Tribuna

San Francisco de Asís es un ‘best seller’

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Gianfranco Ravasi, cardenal presidente del Pontificio Consejo de la Cultura GIANFRANCO RAVASI | Cardenal presidente del Pontificio Consejo de la Cultura

“Francisco es mi santo preferido. He escrito cuatro comedias sobre él y lo he pintado mil veces, pero nunca esciado”. Esta confesión de Dario Fo en Dario e Dio (Darío y Dios), su diálogo con Giuseppina Manin, expresa un sentimiento muy difundido entre creyentes, no creyentes y diversamente creyentes. La llegada de un Papa de nombre Francisco ha reforzado de forma natural esta pasión, y la incesante bibliografía sobre el santo de Asís muestra que nunca nos cansamos de descubrir rincones remotos en el alma y en la historia de un personaje del que ya partía un halo de luz pocos años después de su muerte.

Pescando en la bibliografía reciente encontramos una variada serie de textos. Iniciamos con Le Cantique de frère Soleil: François d’Assise réconcilié (Cántico del hermano Sol: Francisco de Asís reconciliado), ensayo de Jacques Dalarun donde realiza una suerte de tríptico en el que delinea la estructura literaria y temática del himno. Dalarun afila su prosa al impedir una hermenéutica demasiado ‘ecologista’: “Francisco no venera la naturaleza, venera la creación. No es un admirador extasiado de la naturaleza. Es tan poco vegetariano como poco ecologista”.

También la Laudato si’ del Papa se refiere a cuestiones ecológicas, aunque con la perspectiva bíblica del cuidado de la creación y en clave teológica y moral. ilustración de Tomás de Zárate para el artículo del cardenal Ravasi 3009

Con esta obra, Dalarun permite al lector ponerse en sintonía con Francisco, que “no era un soñador”, sino un testigo extraordinario en el que la belleza y la miseria, el estupor y el realismo, el canto y la oración se fundían en una trama unitaria, marcada por una fe alta y pura. Basta con escuchar el suspiro de su Oración frente al crucifijo, considerado el texto más antiguo del santo y compuesto tal vez en enero de 1206 cuando, al entrar en la iglesia de San Damián, tuvo lugar su ‘conversión’: “Sumo, glorioso Dios, ilumina las tinieblas de mi corazón y dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta, sentido y conocimiento, Señor, para que cumpla tu santo y verdadero mandamiento”.

El mismo autor nos presenta en otro volumen una particular aventura. En 2014, un amigo le dijo que se iba a subastar un antiguo manuscrito que contenía una biografía de san Francisco. Tras echarle un vistazo, comprobó que entre los 122 folios de pergamino copiados en la década de 1230-1240 para uso de los Frailes Menores había un fragmento de una de las fuentes capitales para el conocimiento de la historia del santo, la Vida del beato Francisco, de Tomás de Celano, compuesta por encargo del ministro general de los franciscanos, aquel Elías tan querido por el santo. Nos encontramos por tanto con un códice conectado directamente con aquella fuente, que acabó siendo comprado por la Biblioteca Nacional de París y cuyo contenido podemos encontrar en la obra de Dalarun La vie retrouvée de François d’Assise (La vida reencontrada de Francisco de Asís).

Recientemente ha vuelto a aparecer en italiano la famosa Vida de san Francisco de Asís, que el calvinista francés Paul Sabatier (1858-1928) publicó en 1893 con un éxito clamoroso. Sabatier reconstruyó el perfil genuino de Francisco volviendo lo máximo posible a las fuentes y liberándolo de las incrustaciones devocionales. Nació así un retrato más desnudo y anclado a la matriz evangélica, pero envuelto, además, con nuevas ropas: la del firme opositor a las pretensiones papales y la del ingenuo carismático traicionado por sus propios hermanos.

La obra sigue siendo atractiva y muestra cómo Francisco atraviesa con su presencia de luz los confines de su cultura, historia y espiritualidad, como mostraba Dario Fo.

Publicado en el número 3.009 de Vida Nueva. Ver sumario