes pederastas cuando desempeñaba importantes responsabilidades eclesiales en Ballarat y Melbourne. A tenor de las investigaciones llevadas a cabo en estas dos diócesis, los abogados concluyen que Pell no retiró de inmediato a los acusados de sus funciones, por lo que, en algún momento, fue directamente responsable de los hechos.
Este anuncio se produce pocos días después de que el actual prefecto de la Secretaría de Economía del Vaticano fuera interrogado en Roma por detectives de su país, esta vez por presuntos abusos que él mismo habría cometido.
El primer sacerdote investigado es Gerald Ridsdale, trasladado de parroquia cuando se conocieron sus comportamientos delictivos, pero no apartado del ministerio. La decisión fue tomada durante una reunión de la Curia de Ballart en 1982 a la que asistió Pell. También en Ballarat, Edward Dowlan habría tocado de forma inapropiada a unos jóvenes de corta edad, según testimonió ante la Comisión el superviviente Tim Green. Y aunque, en 1974, este habría alertado sobre los hechos a Pell, su respuesta fue: “No seas ridículo”.
Peter Searson es el tercer cura encubierto por el entonces obispo auxiliar de Melbourne, cuando ignoró a varios padres que en 1989 acudieron a él denunciando la conducta inapropiada del capellán del colegio de sus hijos, en la parroquia de Doveton. Cabe recordar que, en una comparecencia ante la Comisión, Pell alegó que fue engañado por la Oficina de Educación Católica de Melbourne sobre Searson y que se le ocultaron detalles de sus actos. Argumento que, para los letrados, carece de credibilidad.
La Comisión, que ha concluido ya sus investigaciones sobre las supuestas negligencias de autoridades católicas en Ballarat y Melbourne, sigue con su trabajo en otras diócesis e instituciones australianas, religiosas o no, y tiene previsto publicar su informe final en 2017.
Se da la circunstancia de que, cuando en noviembre de 2012 la entonces primera ministra, Julia Gillard, anunció la puesta en marcha de la Comisión, el que fuera arzobispo de Sidney no solo cuestionó su conveniencia, sino que llegó a calificar sus trabajos como ataque “desproporcionado” a la Iglesia.
Publicado en el número 3.010 de Vida Nueva. Ver sumario
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